Los vecinos de Rabanal del Camino expulsan a los monjes al grito de «No volváis» Quieren un párroco, que el Obispado les niega
La calma y serenidad que caracterizan el Camino de Santiago se ha roto en León, en el pueblo de Rabanal del Camino. Los vecinos se han hartado del comportamiento "prepotente, arrogante y despreciativo" de los monjes del Monasterio de San Salvador del Monte de Irago. Hasta tal punto el ambiente se ha vuelto irrespirable, que los monjes benedictinos se han marchado después de eludir celebrar los actos religiosos de las fiestas del pueblo los días 15 y 16 de agosto.
Según el comunicado de los monjes, se vieron obligados a irse del pueblo por los “insultos” y “actitudes violentas” contra ellos, por lo que “fue precisa la intervención de la Guardia Civil, para proteger su integridad física”. Por eso, afirman que han sido llamados “a nuestra Abadía de Santa Otilia por nuestro Superior, el Archiabad” a consultas.
Los monjes aducen que la causa de desencuentro con los vecinos del pueblo es el proyecto de restauración de la Iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, dependiente de la Junta de Castilla y León. Al proyecto se opone el ayuntamiento de Santa Colomba de Somoza, al que pertenece Rabanal del Camino. Aunque la propiedad es de la Iglesia Católica, se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC) y su gestión depende de Patrimonio del Estado.
Los monjes esperan que “las autoridades públicas asuman sus responsabilidades, y pongan cuanto está de su mano para restablecer una convivencia en paz y en justicia”, al tiempo que piden “disculpas a cuantos se puedan haber sentido ofendidos por nuestras acciones, al mismo tiempo que perdonamos cuantas ofensas hemos podido recibir a lo largo de estos días”.
Los ofendidos son los vecinos del pueblo, que creen que los monjes no respetan sus tradiciones. Según Juan José Prieto, portavoz de los vecinos, la cuestión no es la restauración de la Iglesia, aunque sí ha supuesto un problema. Prieto señala que el Concejo del pueblo decidió apoyar a su ayuntamiento en las quejas y alegaciones contra el proyecto de restauración y realizaron una recogida de firmas. Creen que los monjes “se metieron en el proyecto” para pedir que se quitara el reloj de la torre de la Iglesia y se cortara la calle para tener un paso directo desde el Monasterio a la Iglesia.
“El problema es el enfado de estos señores”, afirma Prieto. Según relata, fueron los días 15 y 16 agosto, en las fiestas del pueblo, cuando todos los problemas que venían arrastrando con ellos explotaron.
Los días de fiesta los monjes no aparecieron por ninguna parte. No abrieron la Iglesia para que la gente pudiera poner flores a la Virgen y tampoco se pudo sacarla en procesión. La gente, indignada, llegó a la puerta de la Ermita del Cristo, final de la procesión, donde hicieron una pancarta en la que se leía “El pueblo es nuestro. Respetadlo”. De 200 personas, sólo unas 20 entraron en misa. Al finalizar, el cura –miembro del Monasterio- salió de la Ermita y fue abucheado desde dentro y fuera de la iglesia. Según Prieto, “no hubo ni insultos ni amenazas físicas”. Se les gritó “fue ra del pueblo”, a lo que el monje respondió “mirando con desprecio y marchándose”.
El día 16 tampoco hubo procesión y la misa duró 15 minutos. Sólo entraron 10 personas y la Guardia Civil estuvo presente. Prieto afirma que se les gritó “respetadnos” y “no volváis, no volváis” y que los agentes no intervinieron y “de hecho, no hay denuncias”.
Según el portavoz del pueblo, al día siguiente por la mañana algunos vecinos vieron a los monjes cargados con maletas y baúles. “Escaparon miserablemente, sin dar la cara”, afirma Prieto aunque "volverán, fijo. Aquí tienen su Monasterio".
La tensión entre monjes y vecinos se acabaría con un párroco. “No queremos echarles, no tenemos ningún problema con los monjes y el negocio que se han montado. Nadie les va a echar. El 99% del pueblo quiere que nos pongan un párroco, no un monje, que tienen otras leyes eclesiásticas”. Creen que los monjes no respetan sus tradiciones y les acusan de “oscurantismo” ya que también se preguntan dónde están las imágenes y retablos que solían estar en las iglesias. No dudan que las tengan ellos pero “que lo digan”, dice Prieto.
Pero el Obispo de Astorga se ha puesto de parte de los monjes y afirma que no habrá párroco. En un comunicado afirma que “es de todo punto inaceptable el acoso al que se sometió a la Comunidad Monástica del Monte Irago y es una osadía pedir que se vayan los monjes de su Monasterio” y que espera que “los monjes regresen lo antes posible para continuar la vida monástica en su Monasterio, la atención a Rabanal y otros pueblos y a los peregrinos”. Pero, desde luego, la calma del Camino parece lejos de Rabanal.