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Adoctrinar, ideología, género y maldad

Adoctrinar a los niños en ideología de género es una maldad», dice el máximo representante de la iglesia católica en Valencia. Primeramente, Sr. Cañizares, deje que nos pongamos de acuerdo en lo que significan las palabras. ADOCTRINAR no es más que enseñar una creencia o doctrina, con el fin, sobre todo, de ganar adeptos. IDEOLOGÍA (o ideario) es el conjunto de ideas que caracterizan a una colectividad, un movimiento político, cultural o religioso. GÉNERO es la referencia que se hace al sexo humano, haciendo énfasis en su faceta social y cultural, en vez de la biológica. MALDAD (o perversidad) es la tendencia a provocar el mal, caracterizada por falta de moral, de cariño, de bondad, de afecto hacia el entorno y hacia quienes nos rodean.

Fijados, pues los términos del principio rector de su homilía, fácilmente se observa que usted, y la institución que representa, poseen un cinismo sin límites, o ni de lejos entienden su significado.

Porque de ADOCTRINAR, ustedes saben un buen trecho. Abusan del adoctrinamiento en edad temprana, porque como grandes maestros de la manipulación, son conscientes de que un cerebro tierno y virgen es más fácilmente maleable. Ya desde que se nace, ustedes adoctrinan con sus ritos. Sólo hay que ver el juramento que se exige a los padrinos en el bautismo. Adoctrinan en las catequesis. Adoctrinan en la enseñanza , explicando hechos y situaciones, que son eso, doctrina totalmente incompatible y contraria a la ciencia.
De que adoctrinamiento hablamos, pues.

De IDEOLOGIA, no sé de que quiere que hablemos, si de lo que ustedes predican o de lo que en realidad hacen. Porque predican pobreza, y sólo he visto palacios, inversiones en bolsa, subvenciones millonarias por parte del estado, miles de negocios en garajes, pisos alquilados, cobro de entradas a sus iglesias que ya mantenemos, mafia en el banco vaticano, negativa a pagar el IBI. Predican castidad y la pederastia es un cáncer que ha arruinado la vida de miles de jóvenes por todo el mundo. Predican al amor, pero cargan contra los homosexuales por amar a personas de su mismo sexo. Predican que su reino no es de este mundo, y llevan dos mil años afianzando su poder terrenal con la espada, en guerras, cruzadas, inquisiciones, censuras.

De que ideología hablamos, pues.
Si hablamos de GÉNERO, no salen mejor parados. Siempre tuvieron a la mujer por algo secundario y subordinado, incluso hoy en día, para ustedes sólo sirven para limpiar gratis las iglesias, cuidar de curas y obispos mayores, retirarse de por vida en clausura o hacer pastelitos . Claro que en estas cuestiones de género, ustedes son consecuentes. Sólo hay que leer al tal San Agustín «Vosotras las mujeres sois la puerta del diablo», o leer el Eclesiastés 22:3 «El nacimiento de una hija, es una pérdida». Quizás no recuerde que en su concepto de género, al hablar de varones se dice «hijos de dios», pero a las mujeres se refiere como «hijas de los hombres».
De que género hablamos, pues.

Y si hablamos de MALDAD ya es el colmo. Repasando las maldades de su dios y su iglesia a lo largo de los siglos, resulta patético oírle a usted decir que «algunos está jugando con fuego». Desde las plagas de Egipto, hasta el diluvio universal, las cruzadas para recuperar tierra santa, las matanzas de los arrianos, pasando por la Inquisición o la evangelización obligatoria con la espada, y terminando con el repique de campanas en todas las iglesias alemanas bendiciendo a Hitler, apoyar con euforia la dictadura franquista o prohibir bajo pena de fuego eterno el uso del preservativo que extendió el sida por toda África.
De que maldad hablamos, pues.

Y que no se me malinterprete. Entiendo que como en cualquier otro lugar, país o institución, también en el cristianismo hay excelentes personas, que seguro no aprueban ese adoctrinamiento brutal, esa aplicación rastrera de su ideología, ese trato indigno al «otro» género, ni el uso y abuso de la maldad en beneficio de ampliar su poder e influencia.

Pero es necesario admitir que gente como usted, que por desgracia abunda en demasía en las altas instancias de su iglesia, con sus pompas, su soberbia y su desprecio por otras ideas, no hacen más que usar todo el andamiaje cristiano para manipular mentes, condicionar la vida de creyentes y no creyentes, obligando (si pudieran) a vivir según sus principios y desde luego, saciar intereses personales que rayan lo patológico. Y es precisamente sobre estas personas y sus abominables declaraciones, a los que hace referencia este artículo.
Cuanto hubiera ganado la humanidad, y también su iglesia, si gente como usted se hubiera dedicado a la agricultura, aunque no fuera ecológica.

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