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Tolerancia frente a religión

Durante el pasado agosto nos han tocado de cerca, a la mayoría sólo de refilón, dos eventos religiosos de notable incidencia mediática: la Jornada Mundial de la Juventud organizada en Madrid por la Iglesia católica y el ayuno del Ramadán que practica la comunidad islámica. Voy a tomar esos dos acontecimientos mundiales como excusa para expresar de nuevo mi asombro por que, entrado ya el siglo XXI, se siga hablando de la religión -y especialmente de estas sectas mayoritarias- como de algo innato a las personas, como si la lleváramos en nuestros genes de la misma manera que llevamos la capacidad de razonar.

Desde el pensamiento científico no se pueden defender las creencias religiosas porque éstas, especialmente las que se basan en una «verdad revelada», no son más que dogmas impuestos a través de los siglos por una minoría para defender sus intereses particulares. Que esos dogmas hayan sido asimilados por amplias capas de población durante un largo periodo de la historia no les dan más pedigrí científico; siguen siendo, mayormente, mentiras que, en muchos casos, tienen objetivos que chocan no sólo contra la razón, sino también contra los derechos humanos.

Estas religiones defienden preceptos que abogan por la discriminación de las personas dentro de su comunidad y más allá de la misma, e incluso por la persecución de quienes no cumplan con las normas establecidas, ya sea dentro o fuera de su correspondiente secta. No hay que echar la mirada muy atrás en el tiempo para comprobar los nefastos resultados que ha provocado esa forma de pensar.

Sé que habrá quien alegará que «su» religión está basada en el amor y la igualdad entre todas las personas. Y luego comenzará a dar explicaciones más o menos rebuscadas sobre la discriminación de la mujer, la persecución de la homosexualidad, de por qué se bendicen unas guerras, pese al «no matarás», y se condenan otras…

Hay que poner la tolerancia hacia todas las personas por encima de cualquier religión. De nada sirve ser tolerante con dogmas que denotan intolerancia por los cuatro costados. Por ejemplo, la Iglesia católica sólo ha sido tolerante cuando se ha visto en minoría, cuando la mayoría de la sociedad se ha convertido a la tolerancia abandonando la religión.

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