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Viejas mónitas y nuevas mañas, para solventar la “enseñanza” católica con dineros públicos

El día 20 de mayo de 2017, el diario madrileño El País, publicó el artículo: Separados por sexo, gracias a dios (y a Rajoy), firmado por Gabriela Cañas. Leyéndolo se toma conocimiento de una astuta maniobra, en la cual aparece nuevamente la mano opusdeísta, entremezclada con asuntos de gran seriedad que trata el Tribunal Supremo de España. Comienza el artículo como sigue:

“El Tribunal Supremo, adelantándose al Tribunal Constitucional, emitió el pasado miércoles una sentencia a favor de la educación segregada por sexos. El ponente ha sido José Luis Requero, un magistrado que pertenece al Opus Dei, la organización más combativa a favor de la segregación. No ha habido unanimidad. Se han registrado incluso votos particulares muy duros en contra. Pero en realidad Requero se ha limitado a aplicar la ley.”

Sigue diciendo la periodista que se trata de una  vieja batalla que “el Partido Popular está dispuesto a ganar por acción o por omisión” parece ser que ya siendo Rajoy presidente del gobierno el Supremo dictó dos sentencias, en julio de 2012 en contra de la educación separada de niños y niñas. Con buen tino Cañas deduce que entonces la solución era modificar la ley, lo cual se logró con la reforma educativa de José Ignacio Wert, conocida como LOMCE. Esta reforma, permitió expresamente que el Estado subvencionara ese tipo de centros que discriminan por sexo. Como consecuencia el Supremo aplica la nueva norma y aparentemente la ley queda cumplida. Todo lo dicho anteriormente pareciera tener los ingredientes de una posible confabulación llevada a cabo en las entretelas de un poder, en el que clérigos y laicos serviles, se desplazan cómodamente. Desde luego la articulista trata de no cargar las tintas en este aspecto y comenta que: “El debate no está cerrado. Aún tiene que pronunciarse el Constitucional sobre los recursos presentados por el PSOE y los gobiernos de Andalucía, Canarias y Asturias contra, justamente el artículo de la LOMCE que permite subvencionar a los centros segregados”. Y añade cautamente: “Por eso, lo lógico es que el Supremo hubiera esperado”. Y, como previendo un futuro auspicioso para la ponencia continúa diciendo: “El caso es que esa norma considera que no hay discriminación siempre que se respete la convención relativa a la lucha contra las discriminaciones. Dicha convención, aprobada, por cierto, hace 57 años, cree que, en efecto, no hay discriminación cuando los centros no sean excluyentes, ofrezcan una calidad similar y el Estado en el que se enclavan los admita”.  Ese, “aprobada por cierto, hace 57 años”, parece una mueca irónica ante l,a mención de un esperpento legislativo, manufacturado en la oscura época clerical –franquista, que tiene aplicación en la actualidad.

La cuestión, despojada de su ropaje leguleyo, queda acotada en el siguiente párrafo de la periodista: “…lo que aquí se dirime es, fundamentalmente, si esos colegios segregados merecen una subvención pública, que es lo que se les niega, por ejemplo, en Andalucía.” Y ahí, ella ha puesto el dedo en la llaga: La iglesia demanda que su enseñanza, por ser de origen divino, sea subvencionada por el Estado, sea éste católico o no, en cualquier parte de la Tierra. Si esta vez logra sus deseos o no, no es el punto principal (no le faltan los fondos para sembrar el planeta con sus “escuelas” si así lo deseara), sino la soberbia de sus jerarcas, empecinados en imponer su voluntad a diestra y siniestra, aún con medidas que retrotraerían  su “educación” a fuentes medievales, aquellas que les dieron “lustre y privilegio” a escuelas y universidades, como la de Deusto (que a principios del siglo anterior, aún no admitía a las mujeres en sus aulas).

Lo verdaderamente interesante de esta noticia que he comentado, es ver como el pulpo opusdeísta continúa moviendo sus tentáculos, hoy como ayer y mañana también. Después que se echó a andar  la “maquinaria democrática” ( tratado de La Moncloa de por medio), estos señores eclesiásticos, que continuaron e incrementaron los privilegios que tuvieron durante el período tiránico de cuarenta años que atravesó el país, siguen deleitándose en el “juego legal” que ellos mismo crearon o  ayudaron a crear: todo debe hacerse con la ley en la mano, para que la gran masa ciudadana, especialmente la parte joven de la misma, no se altere y empiece a pensar mal de los que gobiernan. El colegio Altair de Sevilla, beneficiado por el dictamen judicial, ya ha puesto un cartel  donde anuncia la buena nueva: “Gracias a dios puedo daros la buena noticia de que el Tribunal Supremo has dictado sentencia dando la razón a Altair. De esta manera recuperamos los conciertos”. Bien dice Cañas, al final de su artículo, refiriéndose el colegio mencionado: “Altair debería ser más agradecido con el Gobierno de Rajoy, que tantas molestias se ha tomado para ‘hacer las cosas como Dios manda’, que diría el propio presidente del Gobierno.”

Todo lo anterior, me hizo recordar unos párrafos de un viejo libro de Vicente Blasco Ibañez, publicado en 1904, donde hace referencia a la eterna ambición de la Iglesia y sus servidores por controlar la enseñanza, como su mejor medio de controlar el poder  político. Se trata de un frenético intercambio de opiniones entre dos personajes de la novela: El doctor Aresti, amigo de la ciencia y el progreso y Urquiola un abogado y ex alumno de la Universidad jesuita de Deusto, ambos vascos. Voy a reproducir aquí la contestación de Urquiola ante una crítica a los jesuitas hecha por su interlocutor:

”Y continuó [Urquiola] su apología del jesuitismo, hablando de su fundación cual si fuese un punto de partida para la historia de la humanidad. No ignoraba él todas las calumnias lanzadas contra la Orden. ¡Mentiras de la masonería, que temblaba de cólera y de miedo ante los hijos de San Ignacio! Se hablaba de la rapacidad de los jesuitas, de su codicia, de su afán por atesorar dinero. Embustes de los impíos y de ciertas órdenes religiosas roídas por la envidia, que no reparaban que al herir a los ignacianos socavaban el más fuerte cimiento del catolicismo. ¡A ver! ¿Dónde estaban esos tesoros? ¿Quién los había visto?… Y aunque los tuvieran, ¿qué? Como decía muy bien un padre de la Compañía en uno de sus libros, el mundo nada perdía con que ellos fuesen ricos, pues dedicaban su dinero a la instrucción, levantando colegios y universidades. También les echaban en cara el hecho de que sólo gustasen del trato con ricos y poderosos, educando únicamente a los jóvenes de nacimiento distinguido. ¿Y qué se probaba con esto?… la igualdad es un mito de los impíos; hasta en el cielo hay jerarquías, y los Padres se dedicaban al cultivo de los de arriba, de los que por su nacimiento o su fortuna estaban destinados a ser pastores de hombres, dejando la gran masa, que no podían evangelizar, al cuidado de los sacerdotes del bajo clero. Agarrándose al tronco, estaban seguros de poseer las ramas; al educar a los privilegiados en el santo temor de Dios, mantenían el espíritu religioso en las instituciones directoras, en los legisladores, los magistrados, los militares, afirmando el porvenir más sólidamente que si buscaran al populacho ignorante y tornadizo, siempre dispuesto a dejarse engañar por absurdas propagandas…”

No hay duda, de que los jesuitas han cambiado su discurso desde aquellos lejanos tiempos, y ahora utilizan y manipulan con igual ahínco “al populacho ignorante y tornadizo”(hoy, ya no se ocupa de ellos “el bajo clero” sino el Papa, los cardenales y los obispos). Sin descuidar, en compañía de sus “hermanos” del Opus Dei, la preparación de las presentes y futuras élites (como, Requero, Rajoy, Wert etc., etc.) que ocuparan los altos puesto en las burocracias respectivas. Parece ser que separando  por sexo, han comprobado que el adoctrinamiento es más efectivo.

Como colofón, quiero mencionar un comentario publicado el 4/8/12, en internet por EL PLURAL.COM, que merece renovada atención:

“El secretario general del PSM (Partido Socialista de Madrid), Tomás Gómez, ha acusado al Gobierno del PP de estar ‘al servicio del Opus Dei’ y ha considerado que habría que ‘elevar a rango de ley que personas que pertenezcan a pseudosectas como el Opus Dei no puedan ocupar responsabilidades públicas’.”

“‘Me parecen preocupantes las posiciones de integrismo religioso que tiene el gobierno del partido Popular. Lo veíamos hace unos días con la propuesta de ley de interrupción voluntaria del embarazo del señor Ruiz-Gallardón. Esto es lo que ocurre cuando en los gobiernos se introduce gente del Opus Dei’, ha explicado Gómez”.

“Gómez ha afirmado que altos cargos del Partido Popular ‘dicen y hacen burradas, como las que decía y hacia el señor Cotino (Juan Cotino, presidente de las Cortes Valencianas), o muchas de las que está imponiendo ideológicamente el Gobierno del partido Popular, que está al servicio en muchas ocasiones del Opus Dei y de grupos similares’. Cotino propuso el 1 de agosto que se obligue a las embarazadas que desean abortar a realizarse una ecografía del feto con el fin de que cambien su decisión.”

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