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Un sacerdote cristiano copto cobra fama por sus sesiones semanales de exorcismo en El Cairo

A la iglesia de San Marcos acuden incluso musulmanes que creen ser poseídos

En la iglesia de San Marcos de El Cairo no cabe ni un alfiler. No solo la nave principal está a rebosar, sino también la capilla y un patio exterior con cientos de sillas ante una pantalla gigante. Y eso que aún falta una hora para que empiece el acto que celebra cada viernes al anochecer Makari Yunan, el sacerdote exorcista. "Yo no soy quien expulsa al diablo, sino Jesucristo", dice el religioso, de poblada y larga barba blanca. En breve, Makari volverá a enfrentarse al espíritu maligno que anida en las almas de algunos de sus feligreses. Y lo hará armado con un pequeño crucifijo plateado y agua bendita.
El popular padre copto, que supera la setentena, descubrió sus poderes hace más de 30 años. "Fue en Asiut. Un día oré por un hombre que estaba poseído por el demonio y se curó", explica antes de reencontrarse con sus seguidores. "No todos los que vienen a esta iglesia a someterse al exorcismo llevan el diablo dentro. La mayoría es gente con serios problemas psicológicos, y otros solo quieren llamar la atención. Pero yo sé como distinguirlos", advierte.

Seis cámaras
Cuando el padre Makari irrumpe en el altar de la iglesia de San Marcos se hace el silencio. Como manda la tradición cristiana copta, las mujeres ocupan la parte derecha del templo, y los hombres, la izquierda. Seis cámaras se disponen a grabar con detalle cuanto ocurra. La señal llega también a la pantalla del patio y a los ordenadores de aquellos que deseen seguir el ritual exorcista en directo por internet. Una vez editado, el vídeo se venderá en la tienda de la iglesia.
El acto durará unas tres horas. Primero Makari leerá mensajes escritos por los feligreses; luego comentará, a modo de sermón, una pasaje del Antiguo Testamento, y por último se centrará en derrotar al Maligno. "¿Padre, hago bien en seguir sus ceremonias solo por internet?", le escribe una mujer. "Es mejor que acudas a la iglesia, a cualquiera, no precisamente a esta", responde Makari. El religioso cubre su cabeza con un gorro negro y viste una sotana que le llega hasta los tobillos. Se dirige a los feligreses en árabe, con voz suave, sentado frente a una mesa cubierta de una tela de terciopelo roja.
De repente, durante el sermón, surge del fondo del templo un grito desgarrador. Makari interrumpe su discurso y la iglesia se llena de murmullos. Es un joven cuyos familiares creen que está poseído por el diablo y que lo han traído confiados de que el sacerdote lo liberará del mal. La expectación es máxima. Incluso algunos chavales han escalado el muro exterior de la iglesia y observan la ceremonia desde las ventanas, protegidas por una reja. Uno de ellos se persigna. Además, la popularidad del clérigo ha hecho que vengan hasta San Marcos algunos seguidores del islam, religión que profesan el 90% de los egipcios.
El momento tan esperado llega cuando ya es noche cerrada. Makari da la espalda a los feligreses, extiende los brazos en forma de cruz y empieza a orar. Luego se mueve hacia los bancos de la izquierda del altar, rincón reservado para los varones supuestamente poseídos por el Maligno. Esparce el agua bendita sobre sus cabezas y uno de ellos cae en trance. El sacerdote dirige después el crucifijo plateado hacia el joven del grito desgarrador, al que sujetan con fuerza tres hombres. Tras deshacerse de ellos a codazos y golpes, se desploma boca abajo a los pies del exorcista. ¿Estará inconsciente?

Furia y espasmos
Escenas similares se producen en el lado de las mujeres. Una joven de unos 20 años, se retuerce con furia y lanza sonoros gemidos que resuenan en la iglesia. Tiene el rostro desencajado y fuertes espasmos agitan su cuerpo. Parece incluso que desee agredir al sacerdote. Por suerte, las mujeres que le acompañan logran, con mucho esfuerzo, inmovilizarla. Makari se detiene frente a ella varios minutos y le pregunta su nombre, ante los aplausos de los feligreses.
Poco a poco, la joven, exhausta, se calma. "Es musulmana y es la segunda vez que viene", dice Marian, una cristiana. "En la anterior sesión recobró el habla después de mucho tiempo. Creo que el diablo ha vuelto a entrar en su alma", señala. Minutos después, Makari desaparece sigilosamente tras la cortina. "Aquellos que realmente están poseídos por el demonio se muestran temerosos de la cruz y de las oraciones, el resto no. Es así como distingo a unos de otros", dice el sacerdote copto antes de abandonar San Marcos.

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