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Yo soy Jesucristo

Jerusalén recibe a decenas de peregrinos, sobre todo judíos y cristianos, que desarrollan trastornos mentales que los llevan a creerse el Mesías, la Virgen o el Rey David

En el tramo de la Vía Dolorosa que va desde el Hospicio Austriaco hasta la iglesia de Santa Ana, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, un hombre de unos 40 años con una melena rubia, barba y una túnica blanca camina pausadamente. Los comerciantes de la calle ni lo miran, los turistas, en cambio, lo observan con sorpresa. Algunos piensan que es un actor escapado de algún rodaje sobre Jesucristo y le hacen fotos. Él, ni se inmuta. "Pobre hombre, se cree que es Cristo", comenta el dueño de una tienda de alfombras.

El transeúnte de la túnica, que según otro comerciante de la Vía Dolorosa "es extranjero", no es el único que se identifica con el Hijo de Dios en la Ciudad Santa. "Entre 100 y 300 personas cada año, muchos de ellos peregrinos cristianos y también ciudadanos jerosolimitanos", sufren el Síndrome de Jerusalén, según explica Pesach Lichtenberg, director de la División de Hombres del departamento de Psiquiatría del Hospital Herzog y profesor de Psiquiatría en la Universidad Hebrea de Jerusalén. "Muchos enfermos piensan que son el Mesías, Cristo o que están en este mundo para anunciar su mensaje", indica Lichtenberg. Los afectados son "psicóticos que creen tener un papel importante en la redención del mundo", dice el psiquiatra. La Navidad es una de las épocas del año en la que se dan más casos del síndrome.

Peregrinos cristianos portan velas en la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén. ARCHIVO / AP

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