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Teólogos y laicos navarros firman el manifiesto que culpa a la jerarquía de la crisis de la Iglesia

35 DE LOS 300 FIRMANTES del texto SON NAVARROS, CINCO DE ELLOS SACERDOTES Critican el descrédito de la institución por la falta de reformas y libertad interna, así como por su cercanía a corrientes ultras

Unos 300 teólogos, responsables de comunidades de base, sacerdotes y profesores de universidad han hecho público un manifiesto en el que culpan del descrédito de la Iglesia católica a la infidelidad de la jerarquía al Vaticano II y al miedo a las reformas que reclamaba este Concilio. En la Comunidad Foral, los firmantes del texto, publicado en Diario de Noticias el 8 de abril bajo el título Ante la crisis eclesial , se cifran en 35, cinco de ellos, clérigos.

"Somos conscientes de que este escrito es un procedimiento extraordinario, pero también es extraordinaria la causa que lo motiva. La pérdida de credibilidad de la institución católica está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito puede servir de excusa a muchos que no quieren creer, pero es también causa de dolor y desconcierto para muchos creyentes", dice el documento, rubricado por relevantes figuras de congregaciones religiosas como Juan Antonio Estrada, jesuita; políticos, como el senador del PSOE Imanol Zubero; o teólogos, como José Tamayo. También lo respaldan en Navarra nombres de diferentes ámbitos sociales como el sacerdote Guillermo Múgica, miembro de la Asociación de Teólogos Juan XXIII; el presidente del Foro Gogoa, Roberto Oiz; el periodista Javier Pagola, corresponsable de Comunicación de Medicus Mundi; o la subdirectora del Departamento de Trabajo Social de la UPNA, Concepción Corera.

La "justificada" pérdida de credibilidad de la Iglesia queda patente, según los firmantes, en los medios de comunicación, estudios sociológicos e incluso en los reproches que les llegan a los obispos desde sus propias filas. "Es un proceso que acontece fuera y dentro de la Iglesia. Buena parte del creciente grupo de personas que se sienten cada vez más ajenas a la Iglesia lo forman ex cristianos", se lamenta Múgica, quien aclara que la iniciativa no tenía con fin una recogida masiva de firmas sino realizar "un muestreo que reflejara un estado de opinión generalizado en la Iglesia". "Quien impulsa este documento es una parte pequeña de la Iglesia pero no insignificante: hay muchos cristianos de base, pero también nombres significados, entre ellos, los de teólogos sacerdotes y laicos", precisa Javier Pagola.

sin pluralismo El manifiesto señala a los miembros de la curia como responsables directos de que las reformas del entorno papal hayan quedado en el olvido. La consecuencia de la parálisis es, según el texto, "el injusto poder de la curia romana sobre el colegio episcopal, que deriva en nombramientos de obispos al margen de las iglesias locales, y que busca no los pastores que cada iglesia necesita, sino peones fieles que defiendan los intereses del poder central y no los del pueblo de Dios".

A este respecto Múgica explica: "El Vaticano se ha convertido en un aparato de control y poder, que lo tiene y mucho. En la Iglesia hay intereses y corrientes ideológicas en liza que buscan aproximarse al núcleo del poder central, a veces, sin escuchar otro tipo de voces, entre ellas las de quienes carecen de poder". "Esta situación -añade- se da en el nombramiento de obispos, que no representa el legítimo pluralismo existente hoy en el pueblo de Dios". "Lo aconsejable es que la Iglesia se descentralice e impulse dinámicas que no vayan sólo de arriba hacia abajo, sino también al contrario, pero a quienes cuestionan esto se les excluye, con dureza y rigidez, como sucedió con la Teología de la Liberación".

Entre las consecuencias de esta deriva el texto subraya la doble actitud de la Iglesia de mano tendida hacia posturas lindantes con la extrema derecha autoritaria, y los "golpes inmisericordes contra todas las posturas afines a la libertad evangélica, a la fraternidad cristiana y a la igualdad entre todos los hijos de Dios, tan clamorosamente negada hoy".

Esta crítica hace referencia no a partidos concretos, según el teólogo, sino tanto a manifestaciones de obispos "que han venido a legitimar ante los católicos opciones políticas de la extrema derecha y en el caso del anterior arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, en un marco prelectoral, como también a acontecimientos recientes, por ejemplo, el levantamiento de la excomunión al obispo lefebvriano Wiliamson, que niega el Holocausto". "Una Iglesia que ante la sociedad se presenta de esta manera hace un flaco favor al Evangelio, entre otras cosas porque dentro de la izquierda hay muchos cristianos", indica Múgica.

Un asunto vital es el de la libertad interna. Proclaman los firmantes: "Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho 'apacienta mis ovejas', los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas. Ni que el místico san Bernardo escribiera al Papa que no parecía sucesor de Pedro sino de Constantino".

Los impulsores del documento no responsabilizan en exclusiva a Benedicto XVI de la situación por eso añaden: "Sabemos que los papas no son más que pobres hombres como todos nosotros, que no deben ser divinizados. Y que si algún error grave se cometió en todos lo pontificados anteriores fue dejar bloqueada la urgente reforma del entorno papal".

Pese a su actitud crítica, los impulsores del texto manifiestan su adhesión a la institución. "No vamos a romper con la Iglesia, aunque hayamos de soportar las iras de parte de su jerarquía", señalan. "Lo decimos porque entre los firmantes hay personas que han padecido represión o marginación", apunta Múgica.

Tampoco los firmantes quiere ser presentados como los protagonistas de una revuelta. "Independiente de la reacciones que el documento provoque somos personas decididas a seguir siendo fieles a la Iglesia, pero queremos una institución distinta", concluye el teólogo. Pagola coincide en esta posición. "Yo no me he movilizado contra la jerarquía, sino que desde dentro de la Iglesia manifiesto mi desacuerdo con decisiones y actitudes de algunos obispos y lo que pretendo es ejercer mi derecho a la libertad de opinión en la Iglesia y si lo hago es porque creo que ésta debe jugar otro rol, el de transformación y servicio, para que la gente vea que el Evangelio puede aportar alegría y razones para vivir.

Pagola aconseja a la Iglesia "escuchar más a la sociedad y al interior de la Iglesia", mientras Roberto Oiz, desde el Foro Gogoa pide al obispo de Pamplona más comunicación con las parroquias. "Parece que se quiere gente acrítica y dócil", resume.

La batalla de la moral religiosa y la ética civil

El documento Ante la crisis eclesial pasa de puntillas sobre la cuestión del aborto y la eutanasia, pero sí señala que otra consecuencia de la crisis de la Iglesia es "la incapacidad para escuchar", que hace que la institución esté cometiendo "ridículos mayores que los del caso Galileo". "La ciencia suministra datos que la curia romana prefiere desconocer: por ejemplo en problemas referentes al inicio y al fin de la vida", señala el texto. "Hay cuestiones en las que la Iglesia escucha poco lo que dice hoy la investigación seria", explica el teólogo Guillermo Múgica a este respecto. "Nosotros decimos que una cosa es la moral católica en este campo, a la que los católicos debemos atenernos, y otra, cómo deben responder los poderes públicos a un problema social que tienen la obligación de regular. Los poderes públicos deben atenerse a lo que llamamos ética civil o ética mínima, y aunque en la configuración de ésta debe contar también la opinión de las iglesias, en una sociedad plural, también en el campo ético, no están obligados a atenerse a lo que pueda dictaminar la moral católica ni los católicos tienen derecho a imponer su propia moral al resto", explica. 

las claves   Diagnóstico. "La pérdida de credibilidad de la institución católica, que los medios de comunicación han convertido ya en oficial, está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito es causa de dolor y desconcierto".
Poder central. "La consecuencia (del bloque de las reformas en la Iglesia) es el injusto poder de la curia romana sobre el colegio episcopal, que deriva en una serie de nombramientos de obispos al margen de las iglesias locales, y que busca no los pastores que cada iglesia necesita, sino peones fieles que defiendan los intereses del poder central y no los del pueblo de Dios".
Libertad. "Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho 'apacienta mis ovejas', los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas".
Fidelidad. "El amor a una madre enferma no consiste en negar o disimular su enfermedad sino en sufrir con ella y por ella. Si deseamos una Iglesia mejor no es para militar en el club de los mejores, sino porque el evangelio de Dios en Jesucristo se la merece".
Consecuencias. "No vamos a romper con la Iglesia ni aunque hayamos de soportar las iras por parte de su jerarquía"

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