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Secularización, laicismo y reformas liberales en Uruguay

Resumen: El presente artículo pretende abordar el proceso de secularización y laicismo en Uruguay a partir de los principales hitos que definen la identidad del país, considerado en la actualidad como uno de los países más laicos del panorama internacional. Comenzaremos abordando, desde una perspectiva histórica, el desarrollo del Estado, incorporando una visión de los actores más importantes que intervinieron en el proceso. Así como, a continuación, haremos hincapié en algunas de las principales reformas liberales realizadas, para finalizar con una evaluación del presente escenario que registra una nueva ola religiosa acompañada de un laicismo atento a las diferencias.

Sumario: I. INTRODUCCIÓN. II. SECULARIZACIÓN Y LAICISMO EN URUGUAY.  III. LAS REFORMAS LIBERALES. IV. ¿LA CRISIS DEL URUGUAY SECULARIZADO Y LAICO?.V. CONCLUSIONES

………

I. INTRODUCCIÓN

Con el objetivo de mantener la paz, la tolerancia y la libertad religiosa, los Estados liberales han adoptado medidas legales para realizar una separación jurídica y política entre el estado y la religión dominante, llevando a cabo una secularización del sistema jurídico-político. Influenciados por la Ilustración, la corriente que supuso el germen al modelo de estado actual, consideraban a la religión como una esencia autónoma separada de la política, la economía y la interacción social. Este conjunto de medidas legales buscaban la sustracción del poder y la influencia de las religiones sobre el estado, la concesión de un mismo status jurídico a los grupos religiosos y la negación de su interferencia en los asuntos públicos.4

Desde su origen, el estado laico y secularizado se encuentra ligado a los valores republicanos, democráticos, de la libertad, la pluralidad y la tolerancia, lo que provoca su colisión con los intereses de los grupos religiosos. Los términos religión y secularización son categorías de uso social sujetas a frecuentes conflictos y modificaciones que ejemplifican la lucha entre religiosos y laicos en el campo de la cultura, la política, lo jurídico y lo social y que encarnan las relaciones entre organizaciones políticas, estatales, civiles y clericales 5 . Estas disputas concentran cuestiones polémicas diversas, a menudo objeto de debate y disputa en el Parlamento en el proceso de interpretación de la norma jurídica, la política pública, publicaciones en prensa, etc., donde participan diferentes actores sociales en busca de un poder jurídico-político y que redefinen las nociones de esfera pública y privada. 6 . Las reformas liberales constituyen un clásico ejemplar de estos enfrentamientos.

Basado en los principios liberales, laicos y anticlericales, Uruguay se definió constitucionalmente como un estado laico, que elaboró una serie de disposiciones normativas con el fin de secularizar su vida política 7. Como veremos a continuación, el proceso de modernización del país se ha producido de forma paralela al proceso de creación de una identidad nacional, en el que Uruguay ha desarrollado la secularización más importante y radical del continente, que trajo como consecuencia el fortalecimiento de una religión civil instaurada en el seno de una de las sociedades menos religiosas del mundo. Se entiende que secularización debe identificarse con una separación jurídica entre Iglesia y Estado, y para ello:

“Política y Religión no se unen (…) El concepto de religión civil puede explicar en parte este conjunto de significados y prácticas que nos ayudan a entender por qué en Uruguay el Parlamento es sagrado, así como la democracia, e incluso los períodos presidenciales. Y debido a que el tiempo post-político no es un tiempo uruguayo, la política ciudadana se ve  envuelta por un manto sagrado.”8

Ejemplo de ello fue la grave crisis económica que azotó al país en el 2002 cuando la oposición pidió formalmente la renuncia del presidente, así como los frecuentes referéndums utilizados por la ciudadanía para resolver las controversias nacionales como el enjuiciamiento de crímenes cometidos durante la última dictadura civil y militar (1973-1985), o la privatización de empresas públicas. En este sentido, no es de extrañar que la solidez de las instituciones democráticas señale a Uruguay como el único país plenamente democrático de América del Sur9.

Sin embargo, el concepto de secularización es polisémico y alberga múltiples significados que ha adquirido progresivamente desde el nacimiento del país. Si el concepto de religión civil puede explicar la relación principal entre religión y política en Uruguay, resulta esencial destacar que este concepto ha mutado con el fin de acompañar importantes transformaciones políticas y culturales en el país. Transformaciones que responden a la ejecución del proceso de secularización y laicización con pretensiones de religión civil jacobina en el proyecto inicial de nación, o que se reafirman debido al papel de la Iglesia Católica durante la última dictadura cívico-militar, o que se basan en el desarrollo actual de un laicismo atento a las diferencias, disputado y flexible, que aprueba la instalación de monumentos religiosos en el espacio público y permite la celebración de un Congreso Umbandista en la sede del poder legislativo.

Este artículo pretende observar las características de los procesos de secularización y laicismo en Uruguay, mediante un breve análisis descriptivo, de corte histórico, sobre el conjunto de transformaciones producidas por las reformas liberales, así como también pretende estudiar la influencia y el comportamiento de los principales actores gubernamentales y religiosos en la construcción de estos procesos; y entender por qué el espíritu laico y secularizado esta intrínsecamente vinculado a la identidad de los uruguayos, que tanto los caracteriza frente al resto del continente.

V. CONCLUSIONES

De lo anteriormente expuesto, podemos concluir que el proceso radical de secularización y laicización acontecido en Uruguay fue consecuencia de la conformación de una nación moderna con claras influencias estatistas y anticlericales. El Estado fue el protagonista del nacimiento del Uruguay laico y la producción de una religión civil de pilares democráticos y defensores del pluralismo y de las libertades públicas, que confinaba las manifestaciones religiosas a los espacios privados.

Para combatir a una Iglesia Católica débil y sus pretensiones políticas, fue de vital importancia la militancia de una sociedad civil plural, junto al Estado, organizada y conformada por una élite sociopolítica intensamente influenciada por la filosofía iluminista y racionalista que imperaba en aquel momento y que conformaba el ideal de identidad nacional. La integración que presentan los individuos que conforman la sociedad uruguaya, son una prueba de que la laicización de Uruguay fue un proyecto exitoso.

Sin embargo, la realidad actual muestra que esta homogeneidad de la sociedad devota de la religión civil, ha comenzado a desmoronarse en los últimos años. El laicismo uruguayo tal y como fue diseñado a principios del siglo XX, se encuentra ahora frente al reto de la actualización de los nuevos códigos culturales que predominan en la región.

En este escenario político de expansión de garantías y libertades individuales, así como de aumento de la influencia religiosa y de apropiación del espacio público, el control del Estado laico y secularizado resulta esencial para garantizar que los intereses particulares de los grupos religiosos no prevalezcan sobre los intereses colectivos.

En el ámbito jurídico, ningún país del mundo permite que os individuos de grupos religiosos puedan hacer lo que quieran en nombre de Dios, su fe o sus instituciones religiosas 54. Las actuales relaciones entre Estado y Religión en Uruguay han puesto en evidencia la necesidad de una nueva regulación jurídica con respecto a la interpretación a la actuación pública de las entidades religiosas. Esta neutralidad del Estado y su baja intromisión en cuestiones religiosas en la esfera pública, se ve cuestionada cuando, por ejemplo, las autoridades religiosas incitan públicamente a la discriminación de grupos minoritarios (como la comunidad LGTB) o amenazan a quienes defienden los derechos sexuales o reproductivos de la mujer.

El papel regulador del Estado uruguayo también está siendo evaluado en relación con los conflictos entre las religiones neo-pentecostales y afro-brasileñas. Esta postura neutral origina una figura de un Estado tradicionalmente emancipado de religión que buscar dar un tratamiento igualitario a grupos religiosos y que –a su vez- están dirigidas por una regulación estatal baja, especialmente en lo relativo a los conflictos y las diferencias religiosas 55. Esta perspectiva de no intromisión ni siquiera puede resultar cómodo dentro de la clase política, si observamos que la confrontación mencionada son históricos en el país donde se originan estas religiones 56. Sin embargo, en este caso, sería fundamental hacer hincapié en la importancia de discutir los límites de la regulación jurídica de las instituciones religiosas, cuando se comprometen derechos civiles, tales como la libertad de expresión o la libertad de culto.

En lo referente a la ocupación del espacio público, el laicismo puede ser interpretado de distintas maneras según el contexto específico y las circunstancias históricas que se desarrollan. En el caso del congreso de Umbanda celebrado en el Parlamento, se puede asumir una postura de defensa del laicismo que ve en el evento un acto de respeto a la libertad religiosa, de multiculturalidad y de aprendizaje sobre la diferencia. Esta postura de laicismo pacificador y de aprendizaje considera que el universalismo laico no debe ser un pretexto para la exclusión de la expresión pública de los particularismos. En esta postura, el papel del estado secular simboliza una mayor atención a la diversidad y a la diversidad de tradiciones.

Esta reubicación actual uruguaya de carácter religioso pone en discusión la religión civil y el estado laico toma un lugar en un escenario global que presenta un nuevo resurgir de las religiones. Explicado por la Academia, este fenómeno tiende a decrecer y a mezclase con tendencias propias de la modernidad. En este contexto, debemos aprehender el concepto de Estado laico como el primer espacio, en tanto que organización política, que garantiza las libertades de creencia, culto y tolerancia.

Rafael  Alvariza Allende y  Jonatán Cruz Ángeles

Revista de Estudios Jurídicos nº 14/2014 (Segunda Época) ISSN 2340-5066. Universidad de Jaén (España)

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