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Urtubey, el jefe de una Policía teocrática en Salta (Argentina)

El diario El Tribuno de Salta publica hoy en su portada una reproducción facsimilar del Orden del Día 60/15 de la Policía de Salta, documento fechado en la ciudad capital de esta Provincia el día martes 7 de abril de 2015.

Este documento interno, que, desde hace años, resume las órdenes de la superioridad a todas las unidades y personal subordinado, es utilizado por la jefatura policial no solo para comunicar normas jurídicas y criterios de obligada observancia, sino también -sorprendentemente- para difundir salmos y oraciones religiosas por cuenta de la Capellanía de la Policía.

Como fuerza civil, la Policía es formalmente laica; es decir, independiente y neutral respecto de cualquier organización o confesión religiosa.

El carácter laico de la Policía, como fuerza de seguridad del Estado, no es un capricho sino un imperativo relacionado, primero, con las garantías que protegen la libertad de las personas y, después, con la libertad de conciencia que, como ciudadanos y trabajadores públicos, gozan los policías de Salta.

La imposición por la Jefatura de Policía de «la palabra de Dios en nuestra vidas» y la subordinación de toda la actuación policial al Evangelio, es tan grave y discriminatorio como imponer el rezo del Padre Nuestro a los niños de las escuelas al comienzo de la jornada, cualquiera sean sus creencias religiosas.

Una Policía atravesada por la religión, como la que ha propiciado el gobernador Urtubey, tiende a perseguir más el pecado que el delito.

Nada que envidiarle al yihadismo, pues si en vez de un pasaje de los Evangelios el Capellán transcribiera un párrafo del Corán, esta es la hora que la Policía de Salta, el jefe Lami y Urtubey estarían catalogados como potenciales terroristas.

Curioso es también el proverbio que se cita en el encabezamiento del Orden del Día policial, que dice textualmente: «La lengua puede dar vida y muerte; según como la uses, así serán sus frutos». La interpretación sexual de este proverbio hace innecesario cualquier comentario.

El mantenimiento de estas prácticas en el seno de la Policía comporta un inadmisible regreso a las prácticas de la Edad Media y una involución del orden social que retrocede de la razón al dogma, después de ocho siglos de esfuerzos por separar los ámbitos propios del poder espiritual y el poder temporal.

En aras del respeto a los derechos y las libertades de todas las personas, sin distinción de credos, los ciudadanos de Salta deberían exigir una Policía laica, con independencia de las creencias particulares de sus miembros.

Este imperativo democrático fundamental no será fácil de cumplir mientras Juan Manuel Urtubey siga gobernando la Provincia de Salta.

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