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Sexualidades no normativas

Fernández Díaz es el pasado carpetovetónico (o, mejor, nacionalcatólico) y todas estas cosas le suenan a chino. A nosotras, que no renunciamos a otro presente y que proyectamos el futuro, él nos suena a lengua muerta.

El problema, claro, es que sea ministro del Interior. Que sea homófobo y ocupe un cargo de esa responsabilidad. Que diga barbaridades relacionadas con el matrimonio homosexual y la pervivencia de la especie mientras tiene en sus manos, entre otros asuntos, la administración general de la seguridad ciudadana y la promoción de las condiciones para el ejercicio de los derechos fundamentales en relación con la libertad y la seguridad personal, en los términos establecidos en la Constitución Española y en las leyes que los desarrollen. Que no acepte una ley ratificada por el Tribunal Constitucional y permanezca como titular de esa cartera. Jorge Fernández Díaz debería dimitir, ya que su homofobia no es garante del cumplimiento de la norma suprema de nuestro Estado de derecho, que por mucho que él quisiera no es la ley divina sino la Carta Magna. Luego sale Iñaki Oyarzábal, secretario de Justicia, Derechos y Libertades del PP, dice que las declaraciones de Fernández Díaz sobre el matrimonio homosexual “en nada vinculan al PP” y aquí paz y después gloria. ¿Cómo que en nada vinculan si es el ministro del Interior del Gobierno del PP? En fin.

Sucede que, ante tanta estupidez y tanta agresión como las que estamos viviendo, solemos sentirnos impotentes, nos desgastamos en la protesta, nos frustra la falta de alternativas. Pero alternativas hay. Hay otros discursos, hay otras miradas, hay otra clase de personas, que es sobre quienes debemos volver nuestra atención. Frente a la andanada homófoba de Fernández Díaz, propongo que escuchemos a Raquel (Lucas) Platero y leamos su libro Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada, recientemente publicado por Bellaterra y presentado en la librería Traficantes de Sueños de Madrid. Se trata de un diálogo colectivo sobre sexualidades no normativas, sobre las experiencias complejas de las personas, sobre las desigualdades y la maraña de la identidad. Lucas Platero ofrece herramientas teóricas, como el análisis interseccional y el análisis crítico queer, “con el objeto de conocer mejor no solo las sexualidades consideradas como ‘abyectas’ o ‘pertenecientes a los márgenes’, sino también para señalar que todas las personas estamos atravesadas por complejas relaciones de poder y privilegio al respecto”.

En el libro publica también las traducciones de textos clásicos de Kimbele Williams Crenshaw (reconocida especialista en el estudio de los Derechos Civiles, los Estudios Críticos sobre la Raza y Derecho Constitucional) y el Combahee River Collective (colectivo formado por mujeres negras lesbianas), y selecciona trabajos de varios autores clave del Estado español que analizan en dicho contexto las experiencias de, entre otros, los osos, personas LGTB con diversidad funcional, presos y presas gays, transexuales e intersexuales, migrantes LGTB en los CIEs, las mujeres de los Coros y Danzas, lesbianas femmes y butches, gitanos gays, personas seropositivas. En palabras de Platero, “experiencias que a menudo han quedado invisibilizadas en un genérico ‘etcétera’, especialmente en contextos como el actual, donde se fomenta la privatización y el retroceso de los derechos sexuales”.

Lucas Platero investiga en la UCM, es docente en intervención sociocomunitaria en educación Secundaria, en varios programas de master y en el Programa de Estudios avanzados en Prácticas Críticas del MNCARS (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía) Somateca, producción biopolítica, feminismos, prácticas queer y trans. Lo dirige Beatriz Preciado, teórica queer, profesora de Historia Política del Cuerpo, Teoría del Género e Historia de la Performance en la Universidad de París VIII, y es un programa de investigación que propone una aproximación al cuerpo como archivo político y cultural: “Los discursos médicos, políticos y audiovisuales que representan el cuerpo producen la normalidad o la patología que pretenden describir (…) A partir de una genealogía crítica del cuerpo moderno, el proyecto Somateca explora las prácticas políticas y artísticas de producción, normalización y crítica del cuerpo que surge en el contexto de la modernidad, desde la Ilustración hasta la aparición del sida pasando por las mutaciones del liberalismo posteriores a la Segunda Guerra Mundial (…) Los movimientos feministas, antiesclavistas, de descolonización, queer, transexuales, transgénero, tullidos… podrían releerse como movimientos de rebelión somática, formando parte de un proceso de sublevamiento de cuerpos excluidos del contrato democrático ilustrado. Una crítica general de la somateca permite también establecer vínculos críticos con la arquitectura, la historia de las tecnologías, la fotografía, la informática, los videojuegos, o la historia de la ciudad, etc., como espacios de producción somática”.

Como ministro del Interior, a Jorge Fernández Díaz deberían interesarle todas estos asuntos, pues afectan a los derechos fundamentales, a la libertad y, en última instancia, a la seguridad personal. Pero, aunque ocupe ese cargo, Fernández Díaz es el pasado carpetovetónico (o, mejor, nacionalcatólico) y todas estas cosas le suenan a chino. A nosotras, que no renunciamos a otro presente y que proyectamos el futuro, él nos suena a lengua muerta.

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