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Un jesuita denunciante de la trata y firme opositor al matrimonio igualitario

Hijo de italianos, inició su carrera sacerdotal a los 21 años. En 1998 se convirtió en arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires. Lo acusan de callar los crímenes de la dictadura. Y le reconocen una mirada social más allá de lo religioso.

Allí donde lo fueron a buscar los cardenales, “el fin del mundo”, según dijo, la República Argentina, Ciudad de Buenos Aires, nació en 1936 Jorge Mario Bergoglio, desde ayer el papa Francisco, quien se dirigió a los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro en la lengua de sus padres, Mario y Regina, el italiano: “el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo, pero ya estamos aquí", dijo, tal vez con cierta ironía, mientras las cámaras y la mirada del mundo captaban el ondear de un par de banderas celestes y blancas.

El pasado 17 de diciembre, este cura jesuita ordenado sacerdote en 1969, cumplió 76 años y hasta la renuncia de Joseph Ratzinger, esperaba pacientemente su jubilación, tras una década y media al frente del arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires, y algunos años como primado de la Argentina, el cargo más alto en representación de la Iglesia Católica en el país y como presidente de la Conferencia Episcopal.

Para el mundo es el primer papa latinoamericano, también el primer jesuita. Para el país, la investidura albina difícilmente logre ocultar una historia rica en actividades pastorales, políticas y sociales. Ayer no dejaba de debatirse sobre su posición contraria al aborto y al matrimonio igualitario, la acusación de haber contribuido a la desaparición de dos sacerdotes jesuitas en los 70 y de callar los crímenes de la dictadura, su combate contra la trata de personas y el trabajo esclavo y su diálogo abierto con representantes de diversas comunidades y de otras religiones, sobre todo la judía. Por estas últimas características, es que algunas voces auguran un papado menos conservador que el anterior.

Tal vez uno de sus rasgos más diferenciales, sobre todo con su antecesor, es la vocación por mantenerse cerca de la gente de a pie, fueran creyentes o no. Era muy frecuente encontrarlo sin aviso viajando en la Línea A del subterráneo porteño, en el colectivo, o a pie. Y prácticamente imposible entrevistarse con él en el despacho oficial del arzobispado. En su lugar, prefería una oficina en el segundo piso del edificio de Rivadavia 415, donde vivía hasta ahora.

Además de dominar varias lenguas, Bergoglio es profesor de literatura y psicología y licenciado en teología y filosofía. Pero antes de volcarse a la carrera religiosa, se recibió de técnico químico en el colegio secundario ENET 27 HipólitoYrigoyen (actual Escuela Técnica Nacional 27). Mientras estudiaba en el colegio comenzó a trabajar en un laboratorio, por pedido de su padre Mario, que era contador y cuya familia había atracado en Buenos Aires en 1929. “Le agradezco tanto a mi padre que me haya mandado a trabajar. El trabajo fue una de las cosas que mejor me hizo en la vida, y particularmente, en el laboratorio aprendí lo bueno y lo malo de toda tarea humana”, comentó en la biografía autorizada de los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti, El jesuita (Vergara, 2010). El joven Bergoglio aceptó el pedido, a pesar de que no era un hogar con necesidades, mantenido solo con el ingreso paterno.

A los 21 años vivió dos episodios que lo marcarían para siempre. Uno fue la decisión de iniciarse como novicio en el seminario de Villa Devoto, para comenzar su carrera sacerdotal, inspirada por un familiar directo y tras un noviazgo fugaz con una joven del barrio. El otro fue una pulmonía grave que le hizo perder gran parte de su pulmón derecho, lo que le genera una deficiencia respiratoria que le exige tomarse la vida con bastante calma. Según recordó, en esos días escuchó una frase que le hizo reflexionar profundamente respecto de su actitud feligresa. Durante su curación, una monja le dijo que parecía un imitador de Jesús, por la forma de encarar el dolor que le causaba la enfermedad. “El dolor no es una virtud en sí mismo, pero sí puede ser virtuoso el modo en que se lo asume. Nuestra vocación es la plenitud y la felicidad y, en esa búsqueda, el dolor es un límite. Por eso, el sentido del dolor, uno lo entiende en plenitud a través del dolor de Dios hecho Cristo”, diría muchos años después.

Los ’70 lo encontraron con una profunda influencia de los sacerdotes tercermundistas, aunque con el tiempo se iría apartando de ese camino. Durante una larga carrera de la orden jesuítica llegó a ser Provincial desde 1973 hasta 1979. La Teología de la Liberación, que predicaban los sacerdotes que habían hecho la “opción por los pobres”, fue, en palabras de un Bergoglio madurado con los años, “una consecuencia interpretativa del Concilio Vaticano II. Y, como toda consecuencia de un giro que da la Iglesia, tuvo sus más y sus menos, sus mesuras y sus excesos”. En los ochenta se vería más moderado. Su simpatía por el peronismo y el nacionalismo católico lo llevaron a coincidir con Guardia de Hierro, una organización nacida durante la resistencia peronista, y además, la contracara de “derecha” de la juventud, opuesta a Montoneros, en la década anterior.

En su libro El Silencio, Horacio Verbitsky relata el secuestro a los sacerdotes tercermundistas Francisco Jalics y Orlando Yorio por un Grupo de Tareas de la Armada en mayo de 1976. Verbitsky escribe un textual de Emilio Fermín Mignone, viceministro de Educación de la Nación en el gobierno de Juan Carlos Onganía e “intelectual descollante”, cuya hija Mónica también había sido secuestrada. “Una semana antes de la detención –dice Mignone–, el arzobispo Aramburu le había retirado las licencias ministeriales, sin motivo ni explicación. Por distintas expresiones escuchadas por Yorio en su cautividad, resulta claro que la Armada interpretó tal decisión y, posiblemente, algunas manifestaciones críticas de su provincial jesuita, Jorge Bergoglio, como una autorización para proceder contra él. Sin duda, los militares habían advertido a ambos acerca de su supuesta peligrosidad. ¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!”.

Verbitsky cuenta que, tras la liberación de los sacerdotes, Bergoglio se encontró con Mignone en una misa en la Catedral. “Intenté hablarle, pero Mignone tenía una posición tomada y no quiso escucharme”. Según una amiga de Bergoglio, que no coincide con las posiciones espiritualistas del cardenal, dijo por entonces que, cuando los secuestraron, “Bergoglio averiguó que los tenía la Armada y fue a hablar con Massera, quien los saludó en forma campechana para menoscabarlo”. La misma fuente dijo que Bergoglio amenazó a Massera con denunciar los hechos. Al día siguiente, los sacerdotes fueron liberados. Allí aparece otro reclamo de quienes señalan a Bergoglio en este hecho y lo que indican es que, si así fueron los hechos, el cardenal, entonces, esperó cinco meses para reclamar.

Un sacerdote de la Compañía de Jesús que pidió anonimato declara, en el mismo libro: “No son sólo los casos de Yorio, Jalics y Mónica Mignone (…). Otros dos curas, Luis Doudorrón, que luego dejó los hábitos, y Enrique Rastellini, también actuaban en el Bajo Flores. Bergoglio les pidió que se fueran de allí y cuando se negaron hizo saber a los militares que no los protegía más, y con ese guiño los secuestraron. Cuando salieron los dejó librados a su suerte”.

La revelación del periodista de Página/12 fue en 2005, justo en momentos en que tras la elección del papa Benedicto XVI se mencionaba a Bergoglio como el que había disputado el cetro en la decisión de los cardenales. Bergoglio hizo su descargo varios años después, en las páginas del libro autobiográfico. Allí recordó que ambos jesuitas estaban organizando otra congregación. “Vivían en el llamado barrio Rivadavia del Bajo Flores. Nunca creí que estuvieran involucrados en ‘actividades subversivas’ como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban. Pero, por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje. (…) Afortunadamente, tiempo después fueron liberados, primero porque no pudieron acusarlos de nada, y segundo, porque nos movimos como locos. Esa misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a moverme. Cuando dije que estuve dos veces con Videla y dos con Massera fue por el secuestro de ellos”, se defendió el cardenal, que en ese momento era la principal autoridad de la provincia jesuítica de Argentina y Uruguay, un cargo, ayer y hoy, muy influyente.

En los días en que la Argentina avanzaba lentamente hacia el estallido, y el arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarraccino, se ahorraba las críticas a las políticas menemistas, el papa Juan Pablo II designó a Bergoglio como obispo coadjutor. Fue en junio de 1997. Un año después, Quarraccino murió de un ataque cardíaco y Bergoglio asumió el centro de un poder que se extendió más allá de lo meramente religioso. En 1998 coordinó la edición del libro Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro, que recopila el encuentro histórico producido en 1996.

En 2008 Bergoglio se reunió con Gustavo Vera, presidente de la Fundación La Alameda. “Nosotros escuchábamos sus palabras en la homilía, donde denunciaba temas de trata y esclavitud y se manifestaba en la misma línea de lo que nosotros veníamos denunciando. Era un momento crítico, necesitábamos apoyo porque recibíamos atentados, nos amenazaban de todos los sectores, y el no dudó en apoyarnos y a los pocos días organizó la primera de una secuencia de cinco misas para visibilizar estos temas. Pero además de la misa, fue un trabajo día a día, respaldando a las víctimas, y denunciando a los culpables”, afirmó Vera a este diario. El dirigente se mostró muy contento por la elección. “Creo que va a ser uno de los temas de su agenda la pelea contra el trabajo esclavo, que es un problema mundial que tiene a 27 millones de personas como víctimas”.

En cambio su posición frente al matrimonio igualitario fue muy dura. Lo llamó “la pretensión destructiva al plan de Dios". Cuando el país debatía la ley que finalmente sancionó el Congreso Nacional, Bergoglio afirmaba: "Aquí también está la envida del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra". De igual manera, cuando la ciudad de Buenos Aires reglamentó los abortos no punibles, por orden de la Corte Suprema, Bergoglio sentenció: “El aborto nunca es una solución".

Admirador de Jorge Luis Borges, a quien conoció personalmente. “Borges tenía la genialidad de hablar prácticamente de cualquier cosa sin mandarse la parte. Era un hombre muy sapiencial, muy hondo. La imagen que me queda de Borges frente a la vida es la de un hombre que acomoda las cosas en su sitio, que ordena los libros en los anaqueles como el bibliotecario que era”. También se asume como un gran amante del tango. Sus cantantes preferidos son Carlos Gardel, Julio Sosa y Ada Falcón, que después se convirtió en monja. De lo que llama “la segunda etapa del tango”, elige a Ástor Piazzola y Amelita Baltar. Lo bailó de joven, aunque prefería la milonga. También de joven supo jugar al básquet, aunque siempre lo apasionó el fútbol. Recién en 2008 formalizó su amor por San Lorenzo y se hizo socio del club. Ayer, una de las placas más coloridas de Crónica TV afirmaba: “El papa es hincha de San Lorenzo”. «

Su pensamiento en frases

 “Cuando dije que estuve dos veces con Videla y dos con Massera fue por el secuestro de ellos”, (en referencia a los sacerdotes tercermundistas Francisco Jalics y Orlando Yorio, por la denuncia de que Bergoglio los habría entregado y que por ello fueron secuestrados por un Grupo de Tareas de la Armada en mayo del 76. Ahí fueron torturados durante seis meses).
 "La deuda social es inmoral, injusta e ilegítima". (Al hablar sobre la pobreza, septiembre de 2009)
  "La mayoría murió entrando y saliendo para salvar a otros. No escaparon para salvar su pellejo. Fueron solidarios y dieron testimonio". (30 de diciembre de 2009, a cinco años de la tragedia de Cromañón).
 "No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios (…) No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una "movida" del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios". (Julio de 2010, poco antes de que se aprobara la ley de matrimonio igualitario).
  "Junto a San Cayetano rezamos y pedimos la gracia de dejar cada uno sus avivadas y ser hombres y mujeres con sed de justicia, con esa alegría que da pensar cómo ser más justos en nuestras relaciones." (Homilía de San Cayetano, santo del Trabajo, agosto de 2011)
  "Hay responsables irresponsables que no cumplieron con su deber." (Lo dijo en marzo de 2012, sobre la tragedia de Once ocurrida el 22 de febrero anterior).
 "Cuántas cicatrices, cuántas familias destruidas por la ausencia definitiva o por un regreso truncado. La Patria tiene que acordarse de todos ellos". (Misa en recuerdo de las Guerra de las Islas Malvinas, abril de 2012).
 "No tengas miedo, no temamos; no esquivemos la certeza que se nos impone, no rechacemos la esperanza. No optemos por la seguridad del sepulcro, en este caso no vacío sino lleno de la inmundicia rebelde de nuestros pecados y egoísmo. Abrámonos al don de la esperanza" (Vigilia pascual, abril de 2012).
 "No crean a los mercaderes de la muerte, si quieren drogas que las tomen ellos (…) No patinen la vida porque se van a patinar la cabeza. Es muy triste pasar la vida y terminar estrolado” (en diálogo con jóvenes, en junio de 2012, en medio del debate por la despenalización de la tenencia de drogas para consumo personal).
  "En la ciudad, la esclavitud está a la orden del día", (dijo por la trata de personas y trabajo esclavo en talleres textiles, en octubre de 2012).
  "El aborto no es una solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso, adoptar medidas que pueden preservar su vida, permitir su nacimiento y luego ser creativos en la búsqueda de caminos que lo lleven a su pleno desarrollo". (Comunicado por la ley de aborto no punible, septiembre de 2012).
 "Al hablar de una madre embarazada hablamos de dos vidas, ambas deben ser preservadas y respetadas pues la vida es de un valor absoluto." "Una vez más se avanza deliberadamente en limitar y eliminar el valor supremo de la vida e ignorar los derechos de los niños por nacer." (2012, a partir de la reglamentación del aborto no punible en la Ciudad de Buenos Aires).

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