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Zapatero se olvida de su “laicismo agresivo” y recibirá al Papa en Madrid

José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que recordarle el año pasado a Benedicto XVI que España es "un Estado aconfesional", después de que el Papa, al inicio de su último viaje oficial -primero a Santiago de Compostela y luego a Barcelona-, condenase el "laicismo agresivo" de nuestro país. Nueve meses después, sin embargo, el propio presidente del Gobierno; el portavoz del Ejecutivo y número dos del PSOE, José Blanco; el jefe del Estado, don Juan Carlos; el presidente del PP, Mariano Rajoy, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, rendirán pleitesía al máximo representante de la Iglesia católica, que llega el próximo jueves a Madrid para encabezar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) no como jefe de un Estado soberano –la Ciudad del Vaticano-, sino como líder religioso en visita pastoral.

Las pésimas relaciones entre el Gobierno y la Santa Sede que presidieron la primera legislatura de Zapatero, y que rozaron el punto de no retorno tras la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, han dejado paso a una etapa de deshielo, casi una entente cordial que ha irritado a muchos dirigentes y militantes socialistas, contrarios a esta nueva renuncia del presidente del Gobierno a una de sus más claras señas de identidad desde que llegó al poder: el laicismo y la progresiva abolición de los privilegios de la Iglesia católica, especialmente en materia de financiación.

La conversión de Zapatero desde el laicismo militante a la política de no agresión con el Vaticano -con el consiguiente alejamiento de buena parte de su electorado más progresista- se produjo en esta segunda legislatura. Y la primera estación de ese viacrucis fue hacer la vista gorda con el incumplimiento por parte de los obispos de su compromiso de autofinanciación -incluido en el Concordato vigente desde hace más de 30 años-, después de que en 2007 el Gobierno aceptase incluso aumentar un 34% el porcentaje de la cuota del IRPF que los católicos pueden dedicar a la Iglesia.

Luego, Zapatero enterró su promesa de reformar la Ley de Libertad Religiosa, que pretendía avanzar en la laicidad del Estado y contemplaba, entre otras medidas, la supresión de los crucifijos de los edificios públicos, la desaparición de las ceremonias religiosas en los funerales de Estado o la extensión a otras religiones de "notorio arraigo" de algunos de los beneficios que disfruta la confesión católica. Más tarde volvió a faltar a su palabra al renunciar a regular la eutanasia, que ha sido reemplazada por una Ley de Muerte Digna que la izquierda considera descafeinada y que tampoco gusta a la Conferencia Episcopal. Y ahora, en vísperas de la JMJ, concede exenciones fiscales a las empresas que financian el evento, aprueba un gasto aún no cuantificado para las arcas públicas en seguridad, limpieza o sanidad y, además, se postrará ante el Papa durante su estancia en Madrid.

Encuentro en la Nunciatura

El presidente del Gobierno se reunirá con Benedicto XVI el próximo viernes en la Nunciatura (embajada) del Vaticano en Madrid, dos días después de la manifestación convocada por movimientos laicistas, cristianos de base y partidos de izquierda contra la visita del Papa, que recorrerá el centro de la capital para protestar por el boato de la JMJ y exigir que se cumpla la aconfesionalidad del Estado consagrada en la Constitución. Y todo parece indicar que el encuentro entre Zapatero y el pontífice se celebrará en un clima de suma cordialidad, a juzgar por la bandera blanca que tanto el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, como algunos miembros del Gobierno han exhibido en sus declaraciones de los últimos días.

Ayer, el portavoz del Ejecutivo y ministro de Fomento reveló que acudirá a la multitudinaria misa que se celebrará el próximo domingo, presidida por Benedicto XVI, en la base aérea de Cuatro Vientos, y que lo hará "sin incomodo". Blanco defendió el derecho de los anti-Papa a manifestarse contra la presencia del pontífice, pero aseguró que la visita se ha organizado "de manera austera". "Es verdad que acarreará algunos gastos, pero también importantes ingresos, y al final, ponderando ambos, no será un gasto para el Estado", señaló el número dos del PSOE.

Pero Zapatero y Blanco no serán los únicos mandatarios y dirigentes políticos que agasajarán al Papa. El Rey se reunirá con él al menos en tres ocasiones: el jueves en el aeropuerto de Barajas, cuando acudirá a recibirle; al día siguiente en el palacio de La Zarzuela, y el viernes en la despedida oficial, de nuevo en Barajas. Antes, el mismo día de su llegada, Ruiz-Gallardón entregará a Benedicto XVI las llaves de oro de Madrid. Y el sábado, durante una misa con jóvenes seminaristas en la catedral de La Almudena, Rajoy también mantendrá un encuentro con el líder religioso. El presidente del PP, en un artículo publicado el pasado domingo en el diario Abc bajo el título Un evento de resonancia universal, aseguraba que esta nueva visita del Papa, la tercera de su pontificado, revela la "particular predilección que siente el Santo Padre por España".

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