Las personas adoctrinadas con intensidad en cualquier religión o secta pueden llegar a adolecer de serios trastornos de la personalidad
El clero es muy diestro en saber introducir en el subconsciente, tanto colectivo como individual, los mensajes oportunos y afines a sus intereses
Doy por sentado, y no es que lo diga yo, sino que está más que demostrado por diversos estudios científicos y psicológicos, que las personas adoctrinadas con intensidad en cualquier religión o secta pueden llegar a adolecer de serios trastornos de la personalidad, además de todos los perjuicios que el pensamiento único, la represión y el fanatismo conllevan, para ellos mismos y para los demás; dicho de modo coloquial, todo adoctrinado y sometido a técnicas coercitivas de manipulación psicológica y emocional es frecuentemente, en mayor o menor grado, un “pirado”. Recordemos, por poner un ejemplo muy gráfico, a los terroristas yihadistas, quienes son capaces de inmolarse tras matar a cientos de personas sin haberlo dudado un instante, y convencidos de que es eso lo que les pide Alá.
Recientemente, en estos lares, el obispo de Córdoba, muy popular por sus afirmaciones integristas, homófobas y antidemocráticas, ha soltado de plano otro de esos galimatías clericales que confunden al personal y embrollan los conceptos, pero que graban en el subconsciente de sus adeptos la impronta integrista que pretenden. Y es que el clero es muy diestro en saber introducir en el subconsciente, tanto colectivo como individual, los mensajes oportunos y afines a sus intereses. Conocen muy bien, puede que incluso que antes de Froid, la importancia del subconsciente a la hora de manipular las creencias profundas de la gente. En este caso concreto la afirmación obispal ha sido tan ridícula como falsa: “No se puede ser ecologista al mismo tiempo que se defiende el aborto”. Aunque esta vez, de manera generosa porque el razonamiento no entra en sus hábitos, intentó argumentar tal disparate: “toda vida humana merece el respeto que merece toda la creación, y más aún todo ser humano”. ¡Y se quedó tan fresco!
Ya he comentado que este tipo de afirmaciones de los obispos españoles son, en su mayoría, verdaderos disparates diseñados para marcar las pautas ideológicas de sus numerosos adeptos. Su afanada, planificada y elaborada autoridad moral sobre millones de personas que han dimitido de su capacidad de razonar y buscar la verdad, es colosal. Y nadie de sus adeptos se para a cuestionar con honestidad intelectual, puesto que en ninguna religión o secta se permite ningún cuestionamiento crítico, si tales conceptos se basan o no en la realidad. En el fondo, no se trata de otra cosa más que de otra herramienta más de manipular.
No se trata de desmontar las afirmaciones del obispo, aunque sería muy fácil. Simplemente puntualizar, la primera en la frente, que no existe ninguna “creación”; provenimos todo y todos de una evolución que científicamente está más que estudiada y demostrada. Ecologismo es defensa de la naturaleza y el medio ambiente, algo que en los catecismos católicos se defenestra con ese argumento antropocéntrico de que el dios cristiano creó a las naturalezas y sus criaturas para uso y disfrute del hombre. Lo que llaman aborto es un grave problema médico, social, sanitario y humano; es la interrupción del embarazo en sus inicios y según los límites y las pautas que la ciencia médica y la ética científica marcan.
Lo del respeto a la vida, sobra. Podríamos ponernos a hablar de muchos siglos de Inquisición, de millones de mujeres quemadas, de discapacitados y enfermos mentales considerados como demonios, de guerras santas, de la noche de San Bartolomé, del exterminio de los albigenses y de los veinte mil habitantes de Beziers, del genocidio de las culturas naturales precolombinas, de los instrumentos de tortura, de la esclavitud, de la persecución de los homosexuales, del genocidio de los niños aborígenes de Canadá, del apoyo a dictaduras, de la persecución a la ciencia, de quema secular de libros y de muchas cosas más. Que no nos hablen de respeto a la vida los que no la han respetado mínimamente ni ahora ni nunca.
Y no se trata de algo anecdótico y baladí. No. Estas ideas, tan integristas como absurdas, se oponen a la evolución social y moral y nos alejan de la ética universal y solidaria. Presionan a los políticos, crean corrientes de opinión, fanatizan a los ciudadanos, y, en definitiva, ponen freno al pensamiento democrático, a la razón y al progreso. Es un disparate permitir este tipo de afirmaciones públicas a una organización que se financia, mucho más que generosamente, con el dinero de todos los españoles, por lo cual no se trata de un asunto de “fe”, sino de un asunto político. Porque, como dice Michel Onfray, las religiones son únicamente instrumentos de dominación y de alienación de las sociedades y de las personas. Los tres monoteísmos profesan el mismo odio a las mujeres, a las pulsiones, a las pasiones, a la sexualidad. Detestan la libertad. En el fondo, detestan la vida.