En el Evangelio que yo tengo, Jesús pide que no atesoremos riquezas de este mundo; yo esperaba que unas monjas cistercienses de Zaragoza le hicieran caso, y no atesoraran millón y medio de euros, más de 240 millones de las antiguas pesetas, que ahora les han sido robadas. Jesús dijo que socorriéramos a los pobres, de los que, según Cáritas, hay en España más de ocho millones, mientras esas monjas se dedican a coleccionar billetes de 500 euros, que deberían haber empleado, conforme a su fe y a sus votos, en obras de caridad. Pero no les echemos la culpa solo a ellas que no hacen sino imitar lo que ven en sus superiores jerárquicos, según comprobamos, por ejemplo, en el aún fresco escándalo financiero de Gescartera, y el enorme expolio de solares y edificios, que tantos obispos están cometiendo estos mismos días contra los Ayuntamientos españoles, para no hablar de los negocios del Vaticano o de los no menos multimillonarios Legionarios de Cristo.
El triunfo de la Santísima Trinidad: Dios, patria y el ‘libre’ mercado (o de creencias que respaldan la victoria de Trump) · por José María Agüera Lorente
Trump regresa a la Casa Blanca envuelto en un aura mesiánica y acompañado esta vez de su particular…