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Y los mercaderes volvieron al templo

El pasado jueves 10 de enero tuvo lugar en la Facultad de Medicina de la UGR una conferencia sobre el Zen, por el afamado maestro de esta disciplina y teólogo: Alexander Poraj. No es fácil decir brevemente de qué habló. El tema era supuestamente "espiritualismo y ciencia", pero la verdad es que el discurso consistió en una cadena de enunciados reales entremezclados con otros puramente dogmáticos; la simple yuxtaposición de enunciados veraces con barbaridades anticientíficas bastaba para que el público asintiese convencido. Entre enunciado y enunciado, recurría a un silencio solemne, pensativo, que lo hacía parecer sabio. Me sorprendió también la buena aceptación de sus falacias etimológicas. Buena parte de su discurso se basó en que la palabra santo y sano estaban emparentadas en latín. De ahí sacó, con notable destreza de sofista, que estar sano consiste en querer ser santo. ¡Basta con la vocación de ser santos para curarse de cualquier enfermedad! No tardé en recurrir al DRAE para comprobar si efectivamente estaban emparentadas etimológicamente estas palabras, y cuál fue mi sorpresa que santo viene de sanctus y sano viene de sanus. Pensé: “pobre de él, es alemán, no domina el latín ni el castellano”, pero acto seguido empezó a soltar una serie de proverbios latinos que me demostró que en realidad era todo un experto. No sé si sanctus y sanus están emparentadas en un latín más primerizo (no digo que no), pero no sé qué puede significar. Es más lógico atender a lo que hoy día significan esas palabras y no a lo que significaron en el imperio romano. Digital viene de dedo en latín y no por ello los relojes digitales tienen algo que ver con los dedos de la mano más allá de la etimología. No sé si es que la gente entró al Aula Máxima convencida ya de lo que iba a escuchar, o que cada día el ciudadano es más vulnerable a este tipo de engaños. Otra de las cosas que dijo: “Se ha descubierto que si concentramos toda la masa de nuestro cuerpo, estaría toda concentrada en un punto insignificante”. Es verdad, desde el núcleo del átomo (la masa) a los electrones hay todo un abismo de espacio vacío. Evidentemente, esto es sólo una curiosidad científica que nada cambia en nuestro quehacer cotidiano, como lo de que somos un 90% agua, pero él concluyó de todo esto que no somos nada y que debemos concienciarnos de ello a través del Zen. No sé si es un sabio; astuto, desde luego. Muchísimas personas le pagan anualmente para ingresar en sus cursos, y de las más de 200 personas que allí asentían con los ojos desorbitados, muchos saldrían directos a comprar su libro. Él salió con más clientes, la gente más estafada, y yo más desencantado. Desencantado con la crisis del pensamiento a la que nos estamos abocando. Desencantado con que una universidad de prestigio como la nuestra deje hacer negocio fraudulento en sus instalaciones. ¿Hará falta un Jesucristo para expulsar a los mercaderes del templo? Una pena.

Felipe Reyes Guindo
Estudiante de Filología Hispánica por la UGR y miembro de UNI Lacia

Un momento de la conferencia en la Facultad de Medicina de Granada

El artículo ha sido publicado como Carta al director en el periódico local Granada Hoy y días más tarde en Ideal. Pueden verse en los archivos adjuntos.

Puede comprobarse en el caartel la organización directa de la Universidad de Granada

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