Símbolos católicos toman el monumento cordobés tras registrarlo la Iglesia a su nombre. Figuras de vírgenes y santos traídas de 44 monasterios ocupan temporalmente un lateral
Una pareja se besa ante el Hotel Mezquita, frente a la heladería La Mezquita, rodeados de tiendas que venden guías de “la mezquita” o “the mosque” con la característica arcada bicolor en portada. Los turistas llegan a esa calle cordobesa con un plano en el que el recepcionista del hotel les ha señalado “la mezquita”. Pagan los 8 de euros de entrada. Algunos, como Jingxian, han hecho 9.000 kilómetros desde China para verla. Pero entonces, por primera vez desde que planificaron el viaje, la palabra desaparece. La entrada al monumento, declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1984, solo dice: “El cabildo catedralicio le da la bienvenida a esta Santa Iglesia Catedral”.
Por 30 euros —menos de lo cuestan cuatro entradas—, y sin pagar impuestos, la diócesis de Córdoba inmatriculó en 2006 la mezquita-catedral, es decir, la inscribió a su nombre en el Registro de la Propiedad. La plataforma ciudadana que batalla por que el monumento vuelva a ser un bien público —Change.org dice haber recibido 386.254 firmas pidiéndolo— asegura que el obispado está llevando desde entonces una progresiva colonización de la parte musulmana. “La han llenado de simbología católica: junto al muro del mihrab, el espacio más importante, al que se dirige la oración, han colocado una enorme figura de San Juan de Ávila; han llevado allí dos belenes navideños y una exposición con esculturas de santos y vírgenes”, se queja Antonio Manuel Rodríguez, profesor de Derecho Civil y miembro de la plataforma.
La exposición temporal dura cuatro meses, se llama Córdoba, ciudad conventual y ocupa, con figuras traídas de 44 monasterios, uno de los laterales de la que fue la mayor mezquita de estilo hispano-musulmán de Occidente. Algunos turistas se sorprenden al verla. “No pega mucho”, dicen Dani y Marina, gaditanos, entre un Cristo crucificado y una imagen de Santa Teresa. “Es una sensación confusa. Está lleno de símbolos católicos”, se queja Alberto, de Barcelona. “Y no se habla de la historia musulmana”.
La mezquita empezó a ser construida en el año 785 sobre la basílica de San Vicente, y tras la reconquista, en 1523 se levantó una catedral en su interior. Cuando en 1994 la Unesco amplió la declaración de patrimonio mundial a todo el centro histórico de Córdoba valoró especialmente la “coexistencia” de la mezquita y la catedral católica: “Un gran ejemplo de tolerancia religiosa”. El ex director general de la Unesco Federico Mayor Zaragoza asegura que la actitud del obispado atenta contra esos principios. “Si esto no se reconduce, haré lo posible por que se sepa cuál es la situación. Y eso podría llevar a que la Unesco la declare patrimonio en peligro”.
La diócesis de Córdoba no comunicó a la Administración que había inmatriculado la mezquita-catedral en 2006: “No era necesario hacerlo, igual que cualquier particular inscribe su casa”, afirma el portavoz del cabildo catedralicio, José Juan Jiménez Güeto. “No es un bien estatal. Pertenece a la diócesis de Córdoba desde que fue consagrada como catedral, en 1236”. El consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Rafael Rodríguez (IU), no obstante, advierte de la contradicción entre ser “patrimonio mundial” y “propiedad de la Iglesia”. “Siempre se habían encargado de la custodia del monumento y jamás hubo problemas. Pero tras la inmatriculación clandestina el obispo cambió de actitud. Ha hecho suya la mezquita-catedral y no lo es. Es de todos”.
“La Iglesia ha mostrado una voracidad insaciable inscribiendo miles de propiedades a su nombre”, denuncia Antonio Manuel Rodríguez. “En este caso, si todo es catedral, con sus 20.396 metros cuadrados, la de Córdoba ¡sería más grande que la del Papa, San Pedro del Vaticano!”.
La Junta se movilizó definitivamente después de que el nombre de mezquita desapareciera de Google Maps durante cuatro días. El portavoz del cabildo catedralicio jura que no tuvo nada que ver y admite que el monumento es “más conocido mundialmente como mezquita”. El Gobierno andaluz pidió a Google España que volviera a llamar mezquita-catedral al monumento y que le dijera quién había pedido eliminar la palabra mezquita. Pero Google calla. “Cada día en todo el mundo se hacen miles de cambios de ese tipo”, justifica una portavoz.
La Junta pidió entonces una reunión para proponer la gestión conjunta del monumento. El cabildo les citó el día de Nochebuena. “Vamos a estudiar la propuesta. El consejero nos urgió a tomar una decisión antes de tres meses. Pero poner plazos y amenazar con medidas legales no ayuda a que haya un clima de diálogo”, se queja Jiménez Gueto. El consejero cree que es tiempo suficiente para comprobar si hay “voluntad” de entenderse. “Es imprescindible que en la gestión participe un órgano público porque el 90% del uso del monumento es turístico, no litúrgico. No queremos intervenir en ese 10%, pero en el resto sí”.
De enero a noviembre de 2014, el monumento recibió 1,4 millones de visitantes. El cabildo ingresa toda la recaudación por las entradas: más de 9 millones de euros en 2013. El 30% se dedica, según el portavoz, a “obras de caridad”; el 25% a “mantenimiento” y el resto a “actividades culturales, labor pastoral y gastos generales”.
La Junta y la plataforma ciudadana piden que esas cuentas sean “transparentes”. “No pretendemos meter la mano en la caja”, explica el consejero. Pero esos 9 millones de euros no se recogen pasando el cepillo en misa, sino cobrando una entrada al segundo mayor reclamo turístico de Andalucía, por detrás de La Alhambra. “La gestión debe ser profesional. A través de un patronato, una fundación o un concordato”, añade.
La plataforma insiste en que “no es un debate religioso, sino patrimonial” y exhibe el apoyo del exdefensor del Pueblo andaluz y sacerdote José Chamizo. Este pide al obispado que no convierta la parte de mezquita “en una tienda de antigüedades” y propone que los musulmanes puedan ir a rezar allí en sus fiestas. El cabildo responde: “Afortunadamente, en Córdoba, la comunidad musulmana dispone de tres mezquitas”. No incluye su catedral entre ellas.
Otro punto de enfrentamiento son los guías turísticos. El cabildo exige a los guías oficiales pasar un examen propio para mostrar la mezquita-catedral. La belga Rita Schiltz, premio Andalucía de Turismo en 2013, no puede entrar en el monumento, pese a que lleva 39 años ejerciendo en la comunidad. “Ese examen es ilegal e incluye preguntas de carácter catequético. Intenté presentarme dos veces y no me dejaron”, denuncia. El cabildo dice que no le consta que lo solicitara. Y el consejero, que un decreto obligará al cabildo a aceptar a los guías a los que la Junta haya dado el visto bueno.