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Una cumbre a mayor gloria del rey saudí

Moncloa afirma que España sólo es anfitriona de la Conferencia Internacional del Diálogo, inaugurada este miércoles en el Pardo, y se desvincula de su contenido

Separado por dos controles de seguridad, el hall del hotel Auditorium de Madrid es inmenso. Un grupo de cristianos se reúne en una esquina, los judíos conversan en otra, mientras los musulmanes prefieren estar del otro lado de los controles. Solos en la cafetería, un yazidi –minoría religiosa de Irak– y un hindú. El reto que plantea el reino de Arabia Saudí al inaugurar ayer la Conferencia Internacional del Diálogo es precisamente olvidar distancias para, según los organizadores, “buscar métodos de cooperación”.

Presentes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el juez Baltásar Garzón, España sólo es la anfitriona de la Conferencia. “El encuentro nos pareció bien y sólo facilitamos el marco. No tenemos nada que ver en cuanto al contenido y a los invitados”, informó una fuente de Moncloa. “España cuenta con una tradición histórica como tierra de encrucijada de culturas y religiones”, recordó ayer el rey Juan Carlos ante más de 200 invitados, ya no separados, sino reunidos en el palacio del Pardo.

Entre ellos, había representantes de las grandes religiones monoteístas, aunque también budistas chinos y otras minorías. “Si queremos que este encuentro sea un éxito, debemos buscar los aspectos comunes que nos unen, es decir, la fe en dios, los nobles principios y la elevada ética que
representa el fundamento de las religiones”, declaró el rey de Arabia Saudí, Abdalá Bin Abdelaziz Al Saud.

Su reino, un país que prohíbe la libertad de otros cultos que no sea el islam, organiza una conferencia sobre “temas comunes entre las religiones, como la ética y la familia”. La delegación judía se levantó para estrechar la mano de Abdalá, cuyo reino no reconoce la existencia de Israel.
Desde que se descubrió que 15 de los 19 terroristas del 11-S eran saudíes, Arabia quiere dejarlo claro: “El islam es la religión de la moderación, la ponderación y la tolerancia”, recordó el rey Abdalá. Su tono se endureció cuando dijo: “La humanidad padece la pérdida de valores y pasa por un periodo crítico, que sufre del exceso del terrorismo, el desmembramiento de la familia, el abuso de drogas”.

En el hotel Auditorium, todo recuerda que Arabia Saudí lanzó la iniciativa. Televisores emiten en bucle las noticias de la cadena estatal saudí, que recuerdan su carácter “fantástico”. Bien visibles, las portadas de periódicos árabes: “El rey Abdalá inaugura en Madrid una conferencia histórica”. Y de regalo, libros sobre el patrimonio cultural del país. Los dirigentes de la mezquita de la M-30 estaban en cada esquina. El traductor del rey Juan Carlos era el portavoz del centro islámico madrileño.

Diálogo es la palabra clave de la programación de la conferencia, que no tratará ni del papel de la mujer en la sociedad ni de política. La llegada del Enviado para Oriente Medio, Tony Blair, sorprendió. Para Mirza Dinnayi, el yazidi iraquí del hotel, lo importante es “fomentar una cultura de paz en el terreno” para que “la religión sólo se practique en los templos”.

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