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Un doctorado Honoris Causa confesional

De esta manera se recoge la noticia en ‘Religión digital’ y en otros medios católicos: “José María Castillo será investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Pública de Granada el próximo 13 de mayo, convirtiéndose así en el primer teólogo español en recibir tal galardón en un centro universitario público.”

¿Qué significa este insólito respaldo de una universidad pública, por consiguiente aconfesional, a la labor de un teólogo, miembro destacado de la Iglesia católica? Es bien conocido que se trata de un teólogo ‘progresista’ que, por su matizada heterodoxia y sus críticas a la organización eclesial no es visto con buenos ojos por la jerarquía de la Iglesia, a la que no ha dejado de pertenecer. De hecho, como recoge la misma noticia, “en 1988 fue castigado junto a Juan Antonio Estrada con la retirada del ‘placet’ de la jerarquía como catedrático de Teología de la Universidad de Granada… por sus opiniones sobre la naturaleza de la Iglesia y sobre el misterio de la Santísima Trinidad”, castigo en el que fue decisiva la opinión del cardenal Ratzinger, el actual Papa. Hay que recordar también que la Facultad de Teología de Granada se autodefine como una “Institución Universitaria de la Compañía de Jesús”, y que José María Castillo abandonó esta Compañía en 2007. También conviene saber que en 2006 el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez (vinculado al movimiento ‘ultracatólico’ Comunión y Liberación y próximo al Camino Neocatecumenal -los ‘kikos’-), retiró a los seminaristas de su archidiócesis de la Facultad de Teología para que se formen en un centro auspiciado por él, el Instituto de Filosofía Edith Stein.

En definitiva, alguien a quien la Iglesia le ha negado la posibilidad de enseñar teología recibe nada menos que un doctorado ‘honoris causa’ en la misma universidad en la que ejercía su docencia. Parece muy evidente que se trata de un posicionamiento de la Universidad de Granada en esas disputas internas de la Iglesia, y en particular, en la enseñanza de la teología católica, una disciplina a menudo no ya acientífica, sino netamente anticientífica. Esperamos con expectación a que el rector acabe pronunciándose sobre el misterio de la Santísima Trinidad.

En cualquier caso, premiar la labor de un teólogo (evidentemente ‘confesional’) con la máxima distinción académica no parece la mejor decisión de una universidad pública y, por tanto, aconfesional. Este hecho, por desgracia, no hace más que sumarse a los inaceptables acontecimientos de similar cariz –confesional– que se vienen sucediendo en la Universidad de Granada, como –entre otros– cursos de adoctrinamiento religioso, presencia institucional del rector en un acto litúrgico de beatificación en el que se niega la ciencia, mantenimiento de símbolos religiosos y convocatoria de misas.

Confiemos, ante las inminentes elecciones a rector/a de la Universidad de Granada, en que el nuevo equipo rectoral –aunque esté compuesto por las mismas personas– abandone por fin las inercias nacionalcatólicas y asuma la aconfesionalidad exigible en una entidad pública de la importancia de la universidad; que asuma, en definitiva, el respeto democrático a la libertad de pensamiento y de conciencia de los universitarios y de los ciudadanos en general. Y el respeto al rigor intelectual que se espera de la universidad.

 

Juan Antonio Aguilera Mochón. Asociación por la Defensa de una Universidad Pública y Laica (UNI Laica) – Granada Laica

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