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«Si la Iglesia pretende ser doctrinal e impositiva, se convertirá en un ghetto»

El teólogo Félix Placer Ugarte llega con un libro en donde analiza la crisis en la que, actualmente, se encuentra la Iglesia católica. Recuerda que muchos de los compromisos adquiridos en su momento, han quedado olvidados o relegados por «la persistente restauración de influyentes sectores eclesiásticos». Apuesta por una Iglesia «humana», porque si pretende seguir siendo «doctrinal e impositiva, se convertirá en un ghetto».

"Remodelación Pastoral: Renovación Eclesial. 20 años del Vaticano II”.
Es el título del libro que esta misma semana ha presentado el profesor de Teología de Gasteiz,

­¿De qué trata la publicación?
Aborda la crisis profunda que vive la Iglesia católica. Una de la más profundas, porque antes ha afrontado crisis de dogmas o unidad, pero ahora se enfrenta a una religiosa. La gente empieza a no ser creyente. Por ejemplo, en Euskal Herria, que hasta hace muy poco ha sido muy creyente casi en su totalidad, hoy día lo es en un 50%. La Iglesia está ante un desafío importante de subsistencia.

­¿Plantea alguna solución a esta situación?
Sí, son cuatro retos los que se plantean hoy día a la Iglesia, en general, y a la vasca en particular. Uno sería el papel de la Iglesia en una sociedad secular y laica. Otro desafío sería la globalización, vivimos en un mundo injusto y, sobre todo, en un mundo muy plural, culturalmente hablando.
La Iglesia, ante esa pluralidad, no puede ser tan monolítica como ha sido.  Otro problema es el de los derechos humanos, ya que la Iglesia no es  democrática. Y luego está la paz, tanto a nivel mundial como  de Euskal Herria.

­¿Cómo valora la evolución de la Iglesia en los últimos años?
Aunque el Concilio propuso una línea de apertura, diálogo, compromiso y trabajo por la paz y la justicia, la Iglesia ha sido restauracionista, optando por posturas conservadoras. Además, se ha abierto una alarma roja en la Iglesia vasca, con el descenso del clero. Hoy día hay unos mil sacerdotes  en Hego Euskal Herria, pero de ellos, 600 somos mayores de 65 años.
Por tanto, en un plazo de diez años, esto va a quedar reducido a una  mínima expresión.

­¿Qué piensan hacer los católicos para atraer a los jóvenes?
Más que atraer, que eso ya ha pasado, lo que importa es comunicarse.  Lo primero que hace falta, por parte de la Iglesia católica, es aprender  de la gente joven. Tampoco tiene que imponer, sino que tiene que dialogar. Creo que se está intentando, pero, quizás, hemos llegado un poco tarde, y la gran mayoría pasa de la Iglesia. Pero habrá que ir por ese camino, sin pretender llegar a grandes masas.

­¿Urge, entonces, su remodelación y evolución?
Exactamente. Requiere una remodelación que, por otra parte, ya se está haciendo en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba. Pero lo que es crítico es la forma  deremodelación que se está llevando a cabo, ya que es estructural e  incompleta,de tapar agujeros, con frecuencia.

­¿Qué diferencias observa entre la Iglesia católica vasca y la europea?
Para empezar, la vasca está en una situación estructural anormal, porque estamos divididos eclesiásticamente. Por un lado está Gipuzkoa y Navarra unidas a Jaca y La Rioja. Y por otra, estamos Araba y Bizkaia, unidos a Burgos. Por lo demás, aunque son parecidas, se constatan diferencias.
Sociológicamente, hay un avance secularizador y laicista mucho mayor en Hego Euskal Herria que en otros lugares. Luego, por otro lado, la forma de afrontar el conflicto vasco es mucho más positiva. Los obispos de la CAV son mucho más positivos que los de la Conferencia Episcopal española.
Aquí hay mucha más apertura y sentir del pueblo.

­Si no se llevan a cabo los retos que plantea, ¿qué futuro le augura a la Iglesia católica?
Evidentemente, no es un futuro fácil de prever. De ser una Iglesia que durante muchos siglos ha marcado las rutas del mundo, sobre todo en la parte occidental y América, ha pasado a ser un viandante más. Debe aceptarlo, eso es irreversible. Pienso que debe ser un caminante más, con la gente que sufre, y que necesita abrir caminos de esperanza sin pretender imponer los caminos a seguir, sin ser la Iglesia arrogante que durante tantos siglos ha sido.
La tarea de la Iglesia consistiría en ser humana. Si acepta esa postura humilde, tiene un futuro. Pero si pretende ser doctrinal e impositiva se convertirá en un ghetto.

­¿Confía en que Benedicto XVI adopte dicha postura?
Es una incógnita. No se sabe si va a ser capaz de dar ese viraje en la Iglesia. Tengo mis dudas. Teniendo en cuenta su pasado y cómo fue elegido, veo un poco difícil que se pueda dar un cambio, por el momento. Dada su edad, también, quizás, sea un Papa de transición y esperemos que después haya otras posturas mucho más abiertas, pero no creo que este Papa vaya a abrir  caminos nuevos, sino que va a fundamentar más y fortalecer la situación que vive la Iglesia actualmente.

Félix Placer Ugarte. Profesor de la Facultad de Teología de Gasteiz

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