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Ya está bien de visitas fastuosas del Papa

Cuando libre y conscientemente se descubre que el sentimentalismo producido por doctrinarismos puede conducir a carroñerías, se experimenta la liberación del bloqueo de conciencia producido por la Iglesia ultraconservadora y por otros factores que impiden la libre realización personal

Por qué tanta visita? ¿Será porque el Estado español sigue siendo la miserable reserva espiritual de Europa y un territorio muy contaminado por las altas jerarquías, dada su sintonía con la política más corrupta del capitalismo ultraliberal y de los partidos que le defienden?

Permítanme una breve reflexión sobre el Nuevo Testamento y la historia de la Iglesia católica.

Cuando los pueblos son embaucados por religiones poderosas, pierden el espíritu fraternal y el tren de los avances humanos y sociales, siendo víctimas de partidos corruptos, por no perder «clientela» electoral, y de regímenes fascistas que apoyan económicamente a la iglesia, para que mantenga la hegemonía cultural y les «saquen las castañas del fuego asistencialmente», en vez de exigirle su autofinanciación. Por ello esta visita se enmarca en la ofensiva del ultracatolicismo triunfalista, apoyado por autoridades, grupos mercantiles y mediáticos, marginando a los sectores cristianos comprometidos con el mensaje primitivo de amor fraternal y las verdades objetivables de justicia y libertad. Sin estas premisas la libertad es pura falacia.

A este respecto, la cultura juvenil del Papa, quien estuvo relacionado con organizaciones nazis, pudo influir en sus conceptos cristianos, dada su actitud autoritaria de represión vaticanista defendiendo la doctrina de la fe, privando escandalosamente de libertad al teólogo Leonardo Boff.

Sobre la visita, Juan José Tamayo, presidente de la asociación Teólogos y teólogas Juan XXIII, organizadora del XXXI Congreso de Teología Crítica, encarnada en los problemas sociales y apoyada por 52 colectivos y revistas estatales, decía en la UIMP: «La visita es publicitaria, por lo que estamos en contra…». Todo triunfalismo religioso puede ocasionar fanáticas creencias que induzcan a masacres como en Noruega y otros muchos sitios.

Considerando estas enseñanzas doctrinarias, ¿qué se podrá esperar de la juventud mundial que siga esta espiritualidad «fascista» -llamada cristiana-, cuando no pasa de vulgar y espectacular catolicismo, por su renuncia a los genuinos valores cristianos?

¿Para qué vino? Como ferviente católico reconvertido al espíritu cristiano primitivo, cuyo mensaje evangélico considero una invitación a la convivencia fraternal en justicia, igualdad digna, libertad individual y social, etc., pienso que vino a potenciar una iglesia discriminatoria y caduca.

Veamos algunos acontecimientos que condicionaron su devenir histórico. En el siglo IV, por interferencias políticas romanas, pasó -progresivamente- de ser perseguida por defender los valores humanos y sociales a ser represora, realizando auténticas tropelías anticristianas, con guerras santas, la inquisición, actitudes dictatoriales… hasta los años 60 del siglo pasado, cuando Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II, del cual la Iglesia consiguió universalmente considerable purificación, exceptuando diversas situaciones, como la del nacionalcatolicismo franquista. Pero, aun conservando importantes valores, la perversión capitalista fue degradando aquellos avances ecuménicos, culminando la corrupción con el misterioso fallecimiento de Juan Pablo I en 1978, treinta y tres días después de ser elegido. ¿Cuáles serían los motivos? ¿Haber exigido transparencia contable? Después de exhaustivas indagaciones, se sospecha de un magnicidio por agentes de criminales poderes de dentro y fuera del Vaticano. ¿Será la CIA la que elige ahora a los Papas, suplantando al Espíritu Santo?

Su sucesor, Juan Pablo II, influyó en la fulminación del socialismo real y en la elección del actual ultraconservador Benedicto XVI, quien se permitió la ingerencia sobre la ley soberana de interrupción voluntaria del embarazo del Estado español, intoxicando aún más a quienes, como dice el ex director de La Cagiga (centro pionero de Educación Sexual y Reproductiva en Cantabria), José Domingo Álvarez -que comparto plenamente-, «quienes desconocen la ciencia y experiencia, deberían considerar si su visceral oposición a dicha ley será causada -algunos lo hemos experimentado- por razones religiosas ultraconservadoras, debiendo dar al César lo suyo y a Dios también. Entonces, entenderían el daño humano y social que produce su actividad de rémora carroñera, dando la brasa en los media». Dicho ex director valora muy positiva esta ley. Aplicándola correctamente, se podría evitar que niñas de 10 años dieran a luz como recientemente en Cádiz. Así mismo, no habría que lamentar los gravísimos traumas para las madres menores de 15 años y sus 177 niños nacidos en 2008.

La OMS recomienda un centro como La Cagiga por cada cien mil jóvenes entre 13 y 25 años.

Quienes se obsesionan contra la susodicha ley, deberían saber que evita multitud de abortos. Para tener descendencia, por civismo -entiendo-, deberían tener un «carné» que avale su concepto sobre la dignidad del ser humano.

Cuando libre y conscientemente se descubre que el sentimentalismo producido por doctrinarismos puede conducir a carroñerías, se experimenta la liberación del bloqueo de conciencia producido por la Iglesia ultraconservadora y por otros factores que impiden la libre realización personal. ¿Cómo conseguirlo? Mediante profunda meditación, siguiendo honestamente la conducta evangélica, como orientación teológica crítica socialmente. Entre otras fuentes, Enrique de Castro en sus libros «Dios es ateo» y «La fe y la estafa», y la Teología de la Liberación (denostada públicamente por Juan Pablo II), comprometida con la justicia sin reservas, por lo que fueron víctimas Ellacuría y sus compañeros.

Con estas demostraciones de grandeza, la Iglesia ha sido históricamente «fábrica de ateísmo».

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