El presidente de la Conferencia episcopal se mete en política (de derechas, claro). Aconseja al PSOE que se abstenga para facilitar la investidura de Rajoy. Es decir, quiere influir para que sea Rajoy el presidente.
Me parece muy poco elegante, muy poco propio de un pastor, que además es presidente de la Conferencia episcopal, meterse en el fango de la política de esa manera tan descarada.
¿Cómo lo van a tomar aquellos partidos que de ninguna manera quieren que Rajoy sea el presidente?
¿Es ésa la postura que debe tener la Iglesia? Se echan de menos los tiempos del cardenal Tarancón, que mantuvo en tiempos difíciles la neutralidad de la Iglesia en temas políticos y partidarios.
¿No hubiera sido mejor no pronunciarse y dejar que sean los mismos partidos los que busquen la mejor solución para España?
Parece que la Iglesia mueve sus fichas para seguir queriendo mantener unos privilegios que con otros partidos en el gobierno se les acabarían. Temas como el concordato, la financiación de la Iglesia, las clases de religión y otras muchas podrían peligrar si el PP no gobierna. Por éso quieren que siga gobernando el P.P.
Por éso no le importa enfangarse en los temas partidarios y proponer la solución que a ellos más les interesa.
No me gusta para nada esa postura. Me suena mucho mejor aquella frase de Jesús:«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
La Iglesia debe preocuparse de otros asuntos mucho más importantes: denunciar la corrupción, denunciar a los grandes capitales y al poder financiero que provoca un sistema injusto y desigual, donde aumentan las diferencias entre ricos y pobres, donde la lacra del paro no desaparece, ni la infravivienda ni los desahucios. Donde persisten los recortes en temas educacionales, sanitarios y en atención social…
De todo ésto sí que debería preocuparse nuestro presidente de los obispos y no de facilitar la investidura de un determinado partido político, aunque haya ganado las elecciones. Son los mismos partidos los que deben trabajar por encontrar una solución.
Pero no es ésa la tarea de la Iglesia que debe ser neutral en política partidaria y sí acogedora y cercana con todos, sean del color político que sean.