Cancelan La Bèstia i el Sobirà un día antes de la inauguración por censurar una sola obra.
Demasiado a menudo tenemos que lamentar el anticuado sistema de trabajo y gestión de las instituciones museísticas en vez de decantarse firmemente con la concepción del museo como un espacio de libertad
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) ha cancelado una exposición La Bèstia i el Sobirà por «desavenencias» entre el equipo comisario y la dirección del centro, Bartomeu Marí. La manzana de la discordia es una escultura de la artista austriaca Ines Doujak y el británico John Barker titulada La bestia y el soberano donde se reproduce una imagen de un pastor alemán, la activista boliviana Domitila Barrios y el rey Juan Carlos de forma que a la dirección le ha parecido inapropiada. La inauguración estaba programada para hoy martes y la dirección encontró la manzana el lunes.
Es la primera vez en más de 25 años que pasa algo así en el Macba, un museo que ahora mismo reproduce la Exposición Internacional de Arte en Solidaridad con Palestina que se inauguró en Beirut en 1978 y un monográfico del argentino Osvaldo Lamborghini que, según el propio museo, permite «comprender la punzante radicalidad de este artista aún no cartografiado por los relatos estéticos de los años ochenta». La punzante radicalidad de La bestia y el soberano -título copiado del último seminario de Jacques Derrida– ha sido demasiado para Bartomeu Marí, que vió la exposición ayer lunes por primera vez y «se dio cuenta que había una obra que no tenía que estar y pidió que se retirara».
La censura ha sido demasiado para los comisarios -Hans D. Christ, Iris Dressler, Paul B. Preciado y Valentín Roma- y los artistas, que se han negado a que la muestra se inaugure sin la obra programada. La exposición, una coproducción con la Württemberg Kunstverein de Stuttgart (WKV) con el apoyo de Kulturstiftung des Bundes, explora cómo las prácticas artísticas contemporáneas cuestionan y deshacen la definición de la soberanía política y cuneta con 30 artistas internacionales.
La exposición exploraba, según anunció el MACBA, cómo las prácticas artísticas contemporáneas cuestionan y deshacen la definición occidental y metafísica de la soberanía política a través de obras de los artistas internacionales más relevantes de los últimos quince años. Según Marí «las obras de arte son mensajes y hay determinados mensajes que no son apropiados que la institución emita» y que «las exposiciones deben estar de acuerdo con la línea editorial del museo». Esta obra se había presentado sin polémica en la 31 Bienal de Sao Paulo. Paradojiicamente, la alegoría en la que se basa la exposición consiste en la bestia, que supuestamente desconoce el derecho, y el soberano, el poder del cual reside precisamente en su capacidad de suspender el derecho.
Marí asegura que «he defendido, apoyado y estimulado esta exposición», con la que ha negado tener problemas. No ha querido dar su nombre ni explicar su contenido a la prensa. «Como las exposiciones son fruto de acuerdos entre artistas y comisarios e instituciones, que en este caso no han existido». Después ha recordado que el MACBA tiene una perspectiva «muy abierta» con relación a todos los temas estéticos y de la vida de nuestro tiempo, pero que en este caso considera que «no se adecuaba».
También ha dicho que lamenta mucho la situación porque en más de 25 años trabajando en el mundo del arte nunca antes había visto una cosa similar, y ha incidido en que, aunque ha tenido muchas discusiones con comisarios y autores, es la primera vez que no llega a un acuerdo. El director del MACBA ha reconocido que todavía no ha hablado con la artista y que tiene previsto hacerlo en breve para tratar de esta situación, que le parece lamentable, y explicarle personalmente los hechos, además de remarcar que el desacuerdo es entre el museo y los comisarios, y que como es el responsable ultimo, ha tomado una decisión con conocimiento de lo que implica y que lamenta muchísimo.
Sobre la exposición, ha dicho que se empezará a desmontar hoy mismo y que las obras de los 30 artistas que se iban a mostrar se devolverán a los prestadores, a los que se darán todas las explicaciones necesarias. Según el museo, los trabajos que se exponían en La Bèstia i el Sobirà, comisariada por y que ayer ya suspendió su presentación ante la prensa, proponían otra forma de entender la libertad y la emancipación como procesos de redistribución de la soberanía.
¿Crítica institucional o censura?
Oriol Puig. El Diario
El Efecto Streisand es como se denomina el fenómeno por el cual el intento de esconder o censurar una información produce el efecto opuesto, haciendo que el que se intentaba ocultar obtenga una mayor difusión. La misma censura hace que el contenido acontezca más popular y acabe esparciéndose en las redes sociales.
El MACBA ha cancelado a última hora la exposición ‘La bèstia i el sobirà’ alegando que la exposición contenía una obra inapropiada, pero no ha dicho de qué pieza se trataba. Con todo, no se ha podido evitar que poco rato después circulara por la red imágenes de esta escultura de la austriaca Ines Doujak donde aparece un perro penetrando la líder feminista boliviana Domitila Barrios de Chúngara, quien, a la vez, hace lo mismo con un hombre con una fisionomía que recuerda el rey Joan Carlos I. La reina Sofía figura como presidenta de honor de la fundación del museo.
Nada más trascender la noticia se ha producido un considerable ajetreo en las redes sociales por el que se considera, de forma bastante extendida, como un caso de censura y de intervencionismo en un museo. La ventilación de escándalos mediáticos en el mundo del arte está muchas veces emparejada a intereses de poder. A veces estas polémicas son fruto de negligencias y contingencias que desvelan el complejo subsuelo ideológico sobre el cual se asienta la industria cultural
El sistema del arte se caracteriza por la típica posición liberal permisiva que permite que se pueda criticar el juego mientras se juega. La crítica institucional, aunque venga revestida de inmoderación, exceso y parodia, es mejor asumirla como parte del mecanismo interno para evitar situaciones de ridículo mundial y el descrédito en el propio mundo del arte.
Demasiado a menudo tenemos que lamentar el anticuado sistema de trabajo y gestión de las instituciones museísticas en vez de decantarse firmemente con la concepción del museo como un espacio de libertad, un lugar de participación social que se abre al público porque este actúe, que sea un lugar vivo y activo, que genere cuestiones y autoaprendizaje. Un contenedor con las puertas abiertas de par en par a nuevas visiones y nuevos relatos.