El concepto laicista ha comenzado estos últimos años a formar parte del pensamiento político en una parte de los partidos. Conceptos de laicidad han sido presentados como parte de los programas de algunas asociaciones políticas. Los tiempos en los que la laicidad era considerada como un peligro para la sociedad española por los políticos, en particular de derechas, junto a la Iglesia Católica, y el miedo en los otros partidos, de que hablar de laicidad puede quitarles votos, es un tiempo perteneciente al pasado. Hoy, el laicismo se presenta como una necesidad a la regeneración de la política. Hay que agradecerlo al trabajo y a la abnegación de todas aquellas fuerzas sociales y laicas que piden la separación del Estado de las religiones, recordando que la organización Europa-Laica hace años que milita por la libertad de conciencia y por la igualdad de todos los ciudadanos, para una auténtica democracia.
La llegada a la política, de nuevas generaciones y de nuevos partidos políticos, está contribuyendo a un cambio en las mentalidades y en las conciencias que el Poder Soberano reside en el Pueblo, que los políticos están al servicio de todos los ciudadanos y no el contrario. Para que la democracia funcione, instituciones como la de la Justicia, tiene que ser independiente de las influencias del gobierno, de los partidos políticos y de los sistemas financieros. La enseñanza y la educación es responsabilidad del Estado, para que sea pública y neutra en adoctrinamientos, otros que la de los valores cívicos democráticos. Los programas no los puede dictar un solo partido, tiene que ser el resultado de un consenso, no sólo político, pero también social, haciendo participar a la reflexión y al consenso a personas reconocidas por sus competencias profesionales y su neutralidad a la pertenencia de una ideología política o religiosa. Los cambios múltiples de programas y de orientaciones de estos últimos años solo han producido inestabilidad el descontento y con la voluntad de introducir en la enseñanza las marcas de la Iglesia católica. La enseñanza de las religiones no es función de un sistema democrático ni la responsabilidad del Estado. Las religiones tiene que funcionar como instituciones privadas que someten a los principios de la democracia.
La juventud actual se ha alejado de las creencias religiosas, ya que la fe de nada sirve para evaluar las realidades sociales. Los conocimientos científicos han creado otro universo, otras verdades de la creación de los hombres, sin paraísos, sin Adam no Eva. La historia de la manzana y del pecado original no tiene ningún sentido para condenar a la humanidad por el bocado de Eva. Los pecados, las condenaciones de eclesiásticos católicos y el miedo al infierno, nada tienen que ver con la vida de las personas y los problemas sociales.
El Laicismo, sigue siendo un concepto que todavía es desconocido para muchos. El laicismo es democracia, como la democracia es laicismo. Los dos conceptos nacieron en las mismas circunstancias y en los mismos tiempos. Tema que abordaremos más adelante. El fundamento del laicismo es el respeto de todas las convicciones y de todas las religiones, siempre que estas respeten las normas democráticas decididas por el Estado. Excluyendo la pretensión de imponerse y de someter a todos los ciudadanos a sus dogmas y principios. Ya que para que la convivencia social pueda ser armoniosa y responsable el respeto tiene que venir de todos.
La democracia se construyó en una concepción laicista del Estado, y en un periodo de crisis en la historia del pueblo griego.
La Democracia es una nueva concepción de organización política que aparece en la historia del pueblo griego, en un momento de crisis, –Stasis—, en la que la situación política y social amenazaba con degenerar en una “guerra civil”. En la historia, las crisis han servido de detonador de cambios importantes en la vida de los hombres y en la estructura de las sociedades. Las circunstancias y los acontecimientos son los verdaderos determinantes de las reformas. La concepción política que se produce para imaginar un nuevo modelo de sociedad en los griegos es en un contexto de laicidad. Es decir de separación entre lo que es el pensamiento civil, lo que es el pensamiento religioso.
La tradición anterior de la concepción del Estado, lo político y lo religioso eran la misma cosa. Las monarquías de la Antigüedad, y prácticamente en todo el Oriente, El Rey era el representante de las divinidades. La estructura social, era de origen divino.
El orden cósmico es el que regía la armonía en el funcionamiento del universo, y para que la armonía entre los hombres perdurara, era necesario el orden social, semejante al orden cósmico. Es decir que casa elemento del Universo tenía una función que le dieron los dioses. La función de los hombres era la voluntad divina. Cada uno, desde su nacimiento asumía el rol social, heredado de su familia. El rico provenía de una familia de ricos y los pobres de una familia de pobres.
Por tanto, los dioses y las divinidades no desaparecen de la vida de los griegos con la democracia. El Estado les reserva un espacio para ellos, construyéndoles un templo, les asigna lo que tiene que ser su función: la protección de la ciudad de todos los peligros externos: los ataques de guerreros conquistadores y de los fenómenos naturales. Para manifestarles el agradecimiento de todos los ciudadanos, el Estado organiza ritos y ofrendas en señal de respeto y de reconocimiento.
La religión estaba al servicio del Estado, y era parte integrante de la vida social. La religión de los griegos, pertenece al grupo de las religiones primitivas politeístas, por lo que no puede compararse con las religiones monoteístas de la revelación, y aún menos compararla con la religión de la Iglesia católica. Las religiones primitivas no son dogmáticas, ni dictan normas morales. Las normas morales son de la competencia de los hombres, según criterios humanos. Laicismo y laicidad son vocablos que aparecen en el siglo XVI. El primer filosofo a hablar de una separación radical de la religión y lo político fue John Locke, en Inglaterra, para que creyentes y no creyentes fuesen considerados iguales ante la ley.
La crisis que atraviesa actualmente España, en parte procede de factores coyunturales venidos del exterior, pero lo que sacude la indignación de la opinión pública, son los escándalos procedentes del interior: la corrupción política y los privilegios acordados a ciertas personas y entidades, y en particular a la Iglesia Católica.
La corrupción, tiene sus raíces en la clase política, que aunque no todos los políticos son responsables, los que lo son, son demasiados. Como el dinero no tiene olor, ni tampoco color, la corrupción se encuentra de la derecha a la izquierda, aunque parece que es en la derecha donde más ha salpicado. Si la corrupción se ha extendido a tantos otros sectores de la economía, y expandido por todo el territorio nacional, la explicación es que el sistema político de este país lo ha permitido. Todo comienza con el abuso del poder de los elegidos procedentes de las listas presentadas por los partidos. Pues, cuando llegan a los cargos públicos, hacen de su función sus negocios privados, ilícitos pero fructuosos para el incremento de sus patrimonios, gozando al mismo tiempo de la inmunidad de la gozan sus cargos. Los responsables superiores, los que tiene por misión de asegurar la honorabilidad de la política, si ellos mismos no está también implicados en esos turbios negocios, cierran los ojos y dejan hacer, sobre todo cuando se trata ce compañeros de partido o de amigos muy próximos. Por eso el número de políticos responsables de la corrupción son tantos. Aunque luego más tarde, cuando la liebres saltan, gracias a magistrados que no se dejan sobornar por nadie, dicen con toda ingenuidad que son inocentes y que les han engañado… Ese discurso ya no pasa y la sociedad no es tan tonta como para creerse las declaraciones de muchos políticos.
Los políticos y los partidos se han desprestigiado a sí mismos y han perdido la confianza de los ciudadanos. Fenómeno que se produce en muchos países de la Unión, por lo que la regeneración de la política es más extensa de lo que puede imaginarse.
Los privilegios. El número de personas que gozan de un estatuto de inmunidad o de privilegios y excepciones es excesivo, no existen razones objetivas para justificarlo. Todos los privilegios que hacen que los delitos sean tratados e manera diferente, siempre a favor del delictivo, va contra la igualdad democrática de todos los ciudadanos.
Los privilegios acordados a la Iglesia Católica, merecen mención aparte por su amplitud y diversidad. El Concordato con la Iglesia Católica en los tiempos de la Dictadura y firmado por Franco, en un contexto del nacional-catolicismo, nada tiene que ver con el contexto actual, ni político ni social. La misma Constitución afirma que somos una nación Aconfesional, continuando a mantener los numerosos privilegios a la Iglesia Católica, contradice lo que la Constitución afirma. Seguir manteniendo a la Iglesia católica con el dinero de tos los contribuyentes hasta el fin de los tiempos, porque un Concordato lo dice, es injusto a sabiendas que la Iglesia es una potencia capitalista que no necesita una renta vitalicia para su subsistencia. Obispos y cardenales viven en palacios obispales, cuando por razones dejan los palacios, están los que se trasladan a residencias o áticos de cientos de metros cuadrados. La lglesia no es pobre y no se acomoda de la pobreza, tiene los suficientes recursos en dinero y propiedades para costearse sus propios gastos, los del boato y los de la caridad católica.
Los privilegios no se limitan a los contraídos con el Concordato, también están los que le acordaron para matricular a su nombre edificios aparentemente sin dueños pero que podrían pertenecer al Estado. Llegando a hacer parte de sus propiedades son exentas de tasas y de impuestos, incluso si son utilizados a otros fines que el culto. De la Iglesia no se conocen el extendido de sus propiedades, ni el de fortuna, todo es asunto secreto, para que se encuentre seguro y para evitar escándalos. El valor terrenal supera al espiritual, la acumulación de riquezas es misión de responsables eclesiásticos, y los evangelios hablando de la pobreza es necesario que se continúe predicándolo.
Para que no pierda la influencia de la Iglesia en la sociedad española apareció ya en los tiempos de Franco eclesiásticos sin sotana para que no fuesen reconocidos. Son gente bien preparada para los menesteres de una reconquista cristiana. Ocupan puesto claves en la sociedad y también en el gobierno cuando es el Partido Popular mayoría en el Senado. Miembros del Opus Dei, desde los simpatizantes a los más implicados reciben ministerios para qué dogmas y principios católicos pueden reflejarse en algunas de las leyes del gobierno.
Suficientes son las razones para que llegue el tiempo de las reformas, para que se regenere la política y se supriman todos los privilegios y al final todos los ciudadanos podamos decir que nuestra nación en una auténtica democracia.
“Laicismo y Democracia” es un concepto social y político que no pretende eliminar las religiones, pues su fundamento es el respeto de las libertades de cada persona para decidir de sus creencias. Si las religiones aceptan los principios democráticos y no pretende privilegios o excepciones en el sistema de la convivencia ciudadana de todos los ciudadanos, nada impedirá una cooperación en ciertas acciones sociales sin discriminaciones, ni condenaciones morales. La moral a respetar por todos los ciudadanos pertenece a la sociedad civil en su conjunto y no a consideraciones religiosas. Cada creyente puede tener sus opiniones en su espacio privado o en el espacio de sus creencias, pues las leyes en asunto de moral no son una obligación impuesta a los creyentes, pero si al respeto de otros. Cada religión en su Iglesia y Dios en la de todas, y el Estado laico en sus responsabilidades de gobernar para todos por encima de todas las convicciones personales.
“Vivir en Democracia” tiene que ser la consigna para las reformas, el grito de las generaciones nacidas en el periodo de Transición y que ahora tienen que vivir una crisis sin precedentes en su historia porque nos han hecho creer que la democracia era los algunos de los políticos que hablando de libertades pensaban solo en las suyas cuando eran los elegidos, excluyendo la sociedad civil que no tenían más remedios que acatar sus imposiciones. La sociedad civil excluida en sus derechos democráticos de participar en la gobernanza, no les queda otro remedio que contemplar los sainetes en las sesiones del Senado. Escuchar las amabilidades que se dirigían los unos a otros saber quién era el mejor y más hermoso del hemiciclo o que partido es el más corrupto. Otro tipo de talante esperan los españoles en los debates, problemas de fondo a solucionar evitando los ataques a personas o a partidos ya que ese tipo de intervenciones no conducen a nada sino el de rebajar cada vez más el nivel de sus intervinientes. Cuando se buscan venezolanos en algún partido, puede que se encuentren en otros fascistas o personajes de relieve que han servido de tapadera a corruptos de su mismo partido…
El camino será largo, pero la esperanza se encuentra en las nuevas generaciones de políticos y es a ellos, demócratas y laicistas, a quienes me encomiendo.