Continúa el goteo de nombramientos de "Vírgenes" como alcaldesas perpetuas. Las dos últimas, en Macael y en Arjona (en este caso, junto a la concesión a San Bonoso y a San Maximiano de sendas medallas de oro).
Estas acciones por las que los ayuntamientos alcanzan, a través de la exaltación de la superstición, hitos de ridículo difícilmente superables, constituyen contribuciones notables al género de la astracanada. Pero, además de mover a chufla y pitorreo (intente leer cualquiera de las dos noticias completas sin reirse), merecen un cuestionamiento serio no sólo de
a) La capacidad intelectual de los alcaldes y ediles protagonistas.
Sino también de
b) La catadura democrática de esos mismos alcaldes y ediles…
…Pues pasan por encima de cualquier respeto a la libertad de conciencia de sus súbditos (ya que como tales los tratan). Obsérvese el continuo abuso, en estos actos beatos, del "todos".
Especial rechazo merece la posición de los socialistas implicados. Al menos en el caso de Macael vemos un apoyo explícito al agravio beato y antidemocrático. No es un caso aislado: recuérdese, por ejemplo, que la alcaldesa socialista de la Línea hizo hace poco otro nombramiento ultramundano. Desde la oposición suelen tener más vergüenza, pero, con frecuencia, no mucha más: ¿qué decir, pongamos por caso, del aspirante a la alcaldía de Granada, Francisco Cuenca, con su devota participación en todas las procesiones, entregas de medallas a Vírgenes, y lo que el arzobispo mande? ¿Y quieren que nos creamos que si regresan al poder estatal sí respetarán, por fin, y más allá de algunos cambios estéticos, la aconfesionalidad del Estado? Tendrían que actuar ya de otra manera para ser creíbles.
A otro perro (más necio o sumiso) con ese hueso (de santo).
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La Virgen del Rosario, Alcaldesa Perpetua de Macael
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