Fundada en el pasado junio de 2016, Exmusulmanes de Irlanda [EMI, por sus siglas en inglés] es una organización voluntaria que ofrece asistencia a quienes han abandonado la fe musulmana. La organización actúa tanto como grupo de apoyo cuanto como red social para los exmulsumanes irlandeses, empoderando a quienes se sienten presionados por amigos y/o familiares para que mantengan en secreto su apostasía. Consideramos evidente la importancia de esta misión: porque en una verdadera democracia nadie debería tener que esconder sus creencias. Quienes escapan al mundo islámico beneficiándose de las libertades civiles occidentales deberían ser capaces de hacerlo sin temor a las recriminaciones. La Constitución de Irlanda garantiza la libertad de expresión a todos los ciudadanos irlandeses, religiosos o laicos (Artículo 40.6.1). Asegurar la validez práctica de este artículo es vital, si queremos evitar el regreso a las Eras Obscuras del dogma y las cazas de brujas. Reconociendo que el precio de la libertad es la eterna vigilancia, estamos en guardia frente a cualquier intento de subvertir la democracia, ya sea por parte de la una regresiva izquierda relativista post-laica como por parte de la extrema derecha islámica.
La EMI tiene también, así pues, la función de observatorio de la influencia del wahabismo-salafismo en Irlanda, incluido el chantaje de la llamada “islamofobia”, chantaje merced al cual toda crítica al Islam o a la cultura musulmana es rechazada ipso facto como “racista”. En efecto, cualquier espectador pasivo del Islam en Irlanda puede detectar un clima de fascismo intelectual. Baste recodar el atroz trato a que fue sometida la prominente activista exmusulmana a favor de los derechos humanos Maryam Namazie por parte del Trinity College de Dublin en febrero de 2015, cuando se le prohibió hablar sin restricciones de los derechos de los apóstatas a insistencia de la Asociación de Estudiantes Musulmanes. Compárese eso con la total libertad ofrecida a Kamal El-Mekki, bien conocido por su defensa de la pena de muerte para ateos y homosexuales, a quien el mes anterior se había permitido hablar sin restricciones de ningún tipo. Podemos ver cómo la propaganda islamista ha llevado a nuestras instituciones académicas a proteger las “sensibilidades musulmanas” a expensas de la libertad de expresión, es decir, de la libertad que, la primera, hace vividera a la democracia. Para citar al filósofo A.C. Grayling:
“Considérese lo que se precisa para que la gente sea capaz de exigir otras libertades, o defenderlas cuando se ven atacadas. Considérese lo que precisa un proceso democrático, que exige la formulación y puesta a prueba de propuestas políticas y programas de partidos, así como el cuestionamiento de los gobiernos. Considérese qué se precisa para que haya debidos procesos en tribunales, ante los cuales las personas puedan defenderse de acusación, acusar a malhechores que les han perjudicado, reunir y examinar pruebas o construir o refutar un argumento. Considérese lo que se precisa para una educación y una investigación genuinas, para debatir, para intercambiar información, para plantar cara a las falsedades o para examinar las opiniones emitidas. Considérese lo que se precisa para que haya una prensa libre que, aun abusando siempre de sus libertades con ánimo de lucro, resulta necesaria –con todas sus verrugas— como una de las dos instituciones esenciales de una sociedad libre (la otra es la independencia judicial). Considérese lo que precisan una literatura y un teatro florecientes, así como la innovación y la experimentación en cualquier ámbito vital. En una palabra, y sumariamente, sin libertad de expresión, no hay libertad digna de ese nombre en otros asuntos para los que la libertad es importante.”
Instituciones como el Centro Cultural Islámico de Irlanda [ICCI, por sus siglas en inglés] y la Mezquita de Dublín se sirven de la acusación de “islamofobia”[1] para distraer la atención de su sigilosa agenda extremista, que ha convertido ya a Irlanda, tras Quatar, en la base de apoyo más fuerte del mundo a los Hermanos Musulmanes. Los irlandeses deberían reflexionar sobre ello antes de ofrecer apoyo a Ibrahim Halawa, hijo del representante máximo de los Hermanos Musulmanes aquí, Hussein Halawa, quien responde directamente ante Yusuf Al-Qaradawi, conocido por verter loas sobre Adolf Hitler y el Holocausto como bendiciones divinas. Ali Selim, portavoz del ICCI, ha rechazado condenar a Osama bin Laden o siquiera reconocer que las bombas del pasado 7/7 fueran de autoría musulmana. Tanto el ICCI como la Mezquita de Dublín han sido frecuentes anfitriones de predicadores yihadistas, incluido Wajdi Ghunaim, quien tiene expresada esta opinión sobre los atentados suicidas con bombas: WEsos jóvenes que se hacen estallar a sí mismo para matar judíos, no cometen suicidio, sino jihad”.
Nosotros, los Exmusulmanes irlandeses, no vemos el menor asomo de colonialismo o de racismo en la crítica de los preceptos religiosos que funcionan en obvio detrimento del bienestar humano. Al contrario: si de racismo se trata, nada tan racista como la tácita sugerencia de que las personas que procedemos de ambientes predominantemente musulmanes somos mentalmente tan deficientes, que ha de ahorrársenos cualquier crítica; seríamos tan incapaces de entender conceptos como derechos humanos, laicismo y democracia, que se nos tiene que dar nuestros propios tribunales islámicos, aquellos en los que los más vulnerables entre nosotros –las mujeres— son castigadas sumariamente por autodesignados “jefes de comunidad” mientras los políticos liberales y de izquierdas miran para otro lado en nombre del multiculturalismo. Así pues, rechazamos la ley de la sharía y la religión sancionada por el Estado en todas sus formas, y nos oponemos a todas las condenas por blasfemia y apostasía, de acuerdo con el Artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Exigimos la abolición de las mezquitas y las escuelas wahabi-salafistas, que enseñan intolerancia y fanatismo en relación con los no musulmanes, e insistimos también en que se proteja a las minorías sexuales de persecución y violencias.
La EMI afirma los valores de la Ilustración, el racionalismo y el humanismo como universalmente aplicables, puesto que todos somos miembros de la misma especie y todos tenemos idéntica capacidad para la razón y para la empatía. Haciéndonos eco del espíritu de socialistas clásicos como CRL Jamesy Franz Fanon, no vemos en el imperialismo una ideología occidental, sino precisamente un obstáculo para la realización de los ideales progresistas que nacieron de la Ilustración. Apremiamos a los académicos y a los pensadores de todas partes a embarcarse en un examen valiente de los orígenes y las fuentes del Islam, y a promulgar y defender los ideales de la investigación científica e histórica en sus conferencias y apariciones públicas, en sus artículos y en sus intervenciones en los medios sociales. Afirmamos el mensaje esencial de laDeclaración de San Petersburgo [Florida], y es a saber: que todos somos miembros de la misma comunidad de conciencia y tenemos la responsabilidad de cuidar de este mundo para disfrute de las generaciones venideras.
Nota del T.: [1] “Islamofobia” es un neologismo acuñado en 1997 por Trevor Philips, un laborista británico entonces jefe de la Britain’s Equalities and Human Rights Commission (EHRC), en el llamado Informe Runnymede. En ese informe se abogaba por una solución no de tipo laico-republicano (la religión es un asunto puramente privado, y el Estado es totalmente indiferente al respecto porque no reconoce como interlocutores políticos a las distintas “comunidades” de fieles), sino de tipo multiconfesional-imperial (el Estado reconoce como interlocutores políticos a todas las comunidades étnicas o religiosas) al problema de la “integración” de las comunidades musulmanas en la sociedad británica. Ese informe contribuyó lo suyo al avance en Reino Unido de la ruptura de la unidad jurisdiccional y al reconocimiento legal de tribunales conformes a una pretendida ley musulmana de la sharía para asuntos privados y de familia, tribunales cuyas principales víctimas han sido las mujeres musulmanas residentes en el Reino Unido. (Para desgarradores testimonios en primera persona, véase AQUÍ.) Tal vez le resulta interesante saber al lector que el creador de este neologismo considera ahora que la noción de “islamofobia” y sus recomendaciones de 1997 estaban totalmente equivocadas.