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Semana Santa: la difícil situación de las iglesias en Alemania

La Semana Santa se ve nuevamente ensombrecida por la pandemia del coronavirus. Y las iglesias temen a algo aún más que al COVID-19: el fin de su relevancia social.

Otra vez la Semana Santa viene marcada por la pandemia de coronavirus. Es la fiesta más importante del cristianismo, en la que los templos en Alemania se llenan, como en muchos países del mundo. En el país europeo hay 14.000 parroquias protestantes y casi 10.000 católicas. En un “año normal”, celebrarían la resurrección de Jesús en la vigilia pascual con fogatas frente a las iglesias y cánticos en una misa abarrotada.

La alegría de esta fiesta se expresa sin embargo en voz baja con palabras abatidas. El lunes, el jefe de la Iglesia protestante en Alemania y arzobispo de Baviera, Heinrich Bedford-Strohm, enfatizó en una conferencia de prensa digital que no hay “ningún motivo” para dudar del significado de los servicios. “Las medidas de higiene de las iglesias han demostrado su eficacia”, apuntó.

El “descanso de Semana Santa” ofende a las iglesias

Pero unas horas más tarde, la canciller Angela Merkel y los representantes de los estados federados decidieron cerrar Alemania durante seis días por Semana Santa. “Descanso de Pascua”, anunciaron. Las iglesias debían abstenerse de todo servicio religioso. Los líderes de las grandes iglesias estaban claramente irritados. “Semana Santa es la festividad más importante para nosotros, los servicios religiosos no son accesorios”, dijo en Twitter el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Alemanes, Georg Bätzing. Merkel admitió al día siguiente que había cometido un “error” con su plan de “descanso de Pascua”.

Pero hay más detrás del tira y afloja sobre los días festivos, reforzado por el hecho de que la canciller federal ni siquiera informó previamente a las iglesias de su decisión. Por supuesto, estas siguen siendo claves en el compromiso con una sociedad abierta y prestan un apoyo indispensable para miles de instituciones sociales, jardines de infancia, hogares de ancianos, hospitales y otras instituciones. Pero están perdiendo fuerza social.

Cuando las iglesias se vacían… Un hombre sale de una iglesia en Bremen en una imagen de archivo.

Solo la mitad de los alemanes son miembro de una iglesia

En 2019, había alrededor de 45,75 millones de cristianos en Alemania, 52% de la población total. De estos, 22,6 millones dijeron ser católicos, 20,7 millones de alguna de las iglesias de la Reforma y más de dos millones se declararon ortodoxos. En 1991, poco después de la caída del Muro de Berlín, casi 71% pertenecía a alguna iglesia en la Alemania reunificada. Y hace 40 años, en 1980, la cifra era de 85,7% en la República Federal. La proporción cae constantemente.

En Alemania esto se sabe con más precisión que en la mayoría de países, ya que a pesar de la separación entre iglesia y Estado, las iglesias han podido cobrar impuestos a sus feligreses desde hace más de 100 años. Un impuesto que cobran a través del Estado, por lo que este país tan burocrático sabe exactamente quién pertenece a qué iglesia y quién paga a qué confesión.

La tendencia a la baja es también resultado de una evolución poblacional natural. Muchos de los ancianos que mueren todavía están adscritos a la iglesia, pero pocos recién nacidos hoy son bautizados. Además, hay otros factores. En tiempos de crisis económica la gente abandona la iglesia para ahorrarse el impuesto. También hay muchos decepcionados tras casos como el del polémico obispo de Limburgo, Franz-Peter Tebartz-van Elst, quien acumuló millones en 2013 y gobernó su diócesis de manera autoritaria. Y, sobre todo, tras los casos de violencia sexual contra menores. Ahí hasta los más piadosos se indignan.

Los abusos sacuden la Iglesia

El tema de los abusos entró en el debate hace unos 10 años con muchas facetas terribles como resultado de los escándalos en instituciones eclesiásticas. Y continúa hasta hoy. Pero hay abusos en familias, en los deportes. Las víctimas de las instituciones protestantes afirman repetidamente que la Iglesia católica está más avanzada que la suya en la cuestión de asumir los abusos y de ofrecer ayuda a las víctimas.

El obispo de Colonia, Rainer Maria Woelki, recibe el informe sobre cómo su diócesis manejó las denuncias sobre abusos sexuales (18.03.2020)

Pero la Iglesia católica lleva muchos años predicando lo que hay que hacer y no hacer en materia de sexualidad. Durante más de medio siglo ha exhortado a limitar la sexualidad a la procreación. En 1968, Roma prohibió la píldora anticonceptiva. “La gran desobediencia ha comenzado”, escribió entonces la revista Der Spiegel. Se prohíbe la píldora y se condena el amor homosexual, para que luego miles de menores sean víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes investidos. Esto no cuadra con la imagen que muchos tienen de la iglesia. Esta iglesia a menudo ya no habla el idioma de la gente. Y ante la sospecha de intentos de encubrimiento, las personas reaccionan con pura indignación.

Alemania, país de la resistencia ante los ojos del Vaticano

Por eso aumenta el número de personas que abandonan la iglesia. En 2019, más que nunca en Alemania. Pocos creen que vayan a regresar. “Quienes abandonan sus vínculos eclesiásticos tienen muchas probabilidades de experimentar un descenso de la religiosidad”, dijo recientemente en la publicación católica Tagespost el sociólogo religioso Detlef Pollack, uno de los observadores más informados del tema.

Debido a que en muchos otros países de Europa no hay tantos registros o porque allí ni siquiera es posible abandonar las instituciones eclesiásticas, la Iglesia católica alemana, con su insistencia en pedir reformas, ha estado durante años bajo la mirada crítica de Roma, que como una corporación global presta atención a su imagen de marca. Oh, Alemania. Para el Vaticano, es el país en el que hace 500 años estalló la Reforma que dio paso al protestantismo, bajo cuyas distintas iglesias hay en el mundo 400 millones de personas. Alemania también es el país donde hace 150 años los llamados viejos católicos se separaron de la Iglesia católica romana en protesta por la concentración de poder en Roma. A Alemania muchos la ven en Roma como la tierra de la resistencia.

Y ahora una Semana Santa con las iglesias casi vacías. En los últimos 12 meses ha surgido varias veces la cuestión de cómo Dios pudo permitir el sufrimiento y la muerte de tantas personas durante la pandemia. Los sacerdotes y pastores que se hacen esta pregunta lo hacen delante de una cámara en livestream. La fe y la religión, según Pollack, se afianzan en el intercambio y el refuerzo mutuo de la comunidad. Por ello, mucha gente en puestos de responsabilidad sospecha que las iglesias en Alemania presentarán una imagen muy diferente después de la pandemia.

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