La injerencia del Papa Francisco sobre la escena política de Argentina es cada vez menos tácita.
Las señales que llegan a Buenos Aires desde el Vaticano no se muestran para nada condescendientes con el gobierno de Mauricio Macri. Sin embargo, tampoco coinciden con una proclama abiertamente peronista, salvo aquel detalle del rosario enviado a la dirigente social encarcelada desde enero, Milagro Sala. El mensaje papal que sí está claro, en dichos y relaciones, es el de la lucha contra la pobreza y la corrupción. En ese marco ha sido que el Sumo Pontífice recibió a un grupo de jueces que viajaron a Roma, desde Argentina, y asistieron a una cumbre sobre crimen organizado. Sebastián Casanello, el juez que tiene en su poder 3 de las causas más sensibles de la política argentina fue recibido a solas por Bergoglio durante 40 minutos. El doble de tiempo que aMacri.
Casanello ha tenido que defenderse de un mote que en la política argentina es lapidario: tortuga. Nada fácil para un juez que tiene en sus manos expedientes de alto impacto. El magistrado de apenas 41 años, que cursó el colegio con el dirigente kirchnerista Mariano Recalde, es quien investiga supuestos vínculos entre la expresidente Cristina Fernándes de Kirchner con el empresario Lázaro Báez preso por lavado de dinero; al presidente Mauricio Macri por tener una sociedad offshore y al exabogado de Diego Maradona, Víctor Stinfale, por la muerte de 5 jóvenes que habían ingerido drogas en una fiesta electrónica. Al parecer, el titular del juzgado federal Nº 7, fue al Vaticano en una búsqueda espiritual. Y no es para menos.
“Para todos, como líder mundial y espiritual, es un apoyo extraordinario, no es algo que sea estéril sino que es algo muy significativo”, dijo Casanello antes de la reunión privada que mantuvo con Francisco en Santa Marta. “El apoyo del Papa es crucial y es un honor para nosotros concurrir invitados por él. Como líder espiritual y como jefe de un Estado, y por el mensaje y la extensión del mensaje que está dando, sin dudas es un apoyo para el trabajo cotidiano de todos nosotros y para el fortalecimiento de las instituciones de la Argentina y del resto del mundo”, agregó. Casanello habría sido el único de los jueces que viajaron a Roma que tuvo una reunión cara a cara con Bergoglio.
Francisco, según fuentes consultadas por EL PAÍSo, busca aunar a magistrados que hoy están polarizados, con el objetivo de fortalecer la investidura del Poder Judicial en el sistema republicano de gobierno. “Yo sé que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo. Y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica”, les dijo. Según Francisco, “sin esta libertad, el poder judicial de una nación se corrompe y siembra corrupción”.
Los magistrados argentinos que viajaron a Roma junto al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti fueron Ariel Lijo, Sergio Torres, María Romilda Servini de Cubría y Julián Ercolini, entre otros. También estuvo presente el legislador porteño Gustavo Vera, amigo personal de Francisco y responsable de traer las invitaciones en Buenos Aires. Este viernes se sacaron la foto grupal y el sábado será turno de que los jueces hablen. Algo que también se espera en Argentina.