El descreimiento de una parte de la población ha fortalecido prácticas ancestrales
La franciscana ciudad de Quito está dejando atrás aquel pasado católico impuesto por las órdenes religiosas que llegaron desde España. El descreimiento de una parte de la población y el anhelo de otras experiencias espirituales han fortalecido prácticas ancestrales como la cosmovisión andina, que captan a una parte de la población.
Justamente en estos meses, la Fundación Museos de la Ciudad y la Universidad San Francisco desarrollan una investigación sobre las nuevas espiritualidades en Quito. Una de las motivaciones del estudio es que en en la capital ecuatoriana “confluyen muchos caminos y religiones oficiales y los saberes ancestrales y prácticas de Oriente”.
Es un cambio reciente. La religión católica en Ecuador ha pasado de captar el 95% de la población en 1970 al 80% en 2014, según una encuesta de Pew Research Center. El imán Juan Zuquillo, que se convirtió al Islam hace 29 años y lidera el Centro Islamico de Ecuador, asegura que ellos continúan con el Ramadán y que como no han sido invitados a ningún acto con el Papá ven de lejos sus actividades. Zuquillo explica que los ecuatorianos se convierten al Islam por principios que se han perdido en el cristianismo. “Muchos valoran el mensaje más humanístico del Islam, la unidad familiar y el respeto a los mayores”, explica.
Mirada crítica
Para el pastor Rolando Bonilla, que se hizo protestante a los 16 años y lleva adelante la Iglesia Cristiana Nazarena, la Religión Católica ha perdido credibilidad. “La gente no necesita que le prediquen de Cristo, ellos quieren ver que la persona que predica viva lo que dice”, afirma. Sobre la visita del Papa a Ecuador cuenta que aunque muchos protestantes la desaprueban, para él es positiva: “La gente al menos se acerca a Dios y eso es lo que nosotros queremos: que sean católicos o evangélicos”.
Dayana Rivera, que coordina la investigación de espiritualidades en Quito y es profesora de kundalini yoga, explica que las conversiones parten de las necesidades de identificarse con experiencias concretas fuera de los espacios de práctica. Su punto de vista sobre el Papa y su visita al país es crítico y pegado a su filosofía. “No se puede desconocer la mirada crítica que ha tenido el Vaticano sobre abusos de poder y cuestiones de menores, nosotros no ignoramos que es un hombre de oración”, afirma, pero cuestiona el proceder de sus seguidores. “La devoción o la fe que atraviesa la visita del Papa va anulando las posibilidades críticas para mirar otras cosas”.