Antirreligión (Ver Respeto. Anticlericalismo.)
El laicismo no es el rechazo de alguna religión o pensamiento particular, ni de todas; al contrario es la regla de convivencia de todos los diferentes. Exige que el Estado respete y haga respetar la libertad de conciencia de cada ciudadano, entre ellas las religiosas. Precisamente donde más libertad tienen las religiones es en un Estado laico. En el confesional sólo tiene libertad, en igualdad, una o varias; pero no las demás, ni los ateos.
El laicismo no es antirreligioso; pero es radicalmente anticlerical.
Esta neutralidad no es una aceptación de validez, ni una equiparación de valoración.
Además el laicismo también defiende la Libertad de Expresión y por tanto la legítima crítica de todas la ideas y entidades extra-naturales, incluidas la religiosas.
La Iglesia Católica se siente especialmente atacada –se dice perseguida- porque ha de abandonar las situaciones de privilegio que no la corresponden.
Otros comunitaristas se consideran atacados porque se persiguen sus prácticas ilegales, calificadas por ellos de “normas” o “tradiciones”, como son la circuncisión de los niños, la subordinación o el maltrato permitido -a veces aconsejado- de la mujer, los privilegios a su “clan”, la imposición de su lengua, etc.