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Viudas negras, novias de Alá

La mayor parte de los atentados cometidos en Moscú o en las regiones del Cáucaso tienen como protagonistas a mujeres de las que, según un estudio, sólo una de cada diez está movida por ideales

Las mujeres kamikaze, inspiradas por la venganza o actuando obligadas, responsables de los atentados del lunes en el metro de Moscú y de muchos de los cometidos en Rusia en los últimos diez años, son el arma privilegiada de la rebelión islamista del Cáucaso Norte.

La cabeza y las extremidades de una de las presuntas terroristas suicidas fueron encontradas el lunes en la estación del metro moscovita Park Kultury.

"Era una mujer joven de entre 18 y 20 años con un rostro típico del Cáucaso y de ojos marrones", indicó una fuente de las fuerzas del orden citada por la agencia Interfax. Circunstancia que no tiene nada de asombroso según los especialistas. "Los atentados en el Cáucaso Norte son cometidos a menudo por mujeres", recordó Grigori Shvedov, redactor en jefe de portal de información sobre el Cáucaso kavkaz-uzel.ru.

Alexandre Tcherkassov, un especialista del Cáucaso de la ONG Memorial piensa que "lo que más a menudo las lleva a morir es la venganza".

"A menudo son mujeres que tienen parientes entre los terroristas (…) Las mujeres son más emotivas, si toman una decisión, nada puede detenerlas", explicó por su parte Vladimir Vassiliev, jefe de la comisión de la Duma que dirigía la célula de crisis cuando se produjo la espectacular toma de rehenes en un teatro de Moscú en 2002, en declaración a la radio Eco de Moscú.

Las imágenes mostrándolas con velos islámicos y cinturones con explosivos durante la toma de rehenes en el teatro Dubrovka provocaron una verdadera conmoción.

Apodadas las viudas negras dieron que hablar en varias ocasiones desde entonces: atentado durante un festival de rock en Moscú en julio de 2003 (15 muertos), la doble catástrofe aérea del 24 de agosto de 2003 (90 muertos) y varios ataques mortales en el Cáucaso.

En una obra de investigación titulada Las novias de Alá publicada en 2003, la periodista rusa Yulia Yuzik afirmaba que una de cada diez de esas mujeres estaba motivada por ideales. Las otras nueve, habían sido drogadas con psicotrópicos y manipuladas. El batallón de kamikazes Ryad-us-Salihin (Jardín de los Virtuosos) creado en 2002 y que en 2009 anunció reiniciar sus actividades, "trata deliberadamente de reclutar a mujeres (…) porque las mujeres suscitan menos sospechas", según Grigori Shvedov.

Alexandre Tcherkassov lamenta que Rusia no dé a esas mujeres ninguna oportunidad para salir del círculo del terrorismo. Al respecto citó el ejemplo de Zarema Mujijoieva, que reclutada como kamikaze "se entregó a las fuerzas del orden" en julio de 2003 cuando se disponía a cometer un atentado contra un café de Moscú.

"Confesó todo, hubo detenciones gracias a ella, pero de todas maneras fue condenada a 20 años de cárcel".

La realidad es que el jefe del Kremlin, Dimitri Medvedev, que en los dos años que lleva en el poder no ha conseguido imponer la paz en la región del conflicto, anunció una dura respuesta, que se materializará en un nuevo operativo militar. Los siloviki, los representantes del aparato estatal temidos por su violencia, volverán a actuar… desde luego sin violar los derechos humanos, tal como se encargó de apuntar enseguida Medvedev. No obstante los defensores de los derechos humanos temen que, al igual que ocurrió a menudo en el pasado, este tipo de atentados también sirven para "apretar un poco más las clavijas".

La situación en el corazón de Rusia ha sido considerada durante mucho tiempo como estable, hasta noviembre pasado. Entonces un tren de lujo, el Newski Express, que une Moscú con San Petersburgo fue blanco de un atentado, presuntamente perpetrado por islamistas. En el atentado murieron 26 personas.

Poco después de este ataque, el que para Moscú es el número uno de los peligrosos bandidos (según la denominación oficial), Doku Umanov, anunció una guerra santa contra el Kremlin. Dijo que se iban a perpetrar atentados en toda Rusia.

El Emir del Cáucaso, tal como Umarov se ha proclamado, quiere expulsar de una vez por todas a "los ocupantes rusos sedientos de sangre" de la región montañosa donde viven diversos pueblos, varios de los cuales creen en el Islam. "¡Nunca vamos a ceder el Cáucaso!", escribió Umarov, de 45 años. Numerosos seguidores de Umarov, que tienen sobre todo en su punto de mira al jefe de gobierno Vladimir Puntin y sus "perros falderos", se alegaron tras el baño de sangre en Moscú y dieron gracias a Alá.

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