Las comunidades cristianas de base, vinculadas a la teología de la liberación, han dado un paso más allá de las organizaciones asistenciales para cambiar la realidad política en las elecciones
Las comunidades cristianas de base, tradicionalmente implicadas en las labores de asistencia social, están cada vez más activas en la política formal, participando tanto en candidaturas de unidad popular (Ahora Madrid o Barcelona en Comú), partidos emergentes como Podemos o plataformas específicamente políticas. Siempre lo hicieron en contextos de cambio, contribuyendo a generar transformaciones políticas y sociales. Como recuerda Vicenta Font, directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz (organismo público de la Generalitat de Cataluña), una de las voces de referencia de este movimiento, “los cristianos de base fueron muy activos, por ejemplo, en la fundación de CCOO, también en la génesis del movimiento vecinal y, por tanto, en la Transición y la llegada de la democracia”.
En un contexto en el que cada vez más voces teorizan sobre una segunda Transición o, al menos, sobre un cambio de ciclo debido a la irrupción de partidos regeneradores en un contexto marcado por la crisis institucional y política, los miembros de estas comunidades cristianas vuelven a dar un paso al frente inspirados en la denominada teología de la liberación. No es casualidad, como reconoce el párroco de la combativa parroquia San Carlos Borromeo, Javier Baeza: “Los creyentes no debemos estar ausentes de la realidad en la que vivimos, y en el momento actual muchos cristianos dan un paso a la primera línea política como una razón teológica, como respuesta a su fe”.
Para el párroco de la Iglesia de base de Entrevías, que saltó a los medios en 2007 tras el intento de cierre ordenado por Rouco Varela debido al tipo de liturgia que practicaba, “es verdad que con la aparición de nuevas plataformas, más ciudadanas y horizontales, como Podemos y Ganemos Madrid (denominación previa a Ahora Madrid), se ha sumado más gente del ámbito más progresista de la teología de la liberación”. El partido político Por un Mundo Más Justo, cuya ideología es el “transversalismo” y el “cristianismo de base”, es uno de los ejemplos más claros, al ser uno de los impulsores de Ganemos y de Convocatoria por Madrid, la plataforma fundada por Tania Sánchez que ha servido como motor impulsor de más de una treintena de candidaturas ciudadanas en toda la región. Pero no son los únicos.
Los casos más mediáticos han sido los de las monjas Teresa Forcades y Lucía Caram, aunque ideológicamente distanciadas. La primera, monja de clausura, goza de un permiso de la abadesa del convento de las benedictinas de Sant Benet de Montserrat y del obispo de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), Agustí Cortés, para no vivir en el convento, a la espera de que el Vaticano resuelva la petición de exclaustración que cursó para presentarse a las elecciones catalanas del 27-S. Junto al también cristiano de base, el economista crítico Arcadi Oliveres, fue la impulsora de Procés Constituent, una plataforma que nació con la voluntad de aglutinar a movimientos sociales y partidos de izquierda con el objeto de “romper con el régimen del 78”. Albano Dante es otro de sus miembros destacados, convertido ahora en el hombre de Pablo Iglesias en Cataluña para confluir con ICV-EUiA y las CUP.
“Las situaciones de pobreza tienen que resolverse con actuaciones políticas”, apunta Font, y es por ello que defiende la actitud de Forcades, “y muchos otros cristianos sin hábito”, por su decisión de “impulsar una formación, brindarse a la gestión política y entrar en el sistema electoral y propiciar cambios políticos”. Con el tiempo, si esta transformación se consolida, “mucha de esta gente de las comunidades de base se volverá a echar a un lado”, como ya pasó a principios de los ochenta una vez consolidada la Transición.
Sin olvidarse de las personas que siguen significándose solo por el trabajo social, con personas desfavorecidas, entiende que “es el momento de aportar también a la esfera política formal”. Las dos principales razones que esgrime Font, autora de Filosofía de la Paz o El millonario negocio de las armas, son “el anquilosamiento de los partidos tradicionales y que ya no es suficiente la labor social si no se acompaña de una incidencia política para transformar la situación. Unos cambios sobre los que es optimista, pues añade que “hay toda una generación de personas menores de 40 que reclaman nuevas formas de participación política, más allá de votar cada cuatro años».
Proceso constituyente o segunda Transición
La razón que esgrime el párroco Javier Baeza para explicar este salto de los cristianos de base a la primera línea de la política es que estas organizaciones son más abiertas y coinciden en un mayor intento de horizontalidad, “y si algo rechaza el Evangelio son las relaciones a nivel vertical entre las organizaciones”. La situación de emergencia social es otra de las razones que expone, puesto que “las comunidades de base luchan contra el mundo de la exclusión social y no podemos seguir ninguneando el empobrecimiento de la sociedad, algo que está en sintonía con el objeto de la teología de liberación que trata de empoderar a las personas pobres”.
Luis Ángel Aguilar, que formó parte de la candidatura de Cayo Lara en 2007 al parlamento de Castilla-La Mancha, es uno de los representantes en Podemos de la Iglesia de base. Miembro de la ejecutiva estatal, representan en ella a las Comunidades Cristianas Populares (CCP). Significativo también es el gesto de dos monjes de clausura que impulsaron el Círculo Podemos de Espiritualidad Progresista, a cuya presentación oficial acudió Juan Carlos Monedero. Uno de ellos, José Antonio Vázquez, de 44 años, también se presentó a las primarias para el consejo ciudadano estatal del partido.
La creciente tendencia de las organizaciones asistenciales vinculadas a la Iglesia que no esconden su insatisfacción por los negativos efectos sobre la sociedad de las políticas de austeridad es otro de los síntomas de este fenómeno. Cáritas ha sido, por su dimensión y la concreción de las conclusiones en sus informes, una de las más representativas de esta tendencia. El movimiento de los «curas rojos», como despectivamente se le llamó a los defensores de la teología de la liberación que en los años 60 y 70 que contribuyeron a la llegada de la democracia, vuelve a salir del armario. Otro síntoma más de que un cambio político llama a la puerta del Estado. Precisamente, la plataforma catalana dirigida por la monja Forcades se ha denominado Proceso Constituyente.