Tras el rechazo de Suiza a los minaretes, el debate francés sobre la identidad nacional ha derivado en un debate en torno al islam. Un terreno muy resbaladizo en el que cualquier paso en falso adquiere la proporción de polémica. La última ha salido de la boca de la ministra de la Familia, Nadine Morano, al aconsejar a los jóvenes musulmanes que no hablen verlan (el argot de los guetos) ni lleven la gorra al revés si quieren encontrar trabajo.
Las declaraciones de la ministra se produjeron justamente en el transcurso de un debate sobre la identidad celebrado en una ciudad del noreste francés. Al preguntarle un joven sobre compatibilidad entre el islam y la República en los barrios desfavorecidos, Morano respondió: «Yo, lo que quiero de un joven musulman, cuando es francés, es que ame a su país, que encuentre trabajo, que no hable verlan y que no se ponga la gorra al revés».
Los socialistas han juzgado estas declaraciones «muy graves» por considerar que caricaturizan y estigmatizan al islam. Algunos no dudan en considerarlas el reflejo de «una concepción étnica de la nación» y piden la dimisión de la ministra. Los verdes también han condenado el comentario: «Después del velo y el burka ahora es el turno de las gorras», lamentan. SOS racismo habla de un «desliz» que «se inscribe dentro de una serie de declaraciones racistas» y el Consejo Francés del Culto Musulmán ha deplorado que se ofrezca una imagen negativa de los jóvenes musulmanes.
Las explicaciones de la ministra, que considera que se han sacado sus palabras de contexto, no han convencido a la oposición y asociaciones del ámbito de la izquierda, para las cuales el episodio demuestra el efecto nocivo de un debate que consideran innecesario y «peligroso».
RACHIDA SE ABURRE / Pero Morano no es la única que ha metido la pata estos días. La exministra de Justicia, Rachida Dati, ha sido pillada por una cadena de televisión quejándose a una amiga del aburrimiento que le produce el Parlamento Europeo, para el que fue elegida en el pasado mes de junio. «No puedo más, no puedo más, creo que habrá un drama antes de que acabe mi mandato, pero no puedo irme porque hay prensa y hay que votar», confesó a una amiga, olvidando que el micro de su solapa estaba abierto en esos momentos.
