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“Un Estado laico es una utopía” Pablo Villagómez Reinel, subsecretario del Ministerio de Exteriores de Ecuador

El subsecretario del Ministerio de Exteriores ecuatoriano puso en jaque a las autoridades eclesiásticas de su país con un proyecto de ley a favor del laicismo

Curas y obispos ecuatorianos se echaron las manos a la cabeza cuando se enteraron de la existencia de un proyecto de ley que rechazaba la injerencia de la iglesia en la esfera pública y abogaba por la neutralidad del Estado frente a las creencias religiosas. Lo había escrito Pablo Villagómez Reinel, subsecretario del Ministerio de Exteriores de Ecuador, pero no como una propuesta en firme de su Gobierno, sino a título personal.

Era, en realidad, un ensayo sin carácter oficial, pero su difusión a través de Internet generó una fuerte polémica y lo puso en la picota. "Siempre me interesaron los temas religiosos, el libertinismo erudito y el pensamiento radical e ilustrado", explica el asesor del ministro del ramo, Ricardo Patiño. "Por eso decidí recoger los principios laicos en un documento con forma de ley", añade Villagómez, cuyo trabajo fue tildado por la jerarquía católica de su país de "totalitario y estatista".

El texto de este proyecto puede leerlo en    https://laicismo.org/data/docs/archivo_340.pdf

¿Por qué ha sido tan polémica su Ley Orgánica de Profesión Religiosa y de la Ética Laica? ¿Qué propone en el texto?

Es un trabajo académico sobre el laicismo y el Estado laico elaborado en un formato de ley. Me planteo cómo sería una ley laica si llegara a existir. En resumen, recoge los principios y los postulados del laicismo en un articulado que pretende darle toda su dimensión a lo que tendría ser un Estado laico.

¿Cuál es el estado de salud del catolicismo en Ecuador? ¿Qué peso tienen otras manifestaciones religiosas?

Ecuador es un país supuestamente de mayoría católica, aunque –según algunos informes y cifras imparciales– sólo un 35% de la población practicaría realmente el catolicismo. Por otra parte, han penetrado las iglesias evangélicas, que tienen elevado número de feligreses. En todo caso, es un poco difícil establecer con certeza absoluta el porcentaje de católicos.

Practicantes…

Se definen así por tradición y costumbre, más que por una práctica religiosa.

¿Han logrado implantarse sectas y ultras católicos?

Sí, está presente el Opus Dei y otras religiones de cuño norteamericano, como mormones, anglicanos, pentecostales y santos de los últimos días.

¿Ocupa el Opus Dei espacios de poder político y económico?

Como en todas partes, sí. El estrato de la gente que pertenece a ese tipo de congregaciones religiosas proviene de sectores económicamente acomodados.

¿Definiría a Ecuador como tradicional, conservador y católico?

Lo interesante es que también se ha producido el desarrollo de la iglesia social, representada por elementos eclesiásticos que han tenido una actitud progresista y han contribuido a llevar a cabo proyectos de carácter social, especialmente en zonas deprimidas. Hay una divisoria entre la iglesia católica tradicional jerárquica y la iglesia de bases.

¿Considera su documento rompedor en el contexto ecuatoriano?

"El concepto de ciudadano debe prevalecer sobre el concepto de creyente" 

Sí, porque al proponer el Estado laico como alternativa y buscar que ninguna entidad religiosa tenga privilegios, lógicamente significa una ruptura respecto a lo que existe y se acepta oficialmente o como algo natural. El laicismo propone una serie de principios fundamentales que separan a la iglesia del Estado y a la religión de la esfera pública.

¿Ve viable un Estado laico en Ecuador?

Es una utopía, no sólo en Ecuador sino en otros países del mundo, incluidos algunos europeos, como España. Lo que debe prevalecer en la vida social es el concepto de ciudadano, más que el concepto de creyente. Éste, por la propia naturaleza del derecho de profesión religiosa, ejerce ese derecho de una manera privada, personal e íntima. Mientras, el ciudadano ejerce sus derechos objetivos de una manera pública y política. El ciudadano es un ser político y el creyente, simplemente, es una persona que tiene unas creencias religiosas que no necesitan politizarse o hacerse públicas para que existan.

El cardenal Antonio Arregui y otros jerarcas de la iglesia católica ecuatoriana se han manifestado en contra de su documento. ¿Qué le parece su reacción?

Criticaron mi propuesta, pero sin mayores fundamentos y movidos por el temor de que ciertos derechos y libertades de las entidades religiosas pudieran ser suprimidos si una ley de esa naturaleza llegara en algún momento a ponerse en vigor.

En Suramérica, incluso algunos gobiernos progresistas y de izquierdas son afines a la iglesia católica o se declaran católicos porque romper con esa tradición significaría alejarse de los potenciales votantes, ¿no?

Sí, claro.

¿Sucede esto en Ecuador? ¿Cree que sería demasiado arriesgado, desde un punto de vista electoral, desmarcarse del catolicismo?

Es probable, pero en algún momento hay que dar el paso de construir ciudadanía, aunque eso signifique un riesgo o desafío político. Las sociedades modernas necesitan respuestas diferentes a sus problemas humanos, sociales y económicos. Sin duda alguna, para ello es necesario una visión distinta del fenómeno religioso, que responda a la realidad actual. El hombre contemporáno pasa por una visión diferente de la religiosidad.

¿Qué poder tiene actualmente en Ecuador y Suramérica la iglesia católica?

Forma parte de las estructuras de poder. Es un poder fáctico que tiene incidencia en la vida civil, especialmente en los creyentes, que confían en esta institución muchos aspectos de su vida, incluida la privada. Poseen una dosis de poder importante.

¿Hay movimientos laicos en Ecuador con peso o están comenzando?

A finales del siglo XIX y principios del XX, se produjo un gran movimiento revolucionario radical desde el liberalismo ilustrado que significó la primera ruptura con la iglesia católica. Esta firmó en 1862 un concordato muy conservador que había absorbido casi por completo las instituciones republicanas y tenía una preminencia total en la vida social, por lo que la revolución puso las bases de lo que es el laicismo ecuatoriano. Ha habido pensadores laicos muy interesantes que han escrito y trabajado durante todo el siglo XX. Ecuador es un país con alguna tradición laica y que se asume como laico, aunque no sé perfectamente qué sentidos y significados concretos tiene ese laicismo.

Ceremonia en la Catedral de Quito (EFE)

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