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Turquía: Erdogan se compromete a garantizar el laicismo oficial

El 60% de mujeres se cubren pero el velo está prohibido en los organismos estatales

Turquía, un inmenso país de 72 millones de habitantes fronterizo con Grecia, Bulgaria, Georgia, Irán, Irak y Siria, es el país de las contradicciones aparentes y las síntesis impensables. Eminentemente rural hace 20 años, el país es hoy una boyante economía emergente que se ha modernizado a paso de gigante en los últimos años. Y, por paradójico que parezca, lo ha hecho de la mano de los islamistas moderados del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que a sí mismos se denominan "demócratas conservadores".
Turquía es un país musulmán pero extremadamente celoso del laicismo oficial, que debe garantizar el Gobierno islamista. "No haremos ninguna concesión sobre los principios fundadores de la República", garantizó ayer Erdogan. El Estado se rige por unas normas laicas mucho más severas que las de cualquier otro país europeo. Los turcos viven su religión de una forma reposada, semejante a la del resto de los países del norte del Mediterráneo: las tradiciones pesan más que la religión y no hay lugar para interpretaciones fundamentalistas.

CERVEZA Y 'RAKI'
Por eso no es extraño que en Turquía, en especial en las grandes ciudades, los bares estén llenos de gente bebiendo la cerveza nacional, Efes Pilsen, o cantando mientras se emborrachan con raki, el licor anisado del país. "Comer cerdo sí es pecado, como dice el Corán, pero hombre, beber alcohol es- otro tipo de pecado", se defiende con una sonrisa el joven Cengiz.
Según el grupo de estudios TESEV, el 60% de las mujeres turcas se cubren la cabeza, de acuerdo a los preceptos islámicos. Pero, de estas, el 80% simplemente se coloca una pañoleta floreada, (basortusu); el 18,5% usa el velo islámico (turban), y solo el 1,5% se cubre con el çarsaf o mantón negro que cubre a la mujer de la cabeza a los pies.
En Turquía está prohibido asistir a la universidad o trabajar en edificios oficiales con el velo, una polémica medida decretada en los años 80 que el Gobierno islamista moderado prometió levantar, aunque su iniciativa se ha quedado en el tintero. Paradójicamente, durante la campaña electoral, el único partido que prometió eliminar la prohibición del velo fue el laico Partido Democrático. También las organizaciones de derechos humanos reclaman la abolición de esta restricción.
Estambul, al contrario que otras grandes ciudades del país euroasiático, es una pequeña muestra de Turquía. Conviven en esta megalópolis de 12 millones de habitantes la pobreza extrema con la riqueza, barrios que asemejan pequeños pueblos del interior de Anatolia con modernos rascacielos.
Del mismo modo, también conviven un importante sector de la élite laica, ocupada en el funcionariado y las universidades, y una pujante burguesía y empresarios musulmanes que son un granero de votos del partido vencedor de las elecciones.

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