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Violencia y religión

En las reuniones mensuales de Granada Laica, se trata un tema para debatir. Son preparados a modo de coloquio y un compañero o compañera prepara la introducción al debate. En este caso sobre la violencia y la religión.

VIOLENCIA EN GENERAL DENTRO DE LAS RELIGIONES

A lo largo de la historia humana se han venido produciendo episodios violentos motivados principalmente por las ansias de dominio personal o social de los individuos o colectivos. Nuestro género humano tiene entre sus caracteres aspectos violentos que impregnan toda nuestra vida.

En los conflictos violentos, los agresores pueden, tener cualquier motivación, pero sus argumentos resultan más difícil de justificar sin el concurso de la “capa” del dogma teológico “que todo lo tapa”. Sacralizar la violencia por parte del que la ejerce, resulta muy útil, porque así no tienen que dar a penas explicaciones.

La religiones en general encierran ritos, sacrificios y métodos de propagación y defensa, en los que se emplea la violencia. Esto último sobre todo en las religiones monoteístas, principalmente judíos, musulmanes y cristianos.

Respecto a los ritos y sacrificios, son innumerables los casos de religiones que en ofrendas y ceremonias utilizaban y utilizan la violencia.  La cultura azteca en época precolombina y las religiones de la zona mesopotámica en época bíblica (pueblos cananeos, fenicios, etc.) ofrecían sacrificios humanos a sus divinidades.

Los aztecas centraban su vida en la guerra. Sentían el deber de mantener a su dios solar ofreciéndole el corazón y la sangre de alguno de sus miembros, escogido por los demás cada año por su belleza y fortaleza: era un privilegiado. Pero principalmente sacrificaban prisioneros capturados en las guerras floridas que debían practicar asiduamente con esa finalidad.

Se pueden distinguir dos tipos de violencia en las religiones mayoritarias: la familiar y la militar.

LA VIOLENCIA FAMILIAR

 Ésta se ejerce dentro del ámbito de la familia. Así, al margen de la Biblia, en las religiones antiguas mesopotámicas, la diosa Tiamat era asesinada por su hijo Marduk, quien tras lo cual, fue coronado por sus hermanos. En este contexto se sitúan en Grecia la tragedia de Esquilo La Orestiada y los mitos referidos a la muerte del padre, reflejada en sendas historias de Edipo y Urano.

 1.- Contra el hijo

 Dentro de la Biblia son frecuentes las referencias al sacrificio en altares levantados en honor a Yahvé de los hijos primogénitos, normalmente indultados “in extremis”,. En el caso del éxodo de los israelitas de Egipto, donde en principio estaba previsto fueran sacrificados los primogénitos de los judíos…, al final Yahvé los perdonó, y optó por exigir la muerte de los primogénitos del pueblo egipcio. Es de sobra conocido el episodio de Abraham e Isaac, en el que se permutó el sacrificio del hijo por el del carnero, que casualmente pasaba por allí.

 Un caso más cercano es el del Dios omnipotente cristiano, quien no tiene reparos en sacrificar a su propio hijo divino y hacerle morir en la cruz, para su autosatisfacción, en concepto de reparación por los pecados cometidos contra él por la humanidad. Por lo visto en ese momento no fue tan infinitamente bueno ni poderoso, como para perdonar a los hombres sin reunir tan drástica condición.

             2.- Contra la hija

 De esta practica de asesinatos redentores no se salvan ni las hijas, Jefté hizo una promesa a Yahvé: “si entregas a los amonitas en  mi mano, el primero que salga a mi encuentro de mi casa, cuando regrese victorioso, lo ofreceré a Yahvé en holocausto. Así fue, mató a su hija dándole gracias a Dios por la victoria.

             3.- Contra la mujer

 Existen en la Biblia y en el Corán muchos pasajes de violencia de género. Por nombrar alguno, cabe señalar los siguientes casos: En el Génesis bíblico, Lamek, guerrero sagrado, tomó como botín de guerra a varias mujeres sumisas, casi esclavas. Ello con el beneplácito de la divinidad. En el libro de los jueces hay varios pasajes estremecedores en los que, o bien se tiene a la propia esposa como mujer objeto, que se pone a disposición de violadores, digna de ser sacrificada, o bien la mujer de otra tribu es blanco de rapto prescrito por la asamblea de las tribus.

 4.- Contra uno mismo

 Se puede considerar como un apartado más de la violencia familiar, las autoagresiones que suponen  penitencia y disciplina. Esta praxis casi sadomasoquista de la flagelación, llevar cilicios, autolesionarse por castigar la inclinación carnal del propio cuerpo (enemigo traidor), etc., son prácticas violentas contra uno mismo. En la actualidad se desarrollan en muchos lugares del mundo, principalmente durante la semana santa (Los “picaos” en San Vicente de la Sonsierra –La Rioja-, las crucifixiones en Filipinas y América latina, etc.). También lo hacen durante todo el año muchas congregaciones católicas radicales, como son el Opus Dei y los Legionarios de Cristo.

 LA VIOLENCIA MILITAR

Por lo que respecta a la violencia militar, es ejercida por los miembros de muchas religiones en un escenario externo a la familia. En un contexto de hostilidad hacia aquellos grupos, que no se encuadran en la organización o sociedad religiosa de la que los agresores forman parte. Especialmente actúan contra los pueblos considerados como rivales, que puedan suponer un competidor en la captación de adeptos, o defiendan ideas que pongan en evidencia sus dogmas. Todo ello como actuación colectiva organizada.

 Algunos se niegan a aceptar que las grandes religiones, reputadas fuentes de concordia y humanitarismo, puedan propiciar enfrentamientos tan sangrientos. Pero no se debe olvidar por un lado el funcionamiento de las religiones, y por otro, su esencia. Ambos aspecto son clarificadores a la hora de explicar el motivo y la razón por los que se produce ese tipo de violencia.

             1.- Funcionamiento de las religiones

 Las religiones funcionan como elementos de cohesión hacia dentro de las sociedades en que son hegemónicas, pero en cambio, a lo largo de la historia han provocado hostilidad y enfrentamiento hacia fuera, contra las comunidades con creencias diferentes. Esto es especialmente cierto en los monoteísmos,que introducen una exigencia excluyente de verdad, con sus dogmas de fe; cosa que los paganos politeístas no conocían. Los monoteísmos no viven pacíficamente con otras formas de culto, las consideran falsas e idólatras, e imponen su erradicación por la fuerza si es necesario, como un deber piadoso de sus fieles. En el Antiguo Testamento hay testimonios y elogios de abundantes matanzas de infieles por mandato de los profetas, donde Jehová es un “Dios celoso”, que no admite que se elevan altares a otras divinidades.

 Así sucedió con el profeta Elías que mandó a su pueblo: “Tomad a los profetas de Baal, que no escape ninguno de ellos” y los degolló a todos; se trata de un verdadero linchamiento religioso. Otro episodio parecido es el de Moisés, que al bajar del monte Sinaí  y ver la perversión de su pueblo, dijo: “Quien esté de parte de Yahvé únase conmigo”, y se unieron los hijos de Leví. Él les dijo. “Así ha dicho Yahvé, el Dios de Israel: Que cada uno se ciña su espada, regrese al campamento y vaya de puerta en puerta matando cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente”, y una vez fue obedecido, prosiguió: “Hoy os habéis consagrado a Yahvé, pues cada uno se ha consagrado matando a su hijo y a su hermano, para que él os dé hoy la bendición”. Esta fue la primera matanza religiosa.

 Fernando Sabater, en su libro La vida eterna, hace la afirmación: “En el Antiguo Testamento las exhortaciones al genocidio son tan frecuentes, que más que escandalizar, aburren”.

 El culto al ser supremo monoteísta dio lugar a la persecución ideológica: La santa Inquisición, el exterminio de los cátaros con su terrible consigan: “!Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!” La apostasía y la herejía han sido castigadas con la muerte tanto por judíos, como cristianos, y musulmanes.

 2.- Esencia de las religiones

 Por otra parte la sustancia de las religiones no es un sistema filosófico, sino una amalgama de creencias inverificables, supersticiones, leyendas, pautas morales, cuentos edificantes, tabúes y profecías que inspiran la vida cotidiana de los fieles. Con este material, sus creyentes cuentan con un amplio abanico de posibles interpretaciones y actos consecuentes.Por ello no es fácil interpretar el auténtico mensaje de sus profetas y revelaciones divinas. En el Corán abundan las Suras mortíferas (“cuando encontréis a los infieles, matadlos hasta hacer una gran carnicería”) y, a la vista de los atentados y movimientos radicales islamitas recientes, es difícil interpretar que se refiere al contraste espiritual del creyente contra sus malas inclinaciones. Tampoco tranquilizan las palabras de Jesús cuando dice: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa”. Lo mismo ocurre con el Deutoronomio judío, que dice: “Matad pues a todos los varones de entre los niños, matad pues a toda mujer que haya conocido varón carnalmente...”

 El mensaje “auténtico” del Evangelio, la Torah  o el Corán es bifronte: Tolerante e intransigente, cordial y excluyente, fraterno y belicoso, criminal y pacífico…, depende de las circunstancias históricas.

 Todas las religiones comenzaron con mensajes pacifistas y fraternales. Tanto la doctrina cristiana como las primeras ALEYAS del Corán, exhortan a sus fieles a la prudencia y paciencia ante las agresiones. Conforme se va fortaleciendo el Islám, Mahoma y sus seguidores se enfrentan bélicamente a los árabes politeístas, después a los judíos y luego a los cristianos, a quienes tacha de politeístas (dado que su Dios está interpretado por el padre, el hijo y el espíritu santo). Teniendo Mahoma el liderazgo religioso y el político, emprende la conquista de tierras infieles y consigue de Alá sus revelaciones más belicosas, las que llaman a la Yihad.

 Mientras tanto, la Biblia hebrea seguía con lo de “ojo por ojo y diente por diente”, a lo que GANDHI, con su reconocido pacifismo, supo responder: “ojo por ojo y el mundo quedará ciego”.

 Por su parte, el cristianismo comenzó siendo indiferente a los poderes, a los gobernantes y a la política. Los primeros cristianos  fueron contrarios a la violencia.  Conforme adquirieron poder, desarrollaron aspectos violentos y fomentaron un principio de antisemitismo mediante presiones político-sociales para su conversión. El verdadero inicio de la violencia cristiana vino aparejado con la cristianización del imperio romano, por parte del emperador Teodosio, que hizo del cristianismo la religión oficial del imperio. Los cristianos adquirieron gran fuerza y sus estructuras clericales compartieron el poder religioso con el administrativo. Esto, y la agresión que los bárbaros realizaron al imperio, modificó la animadversión hacia la guerra por parte de los cristianos; hasta tal punto,  que San Agustín por el siglo IV ya estableció las condiciones que una guerra debería reunir para ser considerada “santa”.

 Tras la separación del imperio romano en los de oriente y occidente y, en consecuencia, sus iglesias, la iglesia de occidente emprendió acciones violentas tales como las cruzadas con objeto de conquistar tierra santa.

 Con el sacro imperio romano-germánico se establecen los estados pontificios y es cuando la iglesia de occidente queda vinculada a la política de poder y violencia, como cualquier estado europeo.

 Tomás de Aquino profundizó sobre el uso de la fuerza para defender la fe católica. Estableció tres formas de actuar frente a los disidentes:

–          Libertad de los nacidos en otra religión: gentiles y judíos

–          Guerra contra los adversarios a los cristianos: deben ser formados a convertirse.

–          Persecución contra herejes y apostatas.

 Esta doctrina con pocos cambios, ha sido casi normativa obligatoria en el catolicismo hasta el concilio Vaticano II.

 De todos es sabida las persecuciones de judíos y su expulsión por los Reyes Católicos en España por salvar la fe. De modo que contraviniendo el planteamiento de Sto. Tomás, respecto a la libertad de los nacidos en otras religiones, también se actuó contra gentiles en América y contra judíos aquí.

 El mismo Cervantes, siguiendo las directrices católicas beligerantes de la época, puso en boca de D. Quijote: “Los varones prudentes por cuatro cosas han de tomar las armas y desenvainar la espada y poner en riesgo sus personas, vida y haciendas: La primera por defender la fe católica…”, …con la iglesia hemos  topado.

 Las violencias y represiones internas, se produjeron en la cristiandad en general, no sólo la inquisición entre los católicos, sino que esa limpieza cultural y étnica se practicó también entre los protestantes con sus cazas de brujas y tribunales de fondo religioso. Además, desde el siglo XVI estallaron guerras de religión entre los mismos cristianos (luteranos y calvinistas…).

 Para extender la fe a  los pueblos conquistados, las potencias mundiales de entonces evangelizaron haciendo uso de la violencia, aprovechando la simultaneidad de la guerra colonizadora, como he dicho anteriormente. Y en los casos en que la evangelización fue sin violencia -dado que con anterioridad, habían sido sometidos militarmente los pueblos conquistados- ocurre como dijo Desmont Tutu, el premio nobel de la paz: “Vinieron ellos teniendo la Biblia y nosotros la tierra. Y nos dijeron: Cierren los ojos y recen. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros la Biblia.”

 Pero esto no acaba aquí, en la actualidad el catecismo católico (del año 1993) dice textualmente: “Puede acudirse a la guerra en el caso de que exista violaciones ciertas, graves y prolongadas contra los derechos fundamentales…”, “… también puede acudirse a la guerra en caso de legítima defensa, cuando los daños que causa el agresor resultan duraderos graves y ciertos y se reúnan condiciones serias de éxito”. Pues bien, entre los derechos fundamentales, cuya violación justifica la guerra, se cita: “la protección a la vida privada y la justa libertad, también en materia religiosa”. O sea, que puede iniciarse una guerra en aquel país donde no te permitan la práctica de tu religión católica, siempre y cuando sepas que la vas a ganarla.

 Respecto a la trayectoria de la religión musulmana, ésta abandona la tolerancia muy pronto, porque Mahoma adquiere las dos autoridades desde el principio, la política y la religiosa, como ya he dicho. Así  pues la expansión de la fe islámica y la conquista política se producen a raíz del Hégira.

 Las ansias por islamizar el mundo se han mantenido hasta la época actual. En buena parte de países musulmanes se da la acumulación de poderes religioso y político. En los que no, se está produciendo un radicalismo fundamentalista con dos vertientes: El Wahabismo, que pretende la eliminación de impíos y apóstatas, y el Salafismo, que lucha contra la decadencia  moral y abandono de la práctica religiosa en la sociedad musulmana.

 En cuanto al judaísmo, su actitud beligerante se reactiva desde la creación del estado de Israel, que aparece cada vez más teocrático y hostil hacia los países musulmanes de su entorno. Bien es verdad que esta antipatía es mutua. Pero gracias a su alianza con el todopoderoso (EE.UU), todas las contiendas que emprende le son favorables. Está tan asumida su teocracia, que para conseguir la nacionalidad israelí, una mujer atea tuvo que acudir al Tribunal Supremo de aquel país.

 Asumo perfectamente la apreciación del filósofo Carlos Augusto Viano cuando dice: “Las religiones se configuran como amenazas relevantes a la posibilidad de encontrar formas de convivencia entre grupos que tienen historias diversas y que pertenecen a etnias y culturas diferentes”.

 El  conde Montalambert, precursor del movimiento católico liberal en Francia, al referirse a la iglesia católica, decía: “Cuando soy débil os reclamo la libertad en nombre de vuestros principios, cuando soy fuerte os la niego en nombre de los míos”.

 VIOLENCIA EN LA ACTUALIDAD

 También en la actualidad, se produce violencia y acoso laboral (mobbing), cuando el obispado despide a aquellos docentes de religión, que han contraído matrimonio con un divorciado o divorciada. Mientras que si se trata de casarse con alguien “que ha pasado por caja”, al haber conseguido la nulidad eclesiástica de su anterior matrimonio canónigo, no hay problema. Recientemente en Granada se ha dado el caso de un profesor de “Educación Física” de laEscuela Universitariade Formación del Profesorado La Inmaculada Concepción, que es una Escuela Diocesana de Magisterio adscrita a la Universidad de Granada, ha sido despedido por la Archidiócesis de Granada, de la que depende el centro. La justificación de tal despido fue por  "no evangelizar a los alumnos ni sentir la llamada de Cristo".

 Ya por los años 80 del siglo pasado, Gilles Kepel, experto islamista, observó el rearme teológico musulmán cuya finalidad no es  modernizar el Islam, sino islamizar la modernidad. A esto se debe añadir confirmaciones tan vigorosas como la aparición de Al Queda y los enfrentamientos entre católicos croatas, ortodoxos servios y musulmanes de Kosovo, guerras permanentes en Sudán y Nigeria entre musulmanes del norte y cristianos animistas del sur, continuación de los conflictos entre hinduistas y musulmanes en la India, entre budistas e hinduistas en Sri Lanka, entre chiítas y sunies en Pakistán e Irak, etc. Buena parte de estos conflictos no lo son por cuestiones religiosas como fin último, sino que utilizan su cobertura para disfrazar afanes de poder político, económico o de hegemonía social.

             George W Bush gusta de hacer jaculatorias públicas sobre el indudable apoyo que (según él) Dios presta a los EE.UU y la benevolencia con que mira sus operaciones militares, sería ingenuo considerar teológicas las principales directrices de la política exterior yanki. Pero la política norteamericana, los déficits del modelo de relaciones internacionales vigentes y las nefastas consecuencias que, sobre todo, al tercer mundo lleva la globalización, han propiciado niveles de terrorismo sin precedentes.

 El terrorismo sigue siendo el arma de los  débiles decía  Koprotkin, teórico de la revolución y organizador del movimiento obrero.

 Según el profesor de psicología de la UGR Antonio José Romero, el terrorismo integrista islámico es un fenómeno que se ha ido gestando a lo largo del tiempo, producto de la extrema radicalización de importantes sectores de la sociedad musulmana ante los continuos abusos, atropellos y desafueros a los que han sido sometidos, fundamentalmente por parte de occidente.

Con todo y con eso, es evidente que, cuando cometieron los atentados de las torres gemelas, la actuación de los terroristas suicidas es difícilmente comprensible, sin un ingrediente de fanatismo religioso. Como también ocurrió en el atentado de Atocha, donde, aún no habiendo suicidios, la intención de sus autores de querer producir indiscriminadamente tanto dolor y tantas vidas, denota un desequilibrio psíquico colectivo, que sin ese fanatismo no se podría dar.

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Bibliografía:

La vida eterna: Fernando Sabater

El fundamentalismo y las ciencias Sociales: Cristián Garay Vera

Guerra y religión en Juan Santos Atahualpa: Arturo Enrique de la Torre López

Historia del Islam: Wikipedia

El País: Artículo de opinión 13/03/2003: Fernando Vallespín

Guerra Civil y religión: art. de opinión  El País 14/06/2006: Julián Casanova

Violencia religiosa y social en Occidente: Xavier Pikaza

Al rescate de la sociedad: Alain Touraine

Religiones, guerras y terrorismo: Francisco Díez de Velasco

Guerra santa. Escuela de la Defensa Nacional. Maestría en Defensa Nacional

Año 2007Coordinador: Angel Pablo Tello

De guerras justas y otras utopías: Ricardo Arias Trujillo

La falsificación de la realidad . La Argentina en el espacio geopolítico del terrorismo judío: Norberto Ceresole

Art. de opinión: Guerra y religión: Venancio Álvarez de Paz

Culturas Españolas e Indígenas en la nueva España durante los siglos XVI y XVII Jorge Gilbert

Violencia y guerra en el antiguo testamento: Julio Trebolle Barrera

Psicología de la violencia : Antonio José Romero

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