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Un nuevo fallo a imitar que restringe la manifestación religiosa a la esfera privada

Se acaba de conocer la prohibición de exhibir crucifijos en las aulas de Italia decretada por una corte europea. Meses atrás un juzgado de Valladolid, en España, ordenó también quitar los símbolos religiosos de las aulas y espacios comunes. Los magistrados sostuvieron sabiamente que el mantenimiento de imágenes y símbolos religiosos va en contra de "derechos fundamentales" consagrados en la Constitución, referidos a la igualdad y la libertad de conciencia. Años atrás ya se había producido también una decisión similar de la justicia alemana de hacer retirar un crucifijo de una escuela pública. Más allá de la polémica generada en países donde una mayoría se considera cristiana, este tipo de medidas constituyen un ejemplo para toda sociedad democrática. Hay que velar contínuamente para que cualquier religión, no sólo la cristiana, no vaya más allá de la esfera que le corresponde, que es la de lo privado. El Estado debe ser neutral, debe ser laico, y aunque exista una mayoría que profese cierta religión, como puede ser el catolicismo en la Argentina, no debe tener esta iglesia ninguna protección ni promoción especial, en desmedro de otras religiones o de las personas que, como en mi caso, no profesamos creencias de este tipo.

Cuando el Estado o la sociedad civil permite que cualquier iglesia, como puede ser la católica, avance sobre temas públicos, la iglesia avanza para imponer. La tolerancia pasa por permitir que todos se expresen, pero no que tengan algún tipo de prebenda con fondos que son públicos.

Cuando se produjo la medida judicial en Alemania referida a retirar el crucifijo de una escuela pública, el escritor peruano Vargas Llosa, saludó a través de un artículo ese fallo. Vargas Llosa ya se sabe es un gran escritor, aunque particularmente no me guste el giro al liberalismo más crudo que en lo económico mantiene desde finales de la década del ’60 y su prédica para que la derecha más recalcitrante y las recetas del Consenso de Washington retornen a Latinoamérica. Pero en algunos aspectos tópicos es un liberal a la vieja usanza, que respeta la vigencia de una sociedad laica, donde la libertad de conciencia y la libertad del individuo son intocables y no deben ser avasalladas ni por los Estados ni por las iglesias ni por ninguna corporación. Por eso dijo con razón ante el fallo judicial en Alemania, que tiene validez para lo que pasó en España y en Italia recientemente, que un requisito de la sociedad democrática es que en materia religiosa el Estado debe ser neutral. Reproduzco algunos conceptos del artículo del peruano: "¿Porqué no sería cristiano el Estado si la gran mayoría de los ciudadanos lo es?.. Por una razón muy simple: ninguna iglesia es democrática… se negaría a sí misma. Se suicidarían si fueran tolerantes y retráctiles y estuvieran dispuestas a aceptar los principios elementales de la vida democrática, como son el pluralismo, el relativismo, la coexistencia de verdades contradictorias, etc… Cuando está en condiciones de hacerlo el catolicismo no vacila un segundo en imponer sus verdades a como dé lugar y no sólo a sus fieles, también a todos los infieles que se le pongan a su alcance".

Éste es el eje del artículo con el que coincido. Tengo algunas diferencias secundarias. Vargas Llosa dice también que la más alta cultura democrática se alcanza con más vida espiritual y moral "indisociable de la religión", así como fue primordial la fe y prácticas religiosas cristianas para la aparición de la cultura democrática. Creo lo contrario. Ciertas características de la religión también ayudaron a la acumulación del capital en los albores del capitalismo, progresivo en su momento, como describió acertadamente Max Weber. ¿Y qué? Los ejemplos de la religión como basamento de guerras, totalitarismos, etc., son tantos que, a pesar de sus contribuciones para que primen valores más humanos, en el balance nada compensa su contribución al retroceso de la modernidad, del humanismo, de la civilización, de valores democráticos, de la racionalidad, etc…

En síntesis, sería bueno que copiemos este tipo de fallos que se han dado en Italia, España y Aleamania en la Argentina, ya que es habitual que en escuelas y no sólo en escuelas, en organismos públicos, veamos cruces y otras figuras identificadas con el catolicismo. De la misma manera que hay que avanzar en otros temas que por el peso de la iglesia no tienen resolución, como el aborto y revisar cómo las escuelas privadas, católicas en un 80%, son financiadas por millonarios aportes estatales.

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