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Vuelven las obras (y el dinero) al Palmar de Troya

Los nuevos ingresos económicos desdicen los rumores sobre su desaparición. El papa Gregorio VIII se deja ver con mucha frecuencia por las calles de Utrera, haciendo gestiones bancarias sobre todo

Si en el Vaticano conviven dos papas católicos, en El Palmar de Troya pervive el grupo cristiano que tanta fama alcanzó cuando lo dirigía el ‘papa’ Clemente, Gregorio XVII. Tras su muerte en 2005, y la de su sucesor Pedro II (es decir, Manolo Alonso Corral) en 2011, llegó al poder el padre Sergio, rebautizado como Gregorio XVIII, un murciano de Mula que ha ido escalando en el escalafón durante las últimas décadas. Durante 1968 y 69 en esta pedanía de Utrera (Sevilla) miles de creyentes vieron a la Virgen -y al sol danzando, y olieron rosas inexistentes, y no se mojaron cuando llovía, y…- en un movimiento de fe desatada que convulsionó el país. Su punto de inflexión sería la ordenación de Clemente Domínguez Gómez como cura y obispo de forma legal por un arzobispo vietnamita -Ngo Dinh Thuc, hermano del sangriento presidente Dinh Diem- de tendencia ultra. Tres años después, en1978, Clemente se autoerigió Papa. Definir a este grupúsculo como cristiano no es un exceso, sino el calificativo religioso que le reconoció el Ministerio de Justicia cuando legalizó a la Iglesia de El Palmar de Troya en los años 80, decisión clave pues salvó de la ruina -gracias al ventajoso trato fiscal que obtenía- al grupo liderado entonces por Gregorio XVII, el Papa Clemente para la historia. Y ahí siguen. Quienes una vez más -y van- dieron hace un año por agónico al folclórico cisma sevillano, contemplan ahora que el andamiaje ha vuelto a la gigantesca basílica que preside desde un cerro la pequeña pedanía utrerana, visible desde buena parte de la plana comarca. Vuelven a ingresar dinero en las arcas, y todos señalan una vez más a los fieles captados en Alemania. La financiación de El Palmar no es un gran secreto, pues utiliza la vieja técnica religiosa que tan buenos resultados da siempre. La enésima demostración han sido los millones de euros recaudados en estos años por otra vidente en Madrid, Luz Amparo Cuevas, siguiendo la escenografía habitual: aparición divina en un árbol (fresno en Madrid, lentisco en Sevilla); pozo de agua santa para poder venderla y disponer de flujo de caja; mensajes divinos a vidente analfabeto y de religiosidad menos que primaria, presuntos milagros… Una escenografía que va convenciendo a los fieles para que, de los donativos puntuales, pasen al premio gordo: cambiar sus testamentos a favor del grupo religioso. Lo logran con facilidad entre las personas mayores que atienden durante sus últimos años dentro de las residencias construidas al efecto. Esta es la clave, la atención a los ancianos, conseguir que estas personas con voluntades mucho más influenciables estén bajo su custodia. Así ocurre en el Palmar, y en todos los movimientos nacidos de videncias, como la de Luz Amparo. Los del Palmar respiran pues tranquilos con esta, siquiera, leve bonanza económica. Se aprecia la colocación de tejas de colores y, en general, la mejora de las grandes torres con campanario de la basílica, obra infinita que les permite seguir rogando donativos con el fin de terminarla algún año. Sin embargo algo se mueve en una línea heterodoxa que no es, ni mucho menos, la habitual en este integrista grupo. Porque el tercer papa del Palmar marca otra línea de actuación, otra forma de liderar. Gregorio XVIII, el antiguo padre Sergio María, se deja ver con mucha frecuencia por las calles de Utrera, haciendo gestiones bancarias sobre todo. Ya este hecho es singular, pues una vez nombrados papas ni el sevillano Clemente Domínguez ni el pacense Manolo Alonso prácticamente salieron de las instalaciones amuradas que posee la Iglesia Palmariana. Pero, además, Sergio María aparece en la calle vestido con una simple sotana, sin más alardes, como uno de tantos sacerdotes, obispos o cardenales que aún conservan los del Palmar repartidos por el mundo, en particular Alemania, Francia, Irlanda y Suramérica. La tesis que se maneja para explicar este comportamiento es digna de la reconocida inteligencia -al igual que su estricto carácter- de Sergio María. Pretendería apartarse del componente apocalíptico, ultraderechista y anti Roma que siempre fue seña de este cisma y su Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, para decantarse hacia el formato de grupo religioso de carácter integrista, más ‘amable’ para nuevos públicos. Algo muy pragmático a efectos de supervivencia económica. No parece mala idea. Otros grupos de similares planteamientos teológico-costumbristas (misa en latín, separación de sexos, apología del dolor físico, obediencia ciega, donativos obligatorios), como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, han alcanzado sus mayores cotas de poder gracias a los propios Papas de Roma, afectos a estas tesis rigoristas. Si en El Palmar caminan en esa línea, quizás puedan aproximarse ventajosamente a Roma, aunque ciertamente Francisco I no parece afecto a estos subgrupos integristas. Cuando la pedanía de El Palmar culmine en breve el trámite para ser municipio independiente de Utrera, sin duda su gran atractivo será la gigantesca basílica de este grupo, considerado secta por muchos. Si el visitante se viste ‘correctamente’, sobre todo las mujeres, puede entrar y visitar su espectacular ristra de cristos y vírgenes, y rezarle a los muchos santos declarados por el papa Clemente: desde Franco y José Antonio, a Colón y Carrero Blanco.

El Palmar de Troya

Unos obreros trabajan, sobre andamios, en la iglesia del Palmar de Troya. // LAURA LEÓN

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