El ministro de Sanidad se ve inmerso en una controversia sobre el traslado de los restos de una santa a un hospital oncológico de Atenas.
El arzobispo de Atenas y jefe de la Iglesia ortodoxa griega, Jerónimo, aseveró que «los que piensan en este tipo de cosas (la separación entre Iglesia y Estado) se arrepentirán».
Las reliquias de Santa Bárbara que han viajado a Grecia desde Italia, donde llevan más de mil años, han llegado este viernes a un hospital oncológico de Atenas, en un acto que ha avivado tensiones entre religión, ciencia y política y generado una polémica en la que se ha visto inmerso el mismo ministro de Sanidad griego.
«Me parece bien que traigan las reliquias aquí con los pacientes, que de otro modo no podrían desplazarse para honrarlas», dijo en unas declaraciones a Efe Gogó, una señora de 60 años que hacía cola para entrar en la capilla del hospital oncológico San Savvas.
Desde primera hora de la mañana, centenares de fieles, mayoritariamente de edad avanzada, se congregaban ante las puertas del centro para honrar las reliquias de Santa Bárbara, que estarán durante diez días en el país.
Tras una breve ceremonia religiosa en la capilla del hospital, las puertas se abrieron para permitir entrar a los creyentes, lo que desembocó en una situación caótica con empujones, desmayos, tensión policial y pacientes alterados por miedo a perder su visita.
El presidente del sindicato de trabajadores del hospital, Kostas Katarajiás, trató de solucionarlo entre gritos.
«Abran camino para la gente que tiene que entrar al hospital, es hora de terapias y análisis. Hay trabajadores que no están logrando entrar», vociferó Katarajiás.
Unos días antes, la llegada de las reliquias a San Savvas había generado además cierto alboroto político, cuando el ministro de Sanidad del Gobierno izquierdista, Panayotis Kurublís, anunció su presencia en el acto, al que finalmente no acudió.
Kurublís, ciego y uno de los pocos miembros de Syriza que juró el cargo por la iglesia, hubiera sido el primer ministro en ir a una jornada como ésta, algo que desde el seno del partido izquierdista generó reacciones airadas.
El portavoz parlamentario Nikos Filis aseguró que un hecho así mandaría «un mensaje equivocado a los pacientes, ya que es una forma de populismo» inducir a la creencia de que el cáncer se cura mediante la fe.
«Syriza tiene una posición clara a favor de la separación entre Iglesia y Estado», sentenció Filis que añadió que «no se puede sustituir la confianza en la medicina por la esperanza de un milagro».
Además, el hospital, de gestión pública, lleva cinco años afrontando graves problemas debido a la falta de personal y financiación, con los horarios de los médicos ampliados para poder cubrir todos los turnos y con colas de hasta seis meses para que los pacientes de cáncer puedan someterse a radioterapia.
El presidente del sindicato de personal sanitario (POEDIN), Mijalis Gianakos, alertó asimismo de que «los problemas no se resuelven porque haya reliquias en peregrinación, sino que eso solo desorienta y oculta el verdadero problema de la sanidad pública bajo la alfombra».
En cambio, el presidente de la Asociación Médica Panhelénica, Mijalis Blastarakos, manifestó su confianza en que la visita de las reliquias pueda causar en el estado psicológico de los pacientes un efecto «positivo, especialmente si están pasando por momentos muy difíciles». «Incluso los médicos tratan de mejorar a través de su fe», enfatizó Blastarakos.
Finalmente, tras el debate, Kurublís alegó problemas de agenda al haber sido convocado a una conferencia organizada hoy por la Organización Mundial de la Salud en Ginebra.
A todo esto se añadió la respuesta del arzobispo de Atenas y jefe de la Iglesia ortodoxa griega, Jerónimo, quien aseveró que «los que piensan en este tipo de cosas (la separación entre Iglesia y Estado) se arrepentirán».
El arzobispo lo dijo este jueves en el santuario de Santa Bárbara, situado a las afueras de Atenas, donde las reliquias ya recibieron la visita de miles de griegos antes de ser llevadas hoy al hospital.
Según cuenta la leyenda, las reliquias de Santa Bárbara salieron de la capital griega alrededor del año 1000 de la mano de distintas princesas y aristócratas griegas tras casarse, y se esparcieron por Venecia, Valencia y Kiev.
Estas últimas fueron llevadas posteriormente al templo de San Martín en la isla de Murano, situada en el noroeste de Italia, donde todavía se custodian hoy, y desde donde han viajado a Grecia.