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Turquía airea el éxito de su modelo

"Los acontecimientos de Oriente Próximo y el norte de África atraen la atención de todos sobre la importancia de una Turquía que puede comunicarse con Oriente y Occidente, con el Norte y el Sur, que conoce de verdad a sus vecinos", se jactaba el lunes en Hanóver el primer ministro Recep Tayyip Erdogan ante la canciller alemana, Angela Merkel. "Espero que el populismo no condicione nuestro ingreso y que se imponga una política a largo plazo. Podemos aportar mucho a Europa". Erdogan aprovechó la inauguración de la feria tecnológica CeBIT, en la que Turquía es este año el principal invitado, para reivindicar que los Veintisiete desbloqueen las negociaciones de adhesión de su país, estancadas desde hace un lustro.

El oportunista mensaje de Erdogan se produce en plena ola de cambio en la ribera sur del Mediterráneo. A falta de otra alternativa contrastada, muchos miran hacia Turquía como modelo de referencia para el Magreb y Oriente Próximo. Dos de cada tres ciudadanos consideran en siete países de la región que Turquía puede ser el ejemplo a seguir como "síntesis de islam y democracia", según una encuesta elaborada en 2010 por la Fundación de Estudios Económicos y Sociales de Ankara. "Cada nación tiene su propio modelo, no se le puede imponer nada, pero Turquía puede aportar su experiencia y ayudar por sus lazos históricos y culturales", reconocía el martes en Ankara la subsecretaria de Exteriores turca, Ayse Segcin.

El sistema turco que inspiró a Gamal Abdel Nasser y a otros líderes nacionalistas y panárabes no es ya el de la república autoritaria de Mustafá Kemal, Atatürk. Como advertía el profesor de la Universidad de Mármara Talip Küçükcan en un reciente artículo en el diario Zaman, "Turquía seguirá siendo un modelo en la medida en que siga evolucionando". Los turcos han tenido que librarse, no sin trágicos sobresaltos, de la tutela militar sobre el poder civil.

Tras las reformas de Atatürk (laicismo, alfabeto latino, voto femenino…), otros líderes introdujeron cambios estructurales en el rígido sistema kemalista. El primer ministro Adnan Menderes amplió el pluralismo político, pero acabó en la horca tras el pronunciamiento militar de 1960. Después del golpe de Estado de 1980, Turgut Özal modernizó la economía como jefe de Gobierno. Un repentino ataque de corazón acabó con su vida en 1993 cuando preparaba reformas políticas de calado. La llegada al poder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (islamista moderado) de Erdogan ha coincidido con la etapa de mayor desarrollo económico e integración con Occidente de la república fundada en 1923.

Turquía no ha dejado de evolucionar a pesar de su agitación interna. Pero sin el apoyo de Estados Unidos -que la incorporó a la OTAN y presiona a Bruselas para que la admita como socio de pleno derecho- y de la propia UE, que concentra casi la mitad de los intercambios comerciales turcos, difícilmente habría llegado a hablarse ahora de un modelo turco para el mundo islámico. El Tratado de Unión Aduanera con la UE (1996) sentó las bases para la expansión de la economía turca hasta el arranque de las negociaciones de adhesión (2005). Desde entonces las inversiones extranjeras suman 70.000 millones de euros y la renta per cápita se ha duplicado hasta situarse en unos 8.650 euros anuales.

En un Estado de mayoría musulmana (99% de sus 75 millones de habitantes), pero con una Constitución laica y un sistema democrático pluralista, la emergente economía ha crecido por encima del 6% anual durante la pasada década gracias a su expansión regional. Barack Obama, en su primera gira como presidente de EE UU, saludó la consolidación del "modelo turco", que concilia tradiciones y creencias religiosas con las reivindicaciones de libertad y prosperidad de los ciudadanos.

Miles de egipcios concentrados en la plaza de Tahrir aplaudieron las palabras de Erdogan que escuchaban por televisión

: "Ningún Gobierno puede dar la espalda a las aspiraciones democráticas de su pueblo, ni puede sobrevivir mediante la opresión". Ayer, el presidente turco, Abdulá Gül, antes de emprender una visita oficial a El Cairo, prometió: "Egipto va a tener a Turquía a su lado en la transición política que comienza".

El presidente turco, Abdulá Gül (centro), es recibido ayer en El Cairo por el ministro de Exteriores egipcio, Ahmed Abul Gheit.– AMR NABIL (AP)

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