Simplemente no lo hace:
La Iglesia ha lidiado con reliquias falsas desde la Edad Media, cuando el «cerebro de San Pedro», que había sido «venerado durante siglos en la catedral de Ginebra, se investigó y se descubrió que era una piedra pómez», y el «brazo de San Antonio «, siempre» besado por los fieles en ocasiones festivas, resultó ser parte de un ciervo».
Hoy en día, en lugar de gastar tiempo y dinero exponiendo las falsificaciones, laIglesia a veces hace la vista gorda ante las reliquias cuya autenticidad está en duda. En 2011, el arzobispo Vincent Nichols de Westminster enfureció a muchos católicos cuando dijo: «Si esa conexión se hace a través de un objeto que quizá no resista la prueba forense, eso no es de tanta importancia secundaria frente al poder espiritual y emotivo que el objeto puede contener».
Vaya, ahora le llamamos «poder espiritual y emotivo» al sesgo de confirmación.
Los datos vienen del libro The Vatican Prophecies, de John Thavis, en donde podemos encontrar muchas más falsificaciones.
De hecho, no es que sea una novedad: la Iglesia Católica está basada en mentiras, empezando por la existencia de un dios, y siguiendo con todas las falsedades con las que engañan incautos — por mencionar algunas, los sudarios de Turín y Oviedo, el fraude la ‘interpolación’ flaviana, los ‘milagros’ de Juan Pablo II, los de Juan XXIII, la sangre de San Genaro, las hostias rojas y las tuberías rotas que hacen pasar por estatuas que lloran.