En 1989, Richard Dawkins escribió una reseña para el New York Times en la que afirmaba:
Es absolutamente seguro decir que si conoces a alguien que dice no creer en la evolución, esa persona es ignorante, estúpida o loca (o mala, pero yo prefiero no considerar eso).
En 2013 —o sea, 24 años después—, Karl L. Dahlstrom escribió The Organized Universe, un libro en el que dice refutar ‘científicamente’ la evolución; ya en 2015, Dahlstrom demandó a Dawkins por $58 millones de dólares americanos, diciendo que la reseña del científico se refería a él (!).
Los abogados de Dawkins, pidieron desestimar el caso y, además, respondieron a la demanda con una explicaciónde qué es una hipérbole y cómo se utiliza argumentativamente.
Pues, efectivamente, el caso fue desestimado la semana pasada:
El demandante no ofrece nada más que su propia retórica exagerada de que la afirmación de Dawkins se refería a él y tenía la intención de hacerle daño personal.
El demandante no discute, y de hecho, admite, que Dawkins ha hecho esta misma declaración general en repetidas ocasiones en sus libros, en conferencias, en entrevistas y debates, y que a primera vista, la declaración no ataca a ningún individuo en particular, sino que simplemente se refiere a ‘alguien’…
Las denuncias del demandante —de que la afirmación del acusado Dawkins sobre la evolución se refería y tenía la intención de perjudicar al demandante— no son más que conclusiones sin fundamento, que no podrían ser más ajenas a la verdad.
A mí ya no me sorprende que los creacionistas sigan escalando la deshonestidad intelectual a pasos agigantados — lo irónico es que la administración de justicia se basa en esto que a los creatas se les da fatal: aportar pruebas de sus afirmaciones y controvertir efectivamente las de los contradictores. ¡Y ahí están los resultados!