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Tumbas sin cruces

En Navarra existen al menos 403 apóstatas | En el cementerio de Pamplona unos seis funerales al mes son «diferentes»

“Quiero desbautizarme”, dice un hombre de 50 años que se llama J.A. No quiere desvelar su nombre al completo. “Esto es algo personal”, añade. Y sin embargo, bajo la tupida capa del anonimato se sincera. “No quiero tener nada que ver con la Iglesia, para mí es una empresa.Vive del cuento y hace negocio”, explica. Él quiere que cuando le “llegue la hora” su familia esparza sus cenizas en el mar. “Me da igual la zona. El mar es siempre el mismo y es amplio. Allí tendré sitio”, puntualiza. No es el único que quiere dejar de formar parte de la Iglesia. Borrar la huella personal en el Arzobispado se llama ‘apostasía’. En Navarra, existen al menos 403 personas apóstatas. “Todavía no he tenido tiempo de ir, pero algún día lo haré y se lo comentaré a mis hermanos. Se trata de ser coherente con mis principios. Fui aun colegio de curas cuando era pequeñito. Y no me lo pasé bien”, recuerda J.A.

Por el contrario, C.I, de 33 años, no se lo pensó tanto. Sin cumplir los 18 acudió a la parroquia donde le habían bautizado y quiso borrar sus datos. “Se me ocurrió un día mientras esperaba a ser atendido en una óptica. Vi en una revista un reportaje sobre los millones de católicos que había en el mundo. Y la cifra acababa en 1. Pensé, “si yo me doy de baja serán uno menos”, argumenta. El padre de C.I. no tuvo ningún inconveniente en aceptar la decisión de su hijo. “Él era republicano”, sentencia. A su madre “le fastidió un poco más”. “El párroco me preguntó a ver si quería apostatar porque era gay. En aquella época se decía que la homosexualidad no era aceptada por la Iglesia. Una vez que les preguntaron a mis padres si yo era gay y lo negaron, me dio el papel para entregarlo en el Arzobispado”, prosigue.

Desde esta entidad católica comentan que muchos apóstatas toman la decisión con “inmadurez”. “Alguna vez nos ha pasado que alguno de ellos ha muerto y su familia, sin tener ni idea, ha pedido un funeral religioso. Si una persona se da de baja, debe atenerse a las consecuencias, no puede optar a una despedida religiosa”, advierten desde la entidad católica.

Bailes, poemas e imágenes

Mientras la Iglesia continúa estudiando algunos casos pendientes de apostasía en todo el país, cada vez hay más personas que, bautizadas o no, optan por una despedida no religiosa y más personal. “Los funerales religiosos siguen siendo los más habituales, pero unos seis al mes suelen ser diferentes.

Hemos visto de todo. Desde un grupo de dantzaris bailando el aurresku con música en directo, hasta familiares leyendo emotivos poemas, o una pantalla de televisión con imágenes del fallecido”, señalan desde el cementerio San José de Pamplona.

En los tanatorios de la ciudad se adaptan las infraestructuras a este cambio lento, pero latente. En el tanatorio Irache de Burlada, apenas inaugurado hace unos meses, existe una sala para realizar ritos musulmanes y una capilla multiconfesional. “En la capilla se instaló una gran pantalla, porque a veces la gente quiere recordar con imágenes al fallecido”, cuentan desde el centro. “En estos meses hemos tenido más de diez despedidas civiles”, calculan.

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE…

¿Pasión por el fútbol?

La pasión por el fútbol no termina con la muerte. Cada vez es más frecuente que en algunos campos de fútbol ubicados en Europa o situados en Latinoamérica se permita esparcir las cenizas de algún aficionado en los estadios. Allá por el año 2005, el equipo del Real Madrid recibió unas 300 solicitudes de aficionados que querían que sus cenizas descansaran en alguna parte del Santiago Bernabeu.

De momento no existe ningún proyecto al respecto. La realidad es distinta en otros estadios, como por ejemplo en el estadio Vicente Calderón, donde ya existe un ‘espacio memorial’ de 600 metros cuadrados con capacidad para un total de 4.210 urnas funerarias.

EL coste de cada uno de los 2.490 columbarios que alberga oscila entre los 1.500 y los 4.000 euros, además del mantenimiento anual, con un gasto de entre 50 y 150 euros.

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