Los filósofos, desde la antigüedad, escribieron sobre el origen del Estado, genética del Estado, metafísica del Estado. Esencia del Estado, individuo y comunidad. Han descrito teorías sobre el Estado. Sobre la soberanía, sus orígenes y características, sus formas de gobierno, pero lo que nunca hicieron fue elaborar una teoría sobre los orígenes ideológicos, la conciencia, del Poder. Cuándo y cómo el Poder toma conciencia de sí mismo.
Hegel fue quien, en su “Fenomenología del Espíritu” identificó la idea del Espíritu, dios, con el Poder. Pero lo hizo de manera especulativa y sin definir y determinar los contenidos de la conciencia del Poder. A pesar de que su Espíritu toma conciencia de sí mismo, no como Poder, aunque es Poder, sino realizándose, materializándose, personalizándose en la Historia y en el Estado, un instrumento del Poder. En términos sociales y materialistas Bakunin y Nietzsche fueron los primeros en asociar la idea de dios con el Estado.
Marx elaboró el concepto de superestructura, cuyos elementos integrantes racionalizan la dominación, y asoció el Poder y uno de sus instrumentos de dominación, el Estado, con la clase dominante. Freud le puso al Poder diferentes nombres: super-yo, civilización o principio de la realidad y sublimación. En la sublimación se realiza la síntesis del principio del placer o liberación, como tesis, y del principio de la realidad o represión, como antítesis. Tanto en la superestructura como en el principio de la realidad, el Poder se manifiesta como represor y dominante. La civilización, como religión y derecho, es dominación. Poder.
Eric Fromm estudió la relación sadomasoquista entre el dominante y el dominado como una relación de poder que también se expresa en términos de sicología de masas. Y trató de explicar el nazismo en términos de relación sadomasoquista. W. Reich concluyó que la represión sexual es un instrumento de dominación del Poder y de la revolución sexual como una respuesta contra la dominación. Marcuse, a partir de las revolucionarias aportaciones de Freud, desarrolló la teoría más elaborada sobre la racionalización de la dominación. Del Poder.
Otros autores, sociólogos, politólogos y filósofos, Weber, Gramsci, Foucault, Parsons, Tawney, Laski, Hauriou, Burdeau, French, Raven, Freire, Wolf, Michels… han elaborado diferentes conceptos académicos del Poder, pero no han tenido en cuenta ni sus orígenes ideológicos ni sus contenidos. E incluso algunos han elaborado teorías tan abstractas que, a veces, no se sabe muy bien de qué están hablando. Bien es cierto que sus teorías se centran en los tiempos contemporáneos, pero los orígenes arcaicos de la ideología del Poder permanecen en estos tiempos, más o menos encriptadamente. Y explícitamente en las dictaduras católicas y en los Estados islámicos. Las religiones son la ideología del Poder como negación de las libertades.
Estos autores se han limitado a analizar los reflejos del Poder, sus espejismos y proyección en las diferentes formas de dominación pero no han radiografiado sus contenidos. Sus tripas ideológicas. La referencia a dios como origen de la idea de Poder no aparece nunca en sus escritos. Además han construido unas teorías sin hacer referencia al concepto de libertad. Y la palabra libertad la ignoran como negación del Poder. Y el Poder no se puede entender sin su negación, la libertad y sin llegar hasta sus orígenes: la idea de dios.
Han estudiado los poderes, los instrumentos del Poder,: el ejército, la administración, el Estado, la religión, los gobiernos, el parlamento, la justicia, la prensa, el derecho, la propiedad… como manifestaciones del Poder, pero no han tenido en cuenta cuál es la conciencia del Poder. ¿Qué es el Poder? ¿Cuándo toma conciencia de sí mismo? ¿Cómo se representa así mismo? ¿En qué formas? ¿Dónde está? ¿Con qué sistema de valores se construye y justifica? En el desarrollo de esta tesis reproduciré documentos originales, a veces extensos, porque considero que es necesario conocer de primera mano unos textos, insustituibles por cualquier comentario, en los que se contiene la conciencia del Poder.
La teoría del Poder no se agota en uno de sus instrumentos, el Estado o la teoría del Estado, es mucho más compleja porque está contenida en el sistema de valores, la moral, la cultura, las religiones: la civilización y su mentalidad. Es en ésta donde se condensa la conducta de las relaciones entre los miembros de la sociedad, la psicología social e individual, la conciencia de clase de la clase dominante como conciencia de todos y del Poder con el que se identifica. Este, como el Estado, tiene una ideología. De este aspecto ideológico y del origen de esa ideología no trataron los filósofos. Hasta las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa. Y sólo parcialmente.
Para elaborar una teoría de los orígenes ideológicos del Poder podríamos empezar hablando del concepto de libertad pero hasta la civilización grecorromana, discretamente, y las revoluciones citadas, la libertad estaba concebida como sentido del deber hacia el Poder. Es éste, en su forma racionalizada de Estado y en la idea de dios, el que elabora una teoría de la libertad vinculada a la dominación. Porque la libertad no podía entrar en contradicción ni con dios ni con el Estado. Hubiera sido una amenaza para el propio Poder. Algunos creyeron que la libertad se encontraba en el interior de la conciencia, era una evasión social. Y al final acabaron identificándola con la necesidad. Porque no se podía ser libre contra la voluntad ni de dios ni del Estado. De que así fuera se encargaron la Inquisición y el Corán.
Poder y Libertad son la cara y la cruz porque la libertad sólo puede existir como negación de aquél , no como afirmación del mismo. Por eso, el salto cualitativo en el desarrollo de la libertad lo darán las revoluciones citadas a partir de la afirmación de una nueva soberanía, la popular, y un nuevo concepto de la libertad basado en la declaración de derechos individuales y universales. El individuo dejó de ser un sujeto de deberes hacia el Poder a ser un sujeto de derechos frente al Poder, fundamentado en una nueva ideología. La libertad tomaba conciencia de sí misma en el nuevo sistema de valores: los derechos individuales y humanos.
Diferenciar entre las teorías sobre el origen del Poder, los contenidos de éste y la libertad es necesario. Porque aunque adquiera formas democráticas de organización no existirá libertad, si el individuo no tiene derechos. Lo que ocurre cuando la ideología religiosa se impone como deber frente a los derechos individuales en el marco de una organización democrática de la dominación. El primer paso consistirá en describir de qué manera la idea del Poder nace asociada, indivisiblemente, a la idea de dios. Habrá que definir qué es, por qué existe y dónde reside éste. Finalmente habrá que describir cuál es su conciencia. En qué consiste su sistema de valores que lo justifican. Y no perder de vista su negación: la libertad.
Desde los orígenes de la civilización urbana, no ha existido civilización sin Estado, civilización sin dios, civilización sin Poder. En todo tiempo, el Estado ha sido y es la fuerza/violencia organizada racionalmente para dominar. Cualquier forma de Estado y gobierno, incluso la democrática, es una forma de dominación. ¿Cómo se presenta racionalizada la fuerza y la dominación?: tradicionalmente en las religiones y mitologías; complementariamente, en el derecho, la tradición, la costumbre y la cultura.
En los orígenes de las civilizaciones, allá por el tercer milenio antes de la fundación del Imperio romano, cuando la idea de la soberanía y el Estado estaba indivisiblemente asociada a la idea de dios, Estado, dios y Poder eran una misma cosa, la relación entre el Poder, de una parte, y sus súbditos o creyentes, de otra, se racionalizó en el ritual del sacrificio. En ese ritual, Dios, Estado y Poder eran reconocidos por sus súbditos como su propia conciencia.
La primera idea que tenemos de dios está asociada con la autoridad, la ley, el miedo, el terror, el deber, el Poder, ¿por qué? ¿Por qué los dioses se repelen unos a otros, tratan de conquistarse y destruirse? ¿Por qué las monarquías, la derecha, la democracia cristiana tienen dios, lo adoran e imponen? ¿Por qué Franco creía, rezaba, adoraba e imponía el dios católico? ¿Por qué Mussolini, Pinochet, Perón, Salazar…todos los dictadores adoraban a un dios, el católico, y lo imponían? ¿Por qué Hitler aceptó la existencia del dios cristiano luterano y del católico y trató de crear su propio dios e imponerlo?
¿Por qué en Estados Unidos el Presidente jura su cargo en nombre de dios? ¿Por qué los gobernantes de los países capitalistas, esclavistas y feudales invocan a dios? ¿Por qué los calificas, emires y gobernantes musulmanes creen en dios, lo adoran y lo imponen a todos sus súbditos? ¿Por qué los gobernantes, la derecha y el nacionalismo, en la Inda, China, el Japón creen, adoran e imponen sus creencias budistas, hindúes, confucionistas, taoístas, sintoístas…?
¿Qué relación existe entre el dios de cada Estado y la soberanía para que el uno invoque al otro y para que dios forme parte ella? ¿Acaso la moral, la ideología, los intereses de las clases dominantes y gobernantes son la conciencia, la única conciencia de la nación, de todos los súbditos del mismo Estado? ¿Por qué no existe una conciencia de clase popular? La conciencia de clase de los oprimidos y dominados.
Desde sus orígenes hasta hoy día, ni las religiones, ni sus dioses han servido ni para luchar ni para acabar con la explotación, la miseria y las injusticias, más bien o han sido indiferentes a la miseria o la han idealizado, justificado y potenciado. Porque las religiones siempre han estado asociadas a la riqueza, la propiedad y el Poder. ¿Por qué? Por qué durante milenios han coexistido, justificado y consentido la esclavitud, la servidumbre, el proletariado, el martirio, el hambre, el antifeminismo, la homofobia, las guerras?…
Bastaría con que las religiones cristianas y musulmanas lanzaran una ofensiva crítica contra la dominación, explotación y políticas económicas neoliberales, proponiendo como alternativas la planificación económica, la propiedad pública y los derechos individuales para que los pueblos se movilizaran contra los gobiernos que los dominan y explotaran hasta paralizar esas políticas que son la causa de la miseria económica, política y moral. ¿Por qué no lo hacen? ¿Tal vez porque esas religiones forman parte del Poder?
Si ni han servido para acabar con la miseria, ni para potenciar la ciencia, proponer, defender y luchar por las libertades políticas, los derechos individuales, la felicidad y el placer, sino que se han opuesto al desarrollo científico, potenciando la ignorancia, el fanatismo y la obediencia, exaltando el sufrimiento, el martirio, la muerte y la castidad… ¿Para qué han servido y siguen sirviendo tanto las religiones como sus dioses?
Ni el Islam ni el catolicismo firmaron la Declaración de Derechos Humanos, 1948. La Iglesia católica lo ha hecho recientemente, pero con tantas reservas que no los cumple. Empezando en su misma organización y Estado, donde los sacerdotes, monjas y monjes carecen de libertad de conciencia, de culto, de religión, de prensa, de pensamiento y sexual por jurar voto de obediencia y de castidad. Estas religiones monoteístas han combatido los derechos humanos desde que fueron proclamados por la “revolución norteamericana y la francesa”. Nunca antes, durante la hegemonía totalitaria de las religiones monoteístas y sus formas de gobierno y dominación, existieron estos derechos.