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El hombre que enojó a un Papa

Fue católico, pero cambió la fe por la ciencia y casi lo excomulgan por clonar embriones humanos 

«Ojalá me excomulguen, ojalá me excomulguen». José Cibelli cruzaba los dedos para que la Iglesia católica concretara la amenaza que le habían disparado cuando se conocieron, a fines de 2001, sus avances en clonación humana. José, santafesino de Venado Tuerto, hijo de la Iglesia por bautismo, que por entonces era vicepresidente de Investigación de la empresa de biotecnología americana Advanced Cell Technology (ACT), había clonado embriones humanos con fines terapéuticos. La noticia fue una conmoción mundial. Desde el Papa Juan Pablo II hasta el presidente George W. Bush salieron a demonizarlo: el hombre no podía jugar a ser dios. El escándalo se reprodujo a escala en Venado Tuerto, en donde los Cibelli son una de las familias más conocidas y que más participan de la vida religiosa de la ciudad, cuando el obispo les dijo a sus padres que lo que el hijo pródigo de la ciudad había hecho podía resultar en una excomunión. Ahí fue cuando José cruzó los dedos y dijo «ojalá».

Para entonces, José ya no creía en dios. Había perdido la fe católica, que practicó con devoción desde su niñez, cuando estudiaba en la facultad, a fines de los años ochenta. «Fue sobre el final de mis veinte, mientras estudiaba Veterinaria en La Plata. Ahí empecé a tener cuestionamientos. La gota que rebalsó el vaso fue cuando empecé a trabajar en ciencia», cuenta hoy desde su laboratorio de Reprogramación Celular en la Universidad Estatal de Michigan, en Estados Unidos, en donde investiga el reseteo biológico de las células. Con el tiempo, volverse agnóstico le resultó natural, pero cuando comenzaron los cuestionamientos lo invadió la angustia. «Después me fui dando cuenta de que se puede ser una buena persona fuera de la Iglesia», cuenta.

Pero perder la fe tuvo, para José, un costo. En su libro Las neuronas de Dios, Diego Golombek habla de las similitudes y las diferencias entre religión y ciencia. Ambas, dice, trabajan sobre lo desconocido, pero mientras la fe responde las dudas con fe, la ciencia las responde con más dudas. Para Cibelli, la duda con la que convive el hombre de ciencia es una desventaja. «Todas las personas lo que estamos buscando, en definitiva, es un sentimiento de paz. Algunas personas lo logran corriendo maratones, otras por la fe, pero todas ellas llegan a ese momento en el que no hay ningún tipo de sufrimiento mental. Yo estoy, como todo plebeyo, en medio del sufrimiento. Hay preguntas que no podemos responder los agnósticos, nos tenemos que conformar con vivir sin una respuesta. Para los que tienen una fe muy fuerte, cuando llegan a momentos en los que no hay respuestas, frente a la muerte, frente al envejecimiento, utilizan la fe para contestar. La gente como yo no tiene esa ventaja».

José Cibelli | Veterinario

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