La violencia sectaria en Myanmar, la antigua Birmania, deja su rastro de destrucción. La policía consiguió este domingo restablecer el orden en la provincia de Sagaing, al norte del país. Un grupo de personas quemó decenas de viviendas de musulmanes. El motivo era la suposición de que un varón de esta religión había violado a una mujer budista. Las protestas se extendieron hasta la comisaría donde estaba el presunto culpable.
“Tendría sentido si se lo hubieran hecho a la persona responsable del crimen”, asegura un granjero musulmán, “no sabemos quién lo hizo, pero a quienes ha afectado ha sido a nosotros.”
Los enfrentamientos entre budistas y musulmanes que comenzaron el pasado año amenazan las reformas del Gobierno tras medio siglo de dictadura militar. Por el momento, unas doscientas personas han muerto y 140.000 están en campamentos de refugiados, según datos de la ONU.
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