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Un dosier implica a sacerdotes de toda Italia en orgías homosexuales y pago a prostitutos

No solo el celibato, también la homosexualidad está extendida entre los sacerdotes de Italia, según confirmaría un dosier de 1.200 páginas que ha sido enviado a la diócesis de Nápoles. El arzobispado ha tenido que reconocer la existencia de este informe, en el que se relata sexo en grupos en parroquias, orgías en conventos y el pago de servicios de prostitución masculina, además de conversaciones íntimas. Este escándalo para la Iglesia, que no acepta la homosexualidad ni siquiera entre sus feligreses, afectaría a unos 60 sacerdotes y religiosos de toda Italia, y entre los que la investigación que ha sido remitida incluye algún obispo.

“El material será oportunamente examinado para ser enviado a las diócesis interesadas para su eventual evaluación”, admitía en un comunicado el arzobispado de Nápoles. Al parecer, un hombre al que se contrataban servicios sexuales habría realizado diversas grabaciones que han llegado al obispado en un CD junto a la información. Entre el contenido también hay supuestamente numerosas capturas de móvil y conversaciones en una aplicación móvil para ligar que usaban los religiosos.

El dosier, destapado por el portal gaynews.it, cuenta con imágenes, registros de tarjetas o correos electrónicos de curas de toda Italia, incluido el Vaticano, la sede de la Santa Sede y símbolo mundial del catolicismo.

La curia de Nápoles no ha revelado el contenido del dosier, aunque sí ha pedido prudencia antes de sacar conclusiones. Al menos, hasta que no se haya comprobado la veracidad del contenido. Esta labor la harán las diócesis de los presuntos implicados en la red, más de una docena, según algunas fuentes.

En el informe se relata el comportamiento de un influyente prelado, con chófer a su cargo, que “paga a sus prostitutos con [la aplicación] postepay”, un párroco que organizaría “gang bangs [sexo en grupo] en la parroquia”, curas en discotecas gay o supuestas orgías en un convento.

Aunque el Papa Francisco  ha abierto la comunión a los gays y ha criticado declaraciones homófobas, la Iglesia Católica tiene una doctrina homófoba que se explica sobre todo en tres documentos oficiales:   Algunas consideraciones acerca de la respuesta a propuestas legislativas sobre la no discriminación de las personas homosexuales (1992),   Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales (1986) y   Declaraciones acerca de ciertas cuestiones de ética sexual – Persona humana (1975). Todos vigentes.

Actos desordenados”

Estos textos incluyen menciones a “actos intrínsecamente desordenados”, a la exclusión del pueblo de Dios de los homosexuales, o a la diferencia entre “homosexuales cuya tendencia es transitoria o a lo menos no incurable” y “homosexuales que son tales instinto innato o de constitución patológica que se tiene por incurable”.

El caso del dosier de Nápoles no es el único que revelaría que esta doctrina no es observada por todos los sacerdotes ni mucho menos. El pasado año el periodista Gianluigi Nuzzi publicaba un libro en el que revelaba la existencia de una comunidad homosexual activa en el seminario de San Pío X, en la localidad italiana de Como. La diócesis informó que las averiguaciones habían sido negativas. Sin embargo, recientemente ha reabierto la investigación a raíz de nuevos testimonios.

En 2015, el periodista Dener Giovanini publicaba el documental Amores Santos, en el que recogían los resultados de una investigación, de casi 500 horas de grabaciones, en las que un actor mantiene cibersexo gay con sacerdotes, religiosos y pastores de distintas confesiones cristianas y de una treintena de países, fundamentalmente de Brasil y algunos del Vaticano. Como decía Giovanini a eldiario.es, la intención era “mostrar la hipocresía de religosos que, sin importar su credo, hacen a escondidas lo que condenan en público desde sus púlpitos”.

“Para quien se ocupa de la vida de la Santa Sede, la presencia de homosexuales en el Vaticano, lamentablemente, no es noticia”, comentan algunos prelados vaticanos, que prefieren ocultar su identidad. “Muchas veces son sacerdotes, pero no faltan obispos, y su identidad, para quien trabaja dentro de los muros del Vaticano, no es un misterio”. De hecho, destacan que en el caso de la Santa Sede es “realmente un lobby capaz de influenciar designaciones. Quizás sea el lobby más poderoso en el Vaticano, incluso capaz de hacer renunciar al Papa”.

“En la curia hay gente santa, pero también hay una corriente de corrupción, es verdad… Se habla del lobby gay y es verdad, está ahí… Hay que ver acá qué podemos hacer”. El pasado mes de junio, en un coloquio con religiosos, el Papa Francisco hablaba así de la existencia grupos de poder que utilizan el sexo que practican religiosos para chantajearles y, según la corriente de Francisco, conseguir frenar las reformas en el Vaticano.

Unas palabras que venían a confirmar las acusaciones lanzadas en 2015 por Krzysztof Charamsa, exsecretario de Doctrina de la Fe (el departamento vaticano que se encarga de la moral), quien hizo pública su homosexualidad y denunció la existencia del lobby que ejercía su poder en el Vaticano. Charamsa fue suspendido de su cargo. Ahora vive con su pareja en Barcelona.

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