EDITORIAL por Sebastián Jans
El debate sobre el Estado Laico se encuentra a la vuelta de la esquina, en los próximos meses en Chile, en la medida que se prepare y presente la propuesta sobre las reformas constitucionales, prometidas por la electa Presidenta de la República, Sra. Michelle Bachelet.
No solo el laicismo estará en la mesa de discusión sobre el carácter del Estado, sino que estará también presente, en la medida que se proponga la reforma educacional, prometida y ampliamente esperada por la ciudadanía expresada en los movimientos sociales.
Para todos quienes hemos postulado la necesidad de promover la laicidad y el libre pensamiento, es muy importante el debate que se genere respecto de qué Constitución y qué educación necesita nuestro país, a fin de hacer realidad efectivamente la Seguridad de los Derechos de Conciencia, es decir, no solo el establecimiento de tales derechos, como enunciados generales de principios constitucionales, sino también cómo cada persona perciba que tales derechos son parte de las seguridades que establece el Estado para una mejor calidad de vida y su desarrollo humano.
Sabemos, claramente, que los derechos de conciencia han sido habitualmente asociados al simple derecho a ejercer determinadas creencias, y bajo esa mirada reduccionista se esconde precisamente la coerción más concreta a su ejercicio efectivo y eficaz.
Lo que se viene, seguramente será un debate áspero, lleno de subterfugios para mantener un statu quo basado en el autoritarismo y en la mantención de grandes privilegios, que ha permitido una estructura de poder y hegemonía que ha afectado de manera permanente el progreso moral y el advenimiento de una sociedad más justa y libre.
Seguramente, se clamará con dramatismo en favor de la libertad de conciencia y los derechos en la educación, justamente por parte de quienes han hecho del lucro y de las ventajas del sistema actual, el factor conducente a la segregación escolar, a la mala calidad educativa y a considerar la educación como un bien económico.
Es de relevancia entonces, que las organizaciones que promueven el libre pensamiento y el laicismo unan sus esfuerzos para enfrentar este desafío mayor, y que las oportunidades que trae el actual tiempo histórico, concurran eficazmente para la recuperación del Estado Laico y para lograr una educación como la demandan los movimientos sociales.
Los intereses que serán tocados basarán mucha de su estrategia de mantención del statu quo, en la vociferación de mensajes engañosos. De allí la importancia de la claridad de ideas y el debate con el cual hay que ilustrar a la ciudadanía sobre lo que está en juego.
SUMARIO
Para acceder a todos los artículos abra el PDF: Iniciativa Laicista, 12
El Estado Vaticano bajo acusación internacional
El Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas
Posible acusación de crímenes de Estado
Nicolás Aguilar, el sacerdote clave para acusar al Vaticano
Félix Schwartzmann: el pensamiento está de duelo
Derechos Humanos: la agenda permanente
Asedios a la ética del queso
Albert Camus y el pensamiento laico
Timerisal y la falacia del principio precautorio
Europa contra el delto de blasfemia
Túnez: Democracia y Estado laico en lo posible