Un año más, durante el mes de junio, el Colegio que usted preside y al que obligatoriamente debo estar afiliado para poder ejercer mi profesión, me envía un correo en el que me invita a la celebración de la festividad de la Patrona de los Médicos, «Vuestra» (no digo «nuestra» porque no la considero mía) «Señora del Perpetuo Socorro», en cuyo programa de actos se incluye una misa en memoria de los médicos fallecidos.
Desde aquí, una vez más, quiero expresar mi oposición a que los organismos oficiales, entre los que se incluyen los colegios profesionales, ensalcen a una figura venerada exclusivamente por el catolicismo y programen el oficio de una misa, cuando dicha ceremonia bien podría ser sustituida por un acto civil o multiconfesional.
Le recuerdo que con esta actitud se está discriminando a parte de nuestro colectivo y, el hecho de tomar la decisión de eliminar este tipo de actividades debería considerarse normal y no sorprender ni molestar a nadie en un Estado declarado constitucionalmente aconfesional.