El rey acaba de pedir oficialmente al apóstol Santiago que haga el milagro de resolver nuestra crisis económica. Yo admiro su regia fe y su buena fe; pero, de tejas para abajo, como politólogo, el de Santiago Matacrisis me parece un milagro complicado, como ya lo ha sido, y mucho, esa pía iniciativa real. De entrada, me permito dudar que ese tener que recurrir a solicitar una ayuda celeste sea un gesto que provoque más confianza y crédito en los mercados occidentales; máxime si se tiene en cuenta que en ellos prevalecen los protestantes, los judíos o, por lo menos, los agnósticos. Y peor aún será sin duda la reacción de muchos países petroleros, devotos musulmanes, ante esta nueva invocación al Santiago Matamoros. No menos complicado es lo que nos espera en casa: porque al pedir el rey que el cielo resuelva la crisis, parece obvio que no confía que lo pueda hacer el Gobierno; pero, por otro lado, al solicitar que se resuelva esa crisis está también rogando que salga adelante Zapatero, manifiesta parcialidad que indignará justamente a Rajoy; por lo que no sería extraño que uno, u otro, o ambos –aunque por distintas razones- se hicieran fervientes republicanos.
Por un Estado laico
España es el único país de la UE que se declara aconfesional, mientras la gran mayoría son laicos,…