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Viaje hacia el invierno

Proserpina, la divina Coré, jugaba con sus compañeras no muy lejos de una cueva sin saber el peligro que corría, alguien la observaba, y con malas intenciones, de pronto ruido, humo, gritos y carreras, de la cueva surge una negra sombra y la doncella es arrastrada hacia las tinieblas. Su viaje hacia la profundidad de la tierra comienza, es un viaje del que nadie vuelve, ella volverá. Envuelta en un negro manto llega hasta el trono de su raptor, se trata de Hades, tío suyo, hermano de su madre Ceres y del mismo Zeus, dios de los cielos como él lo es de los infiernos. Este alto personaje, rey de las sombras, la vio entre las flores, se enamoro de ella y decidió hacerla su reina.

Es inútil que la diosa de la primavera llore y pida que la deje volver con su madre, Ceres esta lejos y no puede oírla, tampoco sabe donde esta su hija pero decide buscarla, su hermano Zeus no quiere decirla quien la tiene en su poder, Hades es su hermano y las relaciones de familia son importantes, pero Ceres también es hermana suya y no esta dispuesta a abandonar a su Coré, puesto que los dioses la rechazan Ceres se envuelve en su manto gris y va por los caminos de los humanos buscando el rastro de la desaparecida, pero los humanos nada saben y tampoco están dispuestos a ir contra la voluntad de los dioses ayudando a una pobre vieja y a una niña desaparecida, quizás no han reconocido en la madre la diosa de la que dependen sus cosechas.

Perdida y agotada la diosa de la tierra decide abandonar a los dioses y a los hombres a su triste suerte, erguida y levantando el puño hacia los cielos proclama su terrible maldición, nada crecerá en la tierra si no se le devuelve su hija. Todo se convierte en páramo, el frío, la nieve y las heladas impiden que las semillas germinen, el hambre y la desesperanza se instalan en el mundo, los hombres lloran y rezan a los dioses impotentes, nadie les contesta, viéndose abandonados los humanos reniegan de los dioses, los altares quedan desiertos, los sacerdotes no reciben ofrendas, no se hacen sacrificios y las llamas de los atrios se apagan.

Zeus y su banda se inquietan, sin los hombres no son nada, no existen, ellos solo viven a través de los que creen y les adoran, deben mostrar a todos que sin ellos nada es posible. Así que llaman a Ceres a una reunión consensual para  ver como se puede solucionar la crisis que sacude el mundo conocido. La diosa habla claro, sin Proserpina, diosa de la primavera, nada crecerá, las fuentes se secaran, los árboles desaparecerán, los recursos energéticos se agotaran y tanto humanos como dioses volverán a la nada de la que salieron, para quizás mas tarde empezar un nuevo ciclo en que los derechos de madres e hijas, mujeres, sean reconocidos.

Los dioses tienen que rendirse a la evidencia, la hija debe volver con la madre, es el interés de la creación que lo pide y sobre todo el interés de los inmortales, así que se le dice a Ceres donde mora su hija. El viaje al Averno es aterrador y Ceres no esta dispuesta a emprenderlo sola, todos comprenden su espanto y ordenan al sol que la acompañe, así se hace, con el sol la diosa de la tierra bajara en busca de su hija, poco a poco, día tras día viajan hacia la oscuridad y al fin Ceres y Proserpina se encuentran, la madre debe volver a la luz del sol con su hija, Hades riendo le dice que no es posible, los que visitan el Averno nada deben comer en el si desean volver, Coré lo sabia, todo el mundo come algo, por eso no vuelven, ella también cayo en la tentación y gustó algunos granos de una roja granada. Ceres grita, protesta, tiene la orden de Zeus de volver con
su hija, por fin llegan a un acuerdo todas las potencias celestiales e infernales. La madre y la hija volverán a la luz, pero cada año Coré debera pasar los meses correspondientes a los granos del fruto que comió, entre los brazos de su infernal amante.

Así cada año acompañamos al sol que va a buscar la primavera en el seno de la tierra, cada año suben con el astro la madre y la hija y todos participamos en la alegría de su encuentro, Ceres nos ofrece para  celebrarlo frutos, cereales, legumbres y verduras que nos alimentaran todo el año, Coré nos cubre de flores, de poesía y de vida.  Después la acompañamos también en su vuelta a las tinieblas, la melancolía que sentimos es la misma de su madre al separarse de ella, el sol la acompaña en su viaje y sabemos que volverá con ella y eso nos reconforta para esperar su próxima aparición, su madre y todos los humanos la esperamos, sin ella el amor no es posible.

Esta historia, totalmente cierta, dio origen a los mitos de Eleusis, cada año se celebraban los misterios en honor de la madre y la hija, allí iban en peregrinación gentes de toda Grecia y del Medio Oriente, así como de Roma y su imperio, los iniciados nunca quisieron contar cuales eran los misterios a los que asistían, uno de ellos fue Juliano el Apostata, nunca dijo nada sobre los ritos que allí tenían lugar, pero todos coincidían en decir que el encuentro con las diosas había cambiado su manera de ver la vida y la muerte.

El culto a Ceres y a Proserpina no es mas que un avatar de los dioses de la vegetación que mueren en invierno y renacen en primavera, y que existen en todas las civilizaciones a mi es el que mas me gusta, se trata de  una historia de amor entre una madre, la tierra y su hija desaparecida, la Mater Dolorosa la busca, sabe que la encontrará, no hay sangre, sufrimiento, hombres retorciéndose en cruces y manando sangre.

Ahora viendo a Proserpina que va hacia su amante atravesando el espejo no dejemos que la melancolía nos gane, ella acepta su destino, atraviesa las apariencias cubierta con su velo de novia y rodeada de flores, lejos queda su madre Ceres, sabe que la esperara nosotros también sabemos que la primavera no nos abandonara mientras creamos en ella.

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